José Octavio Bordon: "Hay que recuperar el tiempo perdido"

Análisis político y reportaje con el embajador argentino en EE.UU. hasta diciembre del año pasado.

Por Mauricio Runno



Escena 1: Aeropuerto
Que el aeropuerto Gabrielli, en El Plumerillo queda chico es algo que hasta el menos viajado sabe. Reúne condiciones especiales: aglomeraciones (pese al escaso tráfico aéreo), filas laberínticas, un griterío permanente en los arribos y salidas, aunque eso sí, hay muchos negocios, muchos puestos. En esos espacios sí que hay silencio, lugar y hasta cierto confort. ¿Los pasajeros? Bueno, ésas son personas que vienen y van, están poco rato allí: lo importante parece estar en el negocio de los negocios.
José Octavio Bordón me cita allí, para hacer una entrevista, previendo lo que más o menos es una ley no escrita en el país: los vuelos muy raramente cumplen con los horarios anunciados. Y, nobleza obliga, su vuelo, con destino a Buenos Aires, salió puntualmente. Pero hubo una primera charla, algunas preguntas y otras tantas respuestas.
Era lunes, de tarde más bien tardecita. En la mañana de ese mismo día Bordón había regresado a Casa de Gobierno, convocado por el actual gobernador, en una reunión de ex gobernadores mendocinos, lo que se ha destacado como un hecho inédito: la convocatoria fue amplia, generosa. El tiempo dirá si tan sólo se trató de una foto simbólica o bien del comienzo de una nueva etapa política: aprovechar las experiencias para mejorar el presente. Nada extraño, al menos en la cultura oriental, donde la palabra de los mayores tiene la fuerza de la sabiduría. O en la cultura nórdica. O en la americana, pero no exactamente la de los Simpsons.
- Lo saludan muy bien las personas, acabo de ver el contacto estrecho que mantiene a pesar de los años, y está apurado. Casi casi parecen los tiempos de gobernador o embajador
- Como gobernador era más agitado y más lindo (ríe).
- ¿La extraña? ¿La sensación?
- A ver… son etapas cumplidas. Pero la verdad que para mí ser gobernador fue la tarea que yo creo que mejor preparé. Y de todas mis actividades públicas la que más me gustó. Me hizo sentir bien ser gobernador de Mendoza.
- ¿Hay que tener un temple especial para eso, para gobernar? ¿Es fácil?
- No, no es fácil. Pero yo creo que en mi caso fue una construcción, donde, obviamente, yo tenía el rol de conducción, pero con un gran equipo. Y llegué con un equipo muy amplio de gobierno. Fue un trabajo muy intenso de preparación, especialmente desde 1985 a 1987. Recorrimos cada rincón de la provincia, desde la casa más sencilla hasta la fábrica con mayor capacidad exportadora, desde una pequeña escuela en el límite con La Pampa, donde geográficamente ya nos convertimos en Patagonia, hasta lugares más sofisticados y desarrollados en ciencia y técnica de la provincia. Así que fue una tarea realmente muy interesante. Y también muy positiva y muy linda de mi vida.
- Los cambios en las últimas administraciones, a partir de Iglesias y hasta ahora, han sido transiciones lentas, pesadas, anárquicas, improvisadas. Se extraña aquella forma en la cual, como fue su caso con Gabrielli, la gestión comenzó desde el primer minuto.
- Uno no debe autoevaluarse. Lo que sí es claro que en nuestro caso comenzamos a prepararnos con mucha anticipación. Y también estaba claro quién era el candidato con mucha anticipación. Eso facilita las cosas. Por eso creo que es muy importante el funcionamiento a pleno de las fuerzas políticas, tanto su vida interna, que es la que permite el proceso de selección, y después el debate público y la competencia entre los partidos políticos. Y luego sí, la capacidad de poder convocar a todos los sectores, sin distingos. En ese sentido la candidatura de Celso Jaque tuvo la virtud, en un momento en el cual aún no se han recompuesto los partidos políticos, de haber surgido de un proceso electoral interno. Y esto creo que explica en parte lo que algunos denominan su “sorpresivo” éxito. No ha sido candidato del fruto de una negociación, sino de un trabajo.
- ¿Cómo analiza la convocatoria de ex gobernadores de la que acaba de participar?
