Retrospectiva de William Turner en el MET



El Museo Metropolitano de New York abrió la semana pasada la mayor retrospectiva de William Turner, que se prolongará hasta el 21 de septiembre de 2008. Los comisarios de este formidable iniciativa del Metropolitan Museum of Art son Gary Tinterow y Kathryn Calley Galitz. No ha tardado en ser considerado como todo un acontecimiento cultural en la ciudad, así como lo fue en su momento en Washington y en Dallas, donde la exposición pudo contemplarse hace algunos meses.
Se han reunido cerca de 150 obras, 85 de las cuales proceden de la Tate Britain, donde se custodia una buena parte del denominado Turner Bequest: un conjunto de aproximadamente 100 óleos cedidos por el artista a Gran Bretaña y entre los que se encuentran algunos de sus trabajos más importantes.
Turner fue de esos artistas altamente valorados en vida, con una producción estimada en más de 500 pinturas y unas 1500 acuarelas. Su carrera fue meteórica desde los inicios. Con 14 años ingresó en la escuela de la Royal Academy of Arts y pronto empezó a colgar cuadros en sus exposiciones anuales, convirtiéndose con tan sólo 26 años en el académico más joven de la historia de la institución, de la que cinco años después sería también profesor de perspectiva. Esta retrospectiva, con la que se dibuja un completo recorrido por toda la producción de Turner, de forma cronológica y temática, se ha dividido en diez apartados.
Sus inicios están protagonizados principalmente por acuarelas y dibujos, aunque pronto el artista muestra su deseo por convertirse en un respetado pintor y comienza a pintar óleos, como Fishermen at Sea (1796), que sería su primera pintura expuesta en la Royal Academy. Posteriormente se pone el acento en aspectos que pueden considerarse determinantes para la formación del estilo que caracterizaría buena parte de su trabajo, desde los ya mencionados efectos atmosféricos, la idea de lo sublime o el dominio absoluto de la acuarela; para posteriormente centrarse en acontecimientos significativos como sus viajes por Europa una vez terminadas las Guerras Napoleónicas en 1815, lo que le permitió introducir una paleta más vibrante como resultado del empleo de nuevos pigmentos; o su interés por la modernidad, lo que en su pintura se tradujo en el cambio de temática, del mundo rural a una sociedad industrializada.

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