Daniel Vila, el jefe (entrevista, 15 de junio 2015)

El segundo empresario más poderoso de medios en Argentina es un transgresor. Qué piensa y qué hace Daniel Vila, el jefe.

Por Mauricio Runno



Me despierto, sábado, 7.30. Es el Día del Escritor. Lo ignoro hasta recién entrada la tarde. Hoy he publicado un cuento en el diario más antiguo de Mendoza. Se supone que ya soy escritor. Se titula “Pececito”. Cortázar me apaña. Dos horas más tarde voy a un sexto piso, en Dalvian. Accedo a un piso confortable. Una enorme pecera es parte de la decoración en uno de los ambientes. La realidad parece literatura.

Cuando me desperté, leí el diario. Nunca entendí a los periodistas que leen todos los diarios. Es cierto que no entiendo mucho, ni de periodistas ni periodismo. Me da pereza. Y los periodistas, para qué negarlo, un poco de pena. Pero no importa. Leo una noticia. Me interesa, porque, en un rato, cuando llegue al sexto piso, me recibirá Daniel Vila. La noticia dice que el viernes pasado, el gobierno nacional le otorgó a Arlink -empresa suya, en sociedad con José Luis Manzano-, una frecuencia de telefonía celular 3G y 4G, a cambio de 506 millones de dólares. Deberán ser pagados antes de julio 2015.

Conozco a Daniel Vila hace muchos años. Tantos que diré del siglo XX, para ser piadoso. Hasta entonces, nunca había hablado con ningún dueño de ningún medio. Siempre intermediarios, “intérpretes”, traductores, pusilánimes, y mucho, muchísimo gerente cachuzo. Así es que he conocido a 3,7 millones de gerentes y a escasos dueños de medios. Por eso me dan pena, me doy pena, cuando trabajo de periodista. Pero, en fin, es otro tema.

Los 90

Aquella circunstancia fue excepcional. Los dueños de los medios, la mayoría, son tipos que no entienden demasiado de periodismo y sí de negocios. Daniel Vila, a principios de los 90, era un tipo que siendo el dueño de medios, muchos incipientes, Supercanal, Primera Fila o Diario UNO (salvo Radio Nihuil, un clásico, como el dulce de alcayota), le ponía el cuerpo a los productos. Laburaba como uno más. Vila era joven y transgresor. Y era abogado. Muchos le decían “doctor”. Incluso hasta hoy. Es un error pensar que el segundo empresario más poderoso de medios de comunicación en Argentina es simplemente un abogado.


Este reportaje es una gran oportunidad para conocer más sobre un tipo que parece haber vuelto de varios infiernos e inviernos. Sus respuestas mantienen el modo zen, salvo cuando ríe, o sonríe o me mira, preguntándome “por qué ponés esa cara”. Es una oportunidad para salirnos del metro cuadrado de una mendocinidad absurda, de una nostalgia que alcanza cada vez menos, dentro del ranking de la gloria o el éxito.

Es una oportunidad, también, para conocer a uno de los mendocinos más poderosos de la actualidad. Odiado, repudiado, amado, deseado, puteado, reverenciado, codiciado, envidiado, Daniel Vila es, si se quiere, un mendocino que nos cuestiona, en lo profundo. Olvidemos sus dotes de encantador de serpientes. Olvidemos sus muchos ataques de ira. Olvidemos nuestra quintita, el confort del curro. Olvidemos lo fácil.

Me encanta preguntar. Y me gusta más cuando me dan la oportunidad de responder sin temas arreglados. Y aunque tenga 1348 diferencias con él (el oráculo Google da cuenta), me gusta ofrecer esta charla con un mendocino extraño, salido del molde. Coincido más de lo que disiento. Mendocinos como Vila, que salen de los límites, con visión y eficacia, me seducen. Y esto, mis amigos, es lo que pasó en esa charla de sábado a la mañana, en la cual, muy amablemente, el doctor se entusiasmó con el reportaje, al punto de abandonar un torneo de tenis que tenía programado.

Punto para mí: vencimos al deporte amateur, ganamos un análisis de la Mendoza que inevitablemente nos acecha. Ojalá se pueda leer sin prejuicios y ojalá consideremos que el árbol es uno más dentro del bosque. Mientras más edad tengo más festejo el día del Escritor. Borges y Cervantes, opacan el mediocre nivel de discusión en Mendoza. Y yo no tengo demasiada culpa. Ellos son mis súper héroes.

Entrevista

- Voy a grabar todo, Daniel.

- (Asiente) Bueno.

- Igual, si me hacés un juicio, me lo vas a ganar.

- ¿Por qué te haría un juicio? El que me está grabando sos vos a mí.

- Pero si pongo algo que no te gusta, y me haces juicio, me los vas a ganar, seguro.