- Y la verdad que el día de hoy ha sido muy importante. Poder encontrarnos con él, invitados por él, y que todos hayan aceptado, salvo el caso de Ueltschi, que aceptó, pero que no pudo venir por razones personales. Ha sido un día muy importante. En Mendoza ha habido un proceso distinto, aún con nuestras virtudes y defectos. Ya estamos por la tercera renovación. Yo vine a renovar el proceso de una administración radical, luego de varias administraciones justicialistas. Es decir que hay alternancias en los gobiernos. Y eso tiene una virtud: no tener gobiernos burocratizados ni feudalizados. El peligro, en cambio, es que no haya continuidad. Por eso la idea de poder reunirnos es como el deseo de que podamos plantear algunos temas de largo plazo, que trascienda una administración, y podamos darle continuidad a ciertos temas estratégicos.
- Disculpe que insista, pero ¿no extraña que desde el primer minuto de un nuevo gobierno la provincia esté, efectivamente, gobernada y organizada?
- Cada etapa tiene su circunstancia. Lo importante es que cada gobernador pueda cumplir su papel y su rol. La convocatoria de Jaque a los seis gobernadores es una propuesta que he aceptado con entusiasmo. Aspiro que de algunas respuestas concretas y positivas.
- Su opinión sobre el actual proceso electoral norteamericano es significativa, ya que viene de ser ni más ni menos que embajador de nuestro país allí.
- Hoy le decía a algunas personas, justamente, que lo más importante de EE.UU., más allá de los aciertos y los errores, y a veces las muy graves circunstancias por las cuales han pasado, es la importancia del debate público.
- La actual campaña es, en este sentido, ejemplar. Y muy creativa.
- Exactamente. ¿Y sabe por qué? Porque el debate público en sí no es todo, pero es muy importante, ya que le permite, a la gente que así lo quiere, participar. Hoy tenemos una elección donde el electorado estaba fuertemente volcado, después de casi ocho años de administración republicana, a un cambio a favor del Partido Demócrata. Y dentro de este partido se ha dado un hecho inédito: es la primera vez que de una mujer y de un descendiente de padre africano surgirá el candidato presidencial de los demócratas, que es el que hoy tiene las mayores posibilidades de triunfar en la elección general. Esto habla de un proceso importante: la conciencia de que deben cambiar, por razones internas, y también por las externas. Sin perjuicio de eso, así como hace un año se decía que la señora Hillary Clinton iba a ser la presidenta, todavía resta un proceso interno definitorio. Ella expresa una gran capacidad, equipo, experiencia, conocimiento. Mientras que Obama representa lo nuevo, la voluntad de cambio.
- Lo que parece olvidarse es que el oponente de fondo no es un candidato para desmerecer.
- McCain es una persona de un gran prestigio. Un conservador… Yo recuerdo un almuerzo, no hace más de tres meses, en el que estábamos diez, doce personas, entre ellos un gran periodista americano, (Bob) Woodward, del Washington Post, que fue uno de los dos que hicieron la famosa investigación…
- ¡El Watergate!
- Sí, el caso Watergate, que terminó con la presidencia de Nixon. Y este periodista le hizo una pregunta muy sencilla a John McCain: ¿Cuál sería su primera medida de gobierno como presidente? Y él le contestó: “Cerrar Guantánamo”. Todos los miramos, sorprendidos. Y agregó: “No se puede luchar contra el terrorismo teniendo lugares ocultos en los que no sabemos si están torturando”. Esto habla de que va a haber una competencia muy importante. El es un héroe de guerra, un hombre sin resentimientos. Y es un conservador pleno. Los otros son liberales, progresistas plenos: Obama y Hillary, que ya están haciendo una elección muy pareja. Y aunque lleva ventaja en la general es también una dificultad, pues está retrasando la postulación de un candidato definitivo. Pero esto se resolverá el 4 de marzo, cuando se vote en Ohio y Texas. No sé si va a clarificar, pero sí a definir.
- O sea que la gran enseñanza de esta elección de la mayor democracia del mundo es el debate y el respeto…
- Y el no tener miedo a debatir temas muy duros y muy dificultosos, así como también a debatir errores.

Escena 2: BlackBerry
José Octavio Bordón, debido al escaso tiempo en el aeropuerto, se ofreció a responder el resto de las preguntas mediante correo electrónico. Desde su BlackBerry aprovecha para trabajar, estando aquí, en programas y consultorías para países de América Central, financiados por organismos internacionales. Es un hombre que utiliza la tecnología para optimizar su tiempo y su trabajo. Mientras envié un cuestionario básico, el domingo siguiente apareció en Buenos Aires una entrevista que publicó el diario Perfil. Reportaje a fondo: pasado, presente y futuro.
