Las mendocinas que alertan del problema ambiental de jabalíes y conejos de Europa


Fernanda Cuevas y Yasmin Bobadilla son mendocinas y trabajan en el Grupo de Investigaciones de la Biodiversidad (GIB) del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas. Se han dedicado al estudio de la ecología y al impacto de dos Especies Exóticas Invasoras (EEI) introducidos en las zonas áridas de Argentina: el jabalí y el conejo europeos.

Estas especies han sido introducidas intencionalmente por el hombre o involuntariamente por alguna de sus acciones. Consiguen establecerse y multiplicarse causando impactos negativos en zonas áridas de Argentina.

Ambas investigadoras aseguran que en Argentina hay más de veinte mamíferos exóticos invasores. Y al menos seis pueblan las zonas áridas. Fernanda Cuevas estudia el estado del jabalí europeo introducida a principios del siglo pasado como presa para la caza deportiva. Y con Yasmin Bobadilla se han centrado en el estudio del conejo europeo, originario de Francia y traído al país con fines alimenticios. 

¿Cuáles son los efectos negativos que provocan estas especies? Uno de los más importantes es el desplazamiento de especies animales autóctonas, como producto de la competencia por recursos alimenticios y la transmisión de enfermedades. “En Australia, por ejemplo, por destrucción del hábitat y competencia en el uso de los recursos, el conejo ha contribuido a la extinción de especies nativas de marsupiales, como el bilby menor y el bandicut”, describe Bobadilla.

Igual de significativo es el impacto que producen sobre la vegetación y el suelo: “Ambas especies producen un impacto ecosistémico sobre el suelo, tanto el jabalí con las hozadas, como el conejo con la construcción de cuevas y el forrajeo, y generan un cambio en la diversidad y en la riqueza de especies de plantas. A nivel del suelo, producen cambios en las propiedades químicas, microbiológicas y físicas del suelo, generando la degradación de tierras”, explica la investigadora.

En algunos casos, por medio de un fenómeno conocido como facilitación, estas especies favorecen la expansión de otras: “Las especies exóticas que se convierten en invasoras muchas veces propician la expansión de alguna otra que ya estaba en el lugar y que, por algún motivo, no se había propagado. En el caso del conejo, por ejemplo, a través de la endozoocoria, el animal puede favorecer la dispersión de vegetación exótica mediante el consumo de frutos y diseminación de semillas alcanzando lugares donde no hubiesen llegado de manera natural”, afirma Bobadilla.

El impacto que las EEI producen en las zonas donde son introducidas es la última etapa de un proceso que comenzó con la introducción misma del animal. “Trabajamos en reservas de Mendoza y nuestra idea es ir generando un intercambio con las instituciones y los pobladores para que tengan las herramientas que aportamos desde la biología de las especies, de modo que ellos puedan tomar decisiones de manejo y así evitar la propagación, el propósito es trabajar en colaboración”, explica Cuevas.

“Las invasiones biológicas son un fenómeno socioecológico y, por lo tanto, un componente clave del conflicto es su dimensión humana. En este sentido, conocer las percepciones de las personas y generar espacios de participación tendientes a concientizar para evitar nuevas introducciones, nos permitirá generar herramientas efectivas para el manejo ayudando a conservar nuestros ecosistemas nativos”, concluye Bobadilla.

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