Mar del Plata y el 25° Festival Internacional de Cine
Desde el 13 al 21 de noviembre tendrá lugar la 25º edición del Festival Internacional de Cine Mar del Plata. Es el único festival de América Latina con la misma calificación internacional que sus pares de San Sebastián, Berlín, Cannes, Venecia. Ofrecerá a los visitantes extensa y profunda mirada al universo cinematográfico, reflejada en varias competencias, secciones paralelas, retrospectivas y homenajes.
Está organizado por el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), con la sumatoria en esta edición 2010 del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de General Pueyrredon.
La nueva edición del festival contará con la presencia de dos nombres que hicieron lo suyo, cada uno a su manera, para dejar su marca en la historia del cine: el australiano Bruce Beresford y el norteamericano Hal Hartley. Por un lado, estará el australiano Bruce Beresford, realizador de Conduciendo a Miss Daisy –película ganadora del Oscar y con la que consiguió trascender en todo el mundo – quien acompañará una retrospectiva dedicada a revisar dos décadas del cine de su país. Una muestra de producciones que exhiben una libertad fuera de cualquier parámetro, y que sirvieron para apuntalar una industria que continúa entregando exponentes más que interesantes.
La retro irá desde la inclasificable locura de Wake in Fright (Ted Kotcheff, 1971) –temprano exponente de la llamada Ozploitation–, hasta la inquietante Proof (Jocelyn Moorhouse, 1991) –con un Hugo Weaving pre The Matrix–, pasando por la trilogía Mad Max dirigida por George Miller y esa obra maestra del humor negro que es The Cars That Ate Paris (Peter Weir, 1974), además de dos títulos del propio Beresford (Money Movers y Breaker Morant), entre otros. Hay que ver para creer.
Otro punto alto será la retrospectiva de Hal Hartley, el director neoyorquino responsable de poner en órbita de qué hablamos cuando hablamos de cine independiente norteamericano. También se reconoce a Hartley como el más “europeo” de los directores de su generación, exhibiendo en sus películas un dominio de la puesta en escena –son míticas ya sus puestas coreográficas y la manera en que pervierte el uso de la música– que muchos asocian con el francés Jean-Luc Godard.
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