Ese mismo domingo Bordón estaba descansando en el campo. Y mientras le iba comentando el reportaje ya publicado él me hacía llegar por e-mail, en vano, algunas respuestas. La conexión no llegaba hasta las sierras donde estaba. Sí dijo que las había respondido a todas, una por una, de puño y letra. Y se disculpaba porque los mails que enviaba invariablemente rebotaban. Hasta se ofreció a ir a un cyber, lo cual fue descartado. Extrema amabilidad, la suya. Así entonces la única respuesta que llegó completa fue la primera:
- Desde la perspectiva histórica ¿cuál fue el mayor aporte que usted dejó al ser gobernador de Mendoza?
- Creo que preparar y ejercer la gobernación de Mendoza fue lo más importante, lo que mejor hice y lo que más satisfacciones y orgullo me ha dado mi vida publica. Entre los logros, entiendo que uno de ellos fue en el plano cultural: la idea de que la construcción de la provincia es una tarea acumulativa y de conjunto. Recuerdo que en nuestra propuesta electoral y en el primer mensaje a la Legislatura, afirmé: “No venimos a fundar a Mendoza, venimos a continuarla y mejorarla”. La unidad provincial para afrontar la crisis hiperinflacionaria del 89-90 o la cooperación entre municipios de distinto signo político con el gobierno provincial, fueron algunos ejemplos claros de esta política.

Escena 3: Chacras de Coria
Diez días después del encuentro en el aeropuerto Bordón ha llegado al este del paraíso: Chacras de Coria. Lo primero que hizo fue mostrarme las hojas con las respuestas a las preguntas. Su grafía no tiene nada que envidiarle a la de un médico estresado. Lo segundo que hizo fue traer tortitas raspadas. Estaba relajado, disfrutando de cada árbol y pájaro de su jardín. Es un Bordón maduro y experimentado. Esta vez la charla no fue interrumpida, salvo una vez, en que entró un llamado a su BlackBerry: la secretaria del embajador norteamericano le pedía consejos para la estadía del diplomático durante la Fiesta de la Vendimia. Y como buen anfitrión y gran conocedor de las dos culturas, los tips ofrecidos a la embajada de EE.UU. fueron más que exactos. Incluso se marcó en la agenda un té con Wayne para estos días, una charla y encuentro informal. ¿Una charla y encuentro informal? Eso es lo que se dice en estos casos.
Y de este modo, face to face, concluyó este reportaje con uno de los más prestigiosos gobernadores de Mendoza desde la apertura democrática: José Octavio Bordón, el sociólogo.
- ¿Cuál cree fueron sus mayores logros durante aquellos cuatro años?
- Pienso que impulsamos fuertemente el poner la producción y el trabajo en el corazón, en el centro, de todas nuestras estrategias de transformación y descentralización del Estado, de construcción de infraestructura y en las políticas sociales. Lo hicimos acompañando esta recuperación de la tradición mendocina: producción, esfuerzo y trabajo. Le dimos una visión moderna de diversificar, cualificar y lanzar hacia el mundo nuestra producción. La transformación vitivinícola y en el marco de ella el cambio de Giol es un claro ejemplo. El éxito alcanzado luego de casi veinte años no es exclusiva consecuencia del diseño y ejecución de las políticas de nuestro gobierno, sino también, y muy especialmente, de la continuidad y profundización que tuvieron en el tiempo. Tanto del sector gubernamental como desde el sector privado y social. Otro de los logros fue impulsar un federalismo de concertación. El mejoramiento en un 25 % en la distribución de los ingresos de los impuestos coparticipables entre las provincias, y junto con ellas el incremento en relación con la Nación, que lamentablemente fueron derogados por los acuerdos fiscales de Menem y Cavallo. Fueron medidas de la consecuencia de un liderazgo de concertación. Y otro tanto los acuerdos vitivinícolas con las provincias productoras. Y la recuperación de las regalías energéticas para las provincias. Y no me quiero olvidar de la solución de un viejo diferendo con La Pampa por el uso del agua, cuya medida nos permitió, entre otras cosas, sentar las bases para los Nihuiles. En síntesis, había un espíritu de federalismo de concertación y no de confrontación.
- El caso de las liquidaciones de las regalías petrolíferas fue un verdadero hito. Se recibieron más de 600 millones de dólares.