- La única vez que le hice un juicio a un periodista, lo perdí (ríe).

- Qué mal que habla eso de vos. Y de tu abogado.

- (Risas) ¡De mí! Pobre abogado...

- Te voy a dar las gracias por atenderme. No sé por qué has aceptado esta entrevista. A la vez está buenísimo.

- ¿Por qué? ¿Cómo te iba a decir que no?

- En realidad sabes que nos hemos peleado, hasta públicamente.

- ¿Públicamente? No me acuerdo.

- Por Independiente Rivadavia, entre otras cosas.

- Ah...

- Hay 200 asuntos para hablar. Han saltado varios en estos días con temas tuyos muy históricos en...

- ¿Fútbol?

Sergio Massa

- Sí, también. Empecemos con Sergio Massa y su decisión de continuar con su candidatura. Has estado muy cerca de esa decisión, ¿no?

- Y... Hemos hablado, por supuesto.

- ¿Concidís con la posición que finalmente tomó?

- No, mirá, esa charla fue algo que yo tuve con él, antes que tomara una decisión. Fue una conversación con él en privado. Obviamente que, al ser en privado, no quiero decir de qué se trató.

- No te veo muy de acuerdo con lo que finalmente decidió.

- No te voy a decir si estoy de acuerdo o no (risas).

- De los candidatos a presidente, ¿Massa es tu preferido?

- Digamos, con él yo tengo una relación de amistad, ¿no? Y más que la que tengo con los demás candidatos. No es un tema de preferencias o no. Con los tres más importantes tengo buena relación desde hace muchos años. A Scioli lo conozco, qué sé yo, hace 15 años. Con Macri, si bien no es una relación tan larga, también tengo muy buena relación. Mis consejos para él son los mismos.

- Y para lo que pensás que viene para el país, la etapa próxima, ¿es Massa el candidato que más te atrae?

- Son tres perfiles distintos. Y creo que tres propuestas distintas. Cada uno ha expresado lo que quiere, no hace falta que yo lo repita. La Argentina que viene va a ser un país difícil: va a haber que trabajar mucho para resolver algunos problemas que la Argentina, en la última década, no pudo resolver. Si queremos permanecer como país, ¿no?

Kirchnerismo

- ¿Te sorprendió, finalmente, Cristina? Haciendo un balance de su gestión, ¿te sorprendió en su segunda presidencia?

- Tuvo sus más y sus menos. Como todo gobierno. Lo que me sorprende es que venía muy bien. Hacía muchos años que en la Argentina un presidente no generaba poder. Estés o no estés de acuerdo, hay que reconocerle que lo viene ejerciendo. Y termina con una buena imagen pública. Creo que finaliza un ciclo, el del kirchnerismo. No quita que si el ganador es Daniel Scioli, seguramente habrá una readaptación de lo que él entiende que ha sido el kirchnerismo. Acordate que él ha acompañado todo el proceso. Desde el 2003 hasta acá, ha estado al lado del kirchnerismo como uno de sus más fieles expositores y seguidores.

- ¿Te gusta que tengamos estas opciones de presidentes, con estos perfiles?

- Sí, me encanta. Me parece que los tres candidatos con chances interpretan el reclamo aquel que tuvimos todos en el 2001, el famoso “que se vayan todos”. Entonces hablábamos que debía haber una renovación de la política. Y creo que los tres presidenciales, por edad y por trayectoria, representan esa renovación. A unos les gustará más uno y a otros les puede gustar más otros; pero tanto Massa como Scioli y Macri son exponentes de ese reclamo que la sociedad hizo hace más de una década.

- ¿Interpreto que en ese sentido el kirchnerismo ayudó a superar el 2001?

- No. No es el kirchnerismo. Creo que ha sido la política y nosotros. Los ciudadanos empujamos a que la política cambiara, a que aparecieran nuevos actores. ¿En qué ayudó ahí el kirchnerismo?

- ¿A pesar suyo?

- No sé si a pesar suyo. Pero el kirchnerismo contribuyó mucho en ese cambio. Le devolvió a un sector de la sociedad, a la juventud, el interés por la política. “La Cámpora” es una expresión de eso. Hubo jóvenes que habían perdido el interés por la militancia y que hoy lo recuperaron.

- ¿“La Cámpora” no es como una organización tipo como La Coordinadora en su momento, muy bancada, con una muy definida matriz económica?

- No, yo creo que tienen muy definida su matriz ideológica. Es el kirchnerismo. Me parece auténtico. Yo no me acuerdo... me tendría que remontar a la década de los 70 para encontrar una juventud tan entusiasmada por la política como ocurre hoy con “La Cámpora”.

- Has estado muchas veces con Cristina, por diferentes asuntos, ¿cómo es ella?

- Bueno, no he estado mucho. No la conozco en profundidad. En mi vida habré estado cuatro