Messi y su reciente biografía

La siguiente nota fue publicada en el suplemento Cultura, de diario Los Andes, en Mendoza. Es una aproximación al Messi que no se conoce, aquel protagonista de un libro que recorre buena parte de su rica aunque corta vida. Leonardo Faccio ha escrito la biografía del mejor jugador de fútbol en la actualidad. Y de eso trata esta nota.




El mundo redondo, como un fútbol
El periodista argentino Leonardo Faccio es responsable de la última biografía sobre el jugador del Barcelona, “Messi, el chico que llegaba tarde”. Allí vuelca una investigación meticulosa que lo ha llevado a revelar detalles que hasta ahora eran rumores sobre la vida particular del futbolista. Y otros pasajes más que interesantes sobre la vida de un argentino fuera de serie.

Mauricio Runno - Especial para Cultura
Es una pena no saber lo que hoy opinaría Roberto Fontanarrosa. Hincha de Rosario Central, al fin (y al principio), sobre el astro con pasado en la vereda de enfrente, la de Newell´s, esos pasados que ni por ínfimos se olvidan en las leyes no escritas del fútbol. Y es también una pena no saber lo que también podría opinar Osvaldo Soriano, en pluma deportiva, aquellos deleites de crónicas a los que nos tenía mal acostumbrados.  
Uno intuye que Soriano ya le hubiera encontrado la vuelta a Messi, hace rato, lo que hubiera ayudado a cierto maradonismo post-Maradona, a seguir más de cerca los brillantes cometas Halley que surgen en los pies de la figura más rutilante del deporte más popular del mundo.
Leonardo Faccio es autor del flamante libro “Messi, el chico que llegaba tarde”, texto sobre el jugador nacido en Rosario, quien hoy se encuentra en el momento más alto de su carrera deportiva. Se trata de una oportunidad inmejorable para conocer más acerca de un argentino distinto. Pese a su corta edad, Messi ya ha inscripto su nombre en la galería de argentinos trascendentes. Y sin buscarlo es también uno de los arquetipos del argentino siglo XXI. 
De cómo triunfar en todo el mundo sin haber vivido casi la mitad de su vida fuera del país. O de cómo el éxito no pareciera convencer a los propios argentinos de la magnitud de un fenómeno global. O de cómo aún hay personas que creen que el único éxito debe ser antecedido de bravas resistencias, al estilo federales y unitarios.
Difícil hablar de patria y fútbol, aún más difícil cuando no se sabe cuál término emplear en primera instancia. Es la patria, ¿un equipo de fútbol? ¿El fútbol, entonces, podría ser una patria? Una de las mejores cosas que pueden suceder con ambas categorías es que ninguna se alimenta de una idea unánime. Si el fútbol posee “la dinámica de lo impensado”, tal como escribió Dante Panzeri, lo impensado es todo lo opuesto a lo unánime, ya que ni siquiera podría haberse siquiera previsto.
Contagiar, portar y luchar por la emoción de la patria, el orgullo por lo nacional, es el mandato histórico: somos campeones del mundo, nuestra patria brilla en lo más alto. España, el último de ellos, no pareciera ser un ejemplo apropiado para cuantificar lo irrelevante de un título mundial y su contribución a la patria. 
El libro de Leonardo Faccio también investiga allí: en la preparación de una generación de futbolistas, una idea, una contra-idea: desde hace más de una década el equipo catalán prepara deportistas con un perfil muy determinado: baja estatura, dominio del balón, agilidad mental y talento “impensado”. Messi es uno de ellos, el sueño realizado. Es parte de la generación de los futbolistas no atléticos que alguien alguna vez pensó para el Barcelona.
El autor del libro recibe este cuestionario en Barcelona luego de la última intervención rutilante de Messi en 2011: acaba de pasear al Santos en Japón, por la final del Mundial de Clubes. Una vez más Messi lleva a su equipo a la cumbre. Cuando vuelven las respuestas de Leonardo Faccio, vía mail, Messi ha recibido en Buenos Aires el Olimpia de Oro, la máxima distinción del deporte en su país.

-La primera sensación luego de leer tu libro. Messi, ¿es un genio sorprendido por sus extraordinarias habilidades?
-Messi genera espejismo. Cuando la selección argentina quedó eliminada de la última Copa América él fue el único jugador que se quedó en hotel después del partido. Quería estar solo. Necesitaba hacer el duelo de la derrota. Creo que Messi es más consciente que nosotros de sus habilidades: llora cuando pierde. No concibe el fracaso, y gracias a su carácter humilde y regularidad en la cancha nos hace ver lo extraordinario como si fuese normal. En el libro cuento intimidades de su excepcional  vida pública, y también doy detalles de su rutinaria, casi anodina, vida privada. El contraste, me parece, ayuda a revalorizar al chico que conocemos por televisión.

-Messi, ¿es un chico solitario o cada vez menos chico y más solitario?
-Como todo prodigio, Messi vive la soledad desde la infancia. Ante la expectativa del público el talento propio es su única compañía. El tenía cinco años cuando entró a una cancha por primera vez. Desde entonces la soledad es proporcional a su crecimiento. En su vida privada suele demandar el reparo de su familia y es verdad que esquiva a las multitudes, más por timidez que por antipatía.

-Es sorprendente el detalle de sus rutinas de sueño. ¿Dormirá tantas horas, como se apunta en el texto, acaso para olvidarse que es el propio Messi?
-Adoptó la tradición de la siesta por varios motivos.  De pequeño dormía para crecer. Además de la medicación, el reposo le ayudó a regenerar sus células. De mayor, como todo deportista, necesita dormir para reponerse del desgaste físico, pero también porque se aburre lejos de la pelota. La siesta es un antídoto contra el tedio. Nadie se aburre cuando duerme.




-¿Representa la fábula de quien supera desafíos, como motor del progreso? ¿Es su legado? ¿Su toque de argentinidad?
-Lo veo como a un chico con una misión de vida. El éxito o el fracaso con el balón puede reportarle tanta felicidad como tormento. Al llegar a Barcelona se centró en el fútbol y construyó su identidad fuera de Argentina, en torno al balón. Las dificultades que podían truncar su carrera –su problema para crecer, los efectos del desarraigo -, lejos de desanimarlo parece que lo fortalecieron. La adversidad es su hábitat.

-¿Será la de Messi una historia edificante del capitalismo? ¿Por qué no la es la de Maradona?
-Messi posee una voluntad moral poco vista en el ámbito profesional. Cuando jugaba en las inferiores de Newells, llegó en el segundo tiempo de un partido porque se había quedado encerrado en el baño de su casa. Rompió un vidrio para poder salir y su equipo, que iba perdiendo, ganó tres a dos gracias a sus goles. El premio era una bicicleta. Juan Villoro dice que hoy Messi sigue jugando por la bicicleta. Demuestra pasión por lo que hace y Maradona demostró lo mismo en su momento, aunque fuera de la cancha fue víctima de su propio genio.

-El testimonio de Valdano, asumido madrilista, es también otro argentino inusual para la realidad del fútbol argentino.
-Valdano, en cambio, consiguió capitalizar sus dotes de estratega en la asesoría deportiva cuando dejó de jugar. Ese compromiso con los valores del oficio puede verse como edificante. Pero la voluntad no es estática.

-¿Hasta cuándo Messi mantendrá la conducta que le conocemos? 
-Nadie puede saberlo. Con frecuencia olvidamos que apenas tiene 24 años.

-¿Cuál es la impresión que te causó el doble de Messi? Parece un personaje de novela de Soriano o salido de un poema de Borges sobre los espejos y los reflejos, la otredad.
-Borges dijo alguna vez que gracias a su ceguera él podía ver con mayor claridad. Al doble de Messi le sucedió todo lo contrario. Descubrió que su aspecto físico podía ser una buena oportunidad comercial, pretendió tener vida propia ante las cámaras de TV y no pensó que en el relato épico del fútbol los actores secundarios  nunca sobreviven fuera de la sombra de los protagonistas. Eso sólo sucede en los cuentos de Soriano. Las luces de la fama le impidieron ver que el auténtico Messi –quien prefiere no verse cuando aparece en TV- iba a rechazar a su propia caricatura.

-¿De qué equipo sos hincha?
-De pequeño me hice hincha de Independiente hipnotizado por el genio de Ricardo Bochini, pero nunca fui un “hincha” del fútbol.  Vivo esa pasión de prestado. Gracias a mis amigos he sentido de cerca la angustia de penal, la alegría de la victoria y la tristeza de las derrotas.

-Messi se fue del país en febrero de 2001, uno de los momentos de mayor descalabro en la vida nacional. ¿Es posible equiparar el fenómeno Messi con lo sucedido en la Argentina en esta última década?
-La vida de Messi es equiparable a la de muchos inmigrantes. Vivió el rechazo en su país y su única salida fue  la fuga, el auto exilio. Antes de partir al Barcelona su padre había buscado ayuda en clubes argentinos para que el hijo no interrumpiera su costoso tratamiento para crecer. Newell´s Old Boys colaboró sólo durante dos meses. River Plate le negó el apoyo. Su destino de extranjero fue forzado. Ahora su vida comparte algunos episodios con las vidas de grandes mitos: el abandono del hogar a temprana edad, el origen humilde, una enfermedad. Es la historia de Evita y Maradona. Igual que el Che Guevara, Gardel y Piazzolla, Messi también fue reconocido fuera de su país antes de regresar a él.  Le negaron un sitio donde depositar su lealtad y hoy se lo espera como un Mesías.

-¿Cuáles fueron los límites que te impusiste a la hora de terminar de escribir este libro? Pienso en información o muy privada o negada al gran público.
-Lo explico con un ejemplo: una tarde los abuelos de Messi me reciben en su casa, una construcción humilde, y se quejan de la evidente postergación económica en la que viven. Casi nadie a la edad de Messi se ocupa de sus abuelos. No hay novedad en eso. Pero los conflictos familiares siempre reflejan el nivel de influencia de sus miembros. A Messi lo explica su entorno. En el libro busco una dimensión humana que el relato de la prensa deportiva –por épico y vertiginoso- suele negarnos. En función de ese objetivo, no me puse límites para escribir. Eso no quita que al narrar ciertas escenas haya intentado no ser ofensivo sin usar eufemismos.

-En medio de la parafernalia que es su vida asegura que su cable a tierra es Rosario. Me preguntaba cuál era el tuyo y si eso es geográfico, ya que también residís en Barcelona.
-Barcelona es la oficina de Messi y Rosario su casa. El construyó su vida en España en torno al fútbol y dejó las distracciones en Argentina. Mi caso es diferente: no necesito cruzar el océano para encontrar un cable a tierra.

-¿Cómo superar la admiración por una persona que día a día parece deslumbrante, y escribir un libro donde se intenta reunir datos para escribir una biografía? ¿Hasta cuándo se puede estar enamorado del personaje?
-No ser fanático del fútbol ni de Messi me ayudó a tomar distancia a la hora de trabajar. No tuve problemas en ese aspecto. Pero también es cierto que para comprender el contexto fue necesario dejarme afectar por el síndrome de Stendhal –esa enfermedad psicosomática que causa vértigo y aumento del ritmo cardíaco ante la belleza de una obra de arte- cuando veía los partidos del Barcelona. Pero eso no es amor. Es embriaguez.

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