- ¿Y quién era el presidente de ese grupo? Mendoza. Esta manera permitió éxitos particulares para la provincia, pero no en un marco de confrontación con las otras, sino en un liderazgo de construcción. Quedan otros logros importantes, como en el tema de la salud, pero creo que no se trata de repasar una gestión, porque, además, la extensión del reportaje no lo permitiría. Y simplemente me gustaría decir que un tema no menos importante para mí fue la independencia del Poder Judicial. Es un tema normal, no debería tener ninguna virtud especial, pero para nosotros fue muy importante como forma… Por ejemplo: decidimos limitar el peso discrecional del gobernador para designar los jueces provinciales y la incorporación de las temáticas de medio ambiente y la ciencia y la técnica entre las responsabilidades del gobierno de la provincia. Vistas retrospectivamente son decisiones que yo valoro aún más de los que la valoraba en su momento.
- Ignoro si está en sus planes o en sus anhelos, pero ¿es descabellado pensar que usted pueda en algún momento volver a ser gobernador de Mendoza?
- Yo digo: no creo que sea descabellado pensar en ser gobernador para alguien que ya lo hizo y después de veinte años tiene la experiencia de haberlo hecho razonablemente bien… Y además atesoro cuatro lustros de experiencia pública y privada, a nivel nacional e internacional. Sinceramente creo que podría ser mejor gobernador que entonces, aunque nunca se sabe. Sin embargo, para hacerlo, habría que comenzar ya a caminar de nuevo la provincia. Por mis obligaciones siempre he estado cerca, siempre visitándola, pero fuera de ella en los últimos cinco, seis años. Y expresar claramente esta decisión, a más tardar, a principios de 2010. Y sinceramente yo pienso que puedo ser más útil colaborando con el presente gobierno y ayudando a las nuevas generaciones a llegar en las mejores condiciones a ocupar ellos el liderazgo local y provincial. Descarto ser candidato nuevamente aunque nada me enorgulleció tanto y me gustaría más que ser gobernador de Mendoza. No es un tema menor para mí. Sólo que me parece que debiera usar este tiempo en otro tipo de tareas.
- ¿Cuáles serían los tres ejes centrales para impulsar el reposicionamiento de Mendoza, no sólo dentro del país, sino en el exterior? En este aspecto su trabajo en Estados Unidos tiene un valor extraordinario.
- Por un lado, mantener e incrementar la competitividad que hemos logrado en la vitivinicultura, el turismo y algunas otras actividades agropecuarias. Por otra parte, incrementar las redes productivas de estos sectores dinámicos con otras producciones agrarias, industriales y de servicios. Al mismo tiempo, recuperar el tiempo perdido en relación al mundo, pero también a provincias como Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Río Negro, en las áreas de alta tecnología, que son claves para competir con gente capacitada y con buenos salarios, que es el sentido último de la competitividad. No es menor mantener y mejorar la calidad en los servicios de educación, ciencia, técnica y salud. Recuperar para la provincia su imagen y realidad de provincia en seguridad y limpieza, que la hemos perdido. Garantizar una mejor estructura productiva y superar los serios cuellos de botella que tenemos en nuestra conexión de transporte con el país y con el mundo. Si usted analiza pongo más énfasis, respecto a la inserción en el mundo, en el medio ambiente productivo, más que en la promoción. Considero que la mayor limitación que tenemos, y esto también en una visión nacional, no es de mercados, sino de ofertas y capacidad y democratización en la información y capacitación para acceder a los mercados y competir en ellos.
- Aquí, el pensamiento dominante es que necesitamos promoción, promoción y promoción. No sabemos muy bien de qué, pero lo imp0rtante es promocionarlo.
- Es importante, ese aspecto, claro. Pero creo que la clave es organizar a los jóvenes capacitados que tenemos, para que, con manejo de lenguas extranjeras, y viviendo en Mendoza, utilicen todos los canales nacionales e internacionales de comercialización. Pero, sobre todo, preparar y recibir con calidad y calidez a nuestros eventuales clientes e inversores. Todo esto no sirve sino se hace un seguimiento constante e inteligente que el mundo de los negocios hoy exige. Mis casi cinco años en Estados Unidos, un gran mercado para nosotros, es un ejemplo: la penetración de nuestros vinos creciendo en prestigio, valor y volumen demuestra que no es imposible. Yo creo que hay que ir afuera, lo que siempre supone un costo. La clave, y especialmente para Mendoza, es poder recibir. Porque acá se vive la competitividad. Si vienen, y recorren, y encuentran una provincia sucia, sin comunicaciones ni buenos hoteles… La clave es estar preparados acá, lo que no quita el asunto de la promoción. Pero en el mundo moderno la clave es cómo recibimos a los que recibimos.
- ¿Tiene opinión formada acerca de la problemática originada a partir de ciertos nombramientos polémicos de la actual administración Jaque?
- Sinceramente no tengo un conocimiento pleno. Recién estoy comenzando a recibir información más directa. Y para ser igualmente honesto, si estuviera al tanto, no sería prudente que opine en este momento. Tengo información, pero muy periodística.
- A propósito de la reorganización del peronismo: ¿cómo le gustaría que fuese de cara al siglo XXI? ¿Cuál será su participación? Ideológicamente, ¿cambiará el rumbo?
- Considero oportuno y necesario que la reorganización se haga en este momento. El partido lleva casi cinco años congelado. Desde hace más de una década que no se practica el debate ni la democracia interna, con algunas puntuales excepciones. Y esto deteriora la calidad de candidaturas y propuestas, y aleja a la gente común de la participación y el interés por la cosa pública. En política, como en ajedrez, el juego se debe iniciar con las piezas blancas, que son las que tienen la iniciativa. Y esta reorganización, de la fuerza mayoritaria y más importante de la Argentina, puede generar el espacio para que también la oposición, hoy fragmentaria y débil, encuentre también la democratización necesaria que le permita jugar el importante papel de control, límite y alternativa. En lo ideológico no creo que el justicialismo deba abandonar sus principios filosóficos del humanismo trascendente, de su tercera posición frente al individualismo egoísta o el integrismo autoritario y estatista. Tampoco debe renunciar a su compromiso de paz, integración y defensa de las culturas locales, así como al proceso de regionalismo y universalismo, o a su defensa de los derechos humanos, la democracia integral, la justicia social y la defensa del medio ambiente. Y todo esto se trata de actualizarla en un clima de lucha por las ideas, de respeto a la diversidad y de prácticas pluralistas. Obviamente, si este proyecto de reorganización finalmente fuera simplemente un instrumento para fortalecer liderazgos, tendrá patas cortas y fracasará. Prefiero creer en la buena fe y colaborar. Y estar atento por si uno piensa que, para no perder el camino correcto, tiene que opinar, criticar o proponer alternativas.
- Hay algo que me sorprende enormemente : si usted fuera elegido, algún día, secretario general de Naciones Unidas o la OEA, aceptaría. Y lo haría bien. Pero siempre diría que lo mejor y lo más importante fue haber gobernado Mendoza. ¿No es insólito?
- Sí, sí. Y lo digo afuera, también. ¿Por qué? Porque Mendoza para mí fue una opción de vida. Tuve una conexión muy extraña, sanmartiniana, desde muy chico. Y no sé por qué una pasión por la sierra y la montaña. A pesar de haber nacido en Rosario y criado en Buenos Aires. Mi pasión “canalla” de Rosario Central me viene por mi abuelo, que vivía en Arroyito. De chico me imaginaba a San Martín viendo las nubes que venían por el oeste. Y mi padre tenía un gran cariño por Mendoza. Había venido a trabajar y hablaba de las acequias. Mi primera vendimia fue en 1962. Yo tenía dieciséis años. Y me quedé fascinado. Y después las vueltas de la vida: la facultad de Medicina, que dejé, para entrar a Ciencias Políticas y Sociología. Allí un amigo me dice: “hay dos mendocinas inteligentísimas y se ve que tienen mucha vocación política”. Así conocí a Mónica Inés González Gaviola, mi mujer. Hace cuarenta años que decidimos ser una pareja y treinta y siete que estamos casados. Fuimos los dos primeros en terminar la carrera, en Buenos Aires. Y la verdad que el que más empujaba para venirnos acá fui yo. Así que a los pocos días de recibirnos nos casamos y ya vivíamos acá. O sea que Mendoza fue una opción de vida. Y una pasión para tener nuestra familia, educar a nuestros hijos.
- En un momento el bordonismo era como un password de la Mendoza profunda.
- Se hablaba de bordonismo, pero yo nunca sentí que era un líder carismático o individual o mágico. Todo aquello fue un trabajo de equipo. Y no solamente el equipo que fuimos formando, en la parte técnica-política, sino personas con experiencia del justicialismo, de la universidad, de las ONG. La verdad es que trabajamos cuatro años para gobernar la provincia y cuando accedimos teníamos muy claro lo que había que hacer. Porque una cosa es tener claro lo que hay que hacer y otra empezar a hacerlo.
- Retomando la visión retrospectiva, ¿no existe un paralelo entre el fenómeno Alfonsín en el país y el suyo aquí?
- (Larga pausa) Aquello tuvo una dimensión nacional de devolver la esperanza en la democracia. Y de alguna manera de recibir el mandato de aquel abrazo Perón-Balbín. Alfonsín fue el primero que le ganó al justicialismo por buenas razones y en una elección no fraudulenta. Y el puso junto en el discurso la democracia con la justicia social. (Nueva pausa) Lo nuestro tuvo que ver, y de ahí la frase el “arriba Mendoza”, con una sensación que había: un gobierno de gente buena, honesta, pero con la sensación de que Mendoza había perdido liderazgo. Y fue un proyecto de menor significancia que lo nacional, pero muy integral: la recuperación de una tradición, pero al mismo tiempo de la modernidad. Y pienso que los mendocinos lo comprendieron y lo acompañaron. Y nos fuimos muy bien del gobierno. Siempre digo que había más gente en Casa de Gobierno el día que me fui, despidiéndonos, que cuando llegamos. Y éste era mi sueño. Y si hemos cometido algún error serio, errores se cometen siempre, creo que ha sido en mi desempeño político posterior. En esos cuatros años de gobernador trabajamos muy bien, en un clima de unidad provincial. Nunca tuvimos idea de apropiarnos de la oposición. Tanto es así que no fue nada fácil que mi sucesor, primero, pudiera derrotar en la interna al candidato de la otra lista del partido, y después que derrotara al actual intendente de la ciudad. Tuvimos gran colaboración de la UCR y de algunos sectores del Partido Demócrata en momentos muy difíciles.
- Existía una más que interesante competencia por las obras realizadas entre el gobierno provincial y los municipios. Me refiero a obras importantes, bien ejecutadas, planificadas.
- Nos reíamos con Fayad, porque alguna gente me paraba y me felicitaba por lo linda que estaba la Peatonal, que la había hecho él. Y otros lo felicitaban a él por la limpieza del Parque, que, en realidad, lo hacíamos nosotros. Y se daba con otros municipios, también. Era muy positivo, ya que nos peleábamos para ver quién hacía más cosas. Y yo creo que esta es la esencia de la democracia: que la gente compita por ser mejor que el otro. Y no porque al otro le vaya mal.
- Este es un momento bisagra para Mendoza. No diría que el escenario sea realmente patético, porque no quiero ser tan exigente, pero la situación es preocupante: una creciente pauperización en distintos aspectos de la vida.
- Sin levantar más expectativas que las necesarias, creo que fue importante la reunión a la que nos convocó Jaque. Y es algo que conversó conmigo hace un tiempo, creo que fue en Atlanta, cuando ya era candidato. Y algo también habíamos conversado antes. Y me refiero al entusiasmo, y al clima que hubo en la reunión de ex gobernadores, frente a los temas importantes. En el análisis de lo que sucedió diría que se trató de no echarle la culpa al último. Y a cambio encontrar soluciones. Porque, además, si hay problemas graves hoy, alguna responsabilidad cada uno de nosotros ha tenido y alguna otra la tendrá la sociedad. Pero lo importante son las soluciones. Y creo que este espíritu es el que hay que recuperar. No es fácil. Pero la convocatoria es una buena iniciativa. Y desde el punto de vista cultural genera la actitud de que la provincia, y me refiero a la gente que vive aquí, es más importante que nuestras individualidades y nuestros partidos.
- Por último quisiera saber, si es que usted lo ha pensado, ¿a qué tipo de mujer se parece Mendoza?
- Mónica, mi mujer, es mi mendocinidad. Y seguramente nadie me ha enseñado a conocer mejor Mendoza que Mónica. (Piensa) Mendoza es como una mujer que hay que admirar, enamorarse de ella. Puede entrar inicialmente por los ojos, pero, realmente para conocerla, hay que enamorarse a fondo. Conocerla en toda su magnitud para saber todo lo que significa. Y por eso mismo también es muy difícil dejarla (risas). Mendoza no es una mujer fácil ni es mujer para el amor superficial. Y si uno cree que es amor en el primer impacto también se puede desilusionar mucho. Mendoza es una mujer profunda.

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