Caetano Veloso, la voz cantante de América y gustitos musicales

Noviembre de 2014. Mendoza saliendo de la primavera, todavía no pegajosa. Caetano Veloso se anuncia como una flor colorida de estación. Nota y entrevista.



De regreso a Brasil, luego de una gira por Estados Unidos, y antes de llegar al país para otra serie de conciertos, el músico y compositor recordó a Piazzolla, Mercedes Sosa, Tom Jobim, Chico Buarque y Mick Jagger. Su último show en Argentina será en Mend

Mauricio Runno

Días antes de contestar este reportaje, Caetano Veloso hizo dos conciertos en la Brooklyn Academy of Music. En la platea se encontraban dos espectadores de lujo: el cineasta Spike Lee y el ex Talking Heads, David Byrne. También asomó otra fan de la primera hora, la actriz Sonia Braga.

En casi 50 años de carrera, la figura de Caetano ha hecho costumbre aquello de aglutinar nombres propios de peso alrededor de su música. Incluso, algunos aparecen en este reportaje.

Aunque restan un par de días habrá que reservar la noche del martes 11 de noviembre, puesto que el brasileño más célebre de la música popular del continente cerrará su gira argentina aquí, en el Auditorio Angel Bustelo. Así pondrá fin a una maratón de varios meses, que lo ha llevado por distintas ciudades de Estados Unidos y otras tantas de Brasil. Es la segunda vez que cantará en Mendoza, ahora de la mano de “Abraçaço”, su último disco.

Es un mural de once canciones y la mayoría de ellas escapan de los formatos convencionales: va del rock al samba, con permanentes coqueteos electrónicos. Y al frente una voz imponente, intacta, como si fuera uno de esos formidables vinos de guarda. Allí, Caetano canta, entre la ironía y la autoridad, “la bossa nova es joda”.

Cumpleaños

Hace pocos meses cumplió 72 años. Y si de algo estamos seguros es de que conocemos a pocas personas que se animen y atrevan a correr los riesgos artísticos de un artista dotado, como Caetano. Cuando todo parece en cámara lenta, el pone más pasión y vigor, para una marcha que comenzó en Santo Amaro de Purificação, un pequeño pueblo del Estado de Bahía.

Posee una extraña vitalidad, como si lo anterior no hubiera ocurrido. Graba discos como si nunca antes lo hubiese hecho, a puro pálpito e instinto, amparado en un romance con el público que tampoco conoce de limitaciones. Y, claro, persiste en la composición, como si nadie conociera sus canciones en estas últimas cinco décadas. Decididamente ultrapasó lo 70 sosteniendo que la vida más plena es la del presente optimista.

“Caetanear” es un neologismo inventado por el músico Djavan en su canción “Sina”. La transformaría en verbo. Nació como homenaje. Y hasta el día de hoy nadie sabe definir claramente el sentido de este verbo surrealista tropical. Pero cuando algo está bien, cuando algo es lindo, cuando algo se transforma en placer, se aplica el “caetanear”.

- Quería comenzar por recordar una reunión entre Astor Piazzolla y Tom Jobim, con Chico Buarque y usted como anfitriones. Fue un show para la tv, en 1986.

- Me acuerdo vivamente de ese encuentro. Nuestro programa era mensual e invitábamos siempre a un artista hispanoamericano y a uno brasileño. Cuando llegó el turno de Piazzolla, no podíamos tener a nadie menor que al propio Tom Jobim, para compartir la noche con ambos. Recuerdo incluso que allí hasta existió un esbozo de sociedad entre Piazzolla y Chico en la composición de una canción nueva, pero eso al final no se concretó, porque no hubo tiempo suficiente. Para mí, y sin duda también para Chico, fue un momento grandioso recibir a Jobim y a Piazzolla.

Y era fascinante observar la diferencia entre los dos grandes maestros. Piazzolla llevando su música de forma rigurosa y seria, mientras que Tom presentaba las versiones más relajadas y aparentemente “despretenciosas” de sus composiciones sofisticadas, acompañado por un grupo de jóvenes cantantes. Eso mostraba el contraste entre el temperamento argentino y el brasileño y engrandecía a ambos.

- ¿Cómo llegó a la música de Piazzolla?

- Tom Jobim surgió para mí, vía João Gilberto. Y significó la bossa nova y toda la modernización de la canción brasileña. Piazzola, que en los años ‘70 venía a Brasil con frecuencia, era adorado por inmensas plateas de público fascinado por su arte. Él era, para mí, un ejemplo acabado de aquel experimentador inspirado y potente en el campo de la creación de la música popular, extrapolando incluso la división entre lo popular y lo erudito. Piazzola ha sido un verdadero poeta de los sonidos. Él es un avatar de la propia ciudad de Buenos Aires. Y es también uno de los mayores músicos del mundo. Cuando grabé el disco “Fina Estampa” hice una prioridad: incluir la versión de “Vuelvo al Sur”, con la letra de Pino Solanas.

- Violeta Cavalcanti fue una cantante de la era dorada de la radio en Río, famosa por las transmisiones de sus shows en vivo. Una de sus canciones es "O samba e o tango". ¿Cómo es la historia de este rescate musical, grabado en uno de sus discos?

-Yo aprendí “O samba e o tango” con la grabación de Carmen Miranda. Cuando hicimos los shows de presentación del álbum “Fina Estampa” decidí abrir los conciertos cantando esta canción, yo solo y con el acompañamiento de mi violão. Esta composición es una clara muestra de la presencia de la música porteña en el Brasil de los años ‘30. El samba, como baile de salón, fue muy influenciado por el tango como danza. Incluso más: el lunfardo carioca tradicional también fue toda una emulación del lunfardo de Buenos Aires.



Tangos

- Es difícil imaginarlo oyendo tangos hoy. ¿O es un prejuicio?

- He oído mucho tango durante toda mi vida. No hay que olvidar que los tangos eran un éxito y un fenómeno de la radio en Brasil. Y he grabado tangos desde las épocas del Tropicalismo, o sea, de la segunda mitad de los años ‘60.

- ¿Tiene previsto cantar tangos en sus shows en Argentina?

-No, no creo que vaya a cantar ningún tango en este pasaje por Argentina. Pero eso nunca se sabe, hasta que acontece.

- Oímos a Mercedes Sosa en otro idioma, gracias a usted, en "Cantora". Es una feliz coincidencia que esa canción sea una de las que aparecieron en su disco debut.

- Lo que más me marcó de Mercedes fue la primera vez que la vi y oí en vivo, en un show en Río de Janeiro, que también sucedió en los años ‘70. Yo ya conocía muchas de sus grabaciones. Y aquella voz noble ya era oída con enorme agrado. Claro que, verla emitir, en persona, aquel sonido que parece tener un universo contenido por paredes firmes, fue una experiencia muy fuerte. Me sentí honrado y feliz de poder grabar con ella una de mis canciones juveniles, “Coração vagabundo”.



Rock

- Sus discos más recientes parecen ser samba y acaban siendo mucho más rock. Y también al revés. ¿Es tan difícil no mezclar todo, a esta altura?

- En cuanto a las mezclas musicales, yo siempre he tratado más de yuxtaponer y contraponer, y hasta crear fricción entre los estilos, que hacer fusiones. Me sale natural.

- Quiero preguntarle lo mismo que le preguntó a Mick Jagger en 1983. ¿Cómo siente al rock como género dentro del vasto universo de la música?

- El rock era basura cultural cargado de una energía histórica. Cuando los Beatles dieron la versión británica de esta onda creada por Elvis, ahí todo cambió. Hoy, el rock es el género más prestigioso de la canción popular. Pero si lo pensamos bien, lo mismo aconteció con el samba, con el jazz, con el tango. Y como respuesta a la pregunta que le hice a Jagger en los años 80:  el rock es música. Y basta escuchar hoy a los Dirty Projectors.

Coração vagabundo

- ¿Usted se prepara como una especie de Stone de los trópicos cuando encara una gira tan internacional como la actual?

- (Risas) Nunca hice ejercicios físicos como Mick Jagger. Es que soy muy perezoso y desorganizado. Por otro lado, nunca tuve el hábito de tomar drogas.

- En la película "Coração vagabundo" se registra otra de sus giras extensas. Llega a China y se encuentra con monjes budistas, fans, que le cantan sus canciones. ¿Qué es la fama, a los 72 años?

- Fui anónimo hasta los 24 años. Y todavía lo soy en muchos lugares del mundo. En la mayoría (ríe). Puedo decir que la fama y el anonimato tienen, ambos, ventajas y desventajas. Y ser famoso o no, la verdad, no cambia nada de esencial en nuestra condición de mamíferos mortales.

- Pedro Almodóvar dice que su idea de Brasil es estar en la casa de Caetano, respirando bajo esa atmósfera. ¿Por qué Almodóvar se siente como su hermano?

- Las estadías de Pedro en mi casa de Salvador siempre fueron estimulantes. Mis hijos pequeños lo adoraban cuando apenas llegaba. Me identifico mucho con Pedro, porque ambos somos hijos de la contracultura de los años ‘60. El, siendo más joven, asimiló esa visión en los años ‘70.

- Pasada ya las elecciones presidenciales en su país: ¿puede explicar su apoyo explícito por la candidatura de Marina Silva?

- Voté a Marina en 2010 y voté por ella ahora. Es una mujer cuya vida personal y política representa los factores más relevantes de la vida brasilera: los de nuestra formación racial y lucha por la superación de las desigualdades y el desperdicio.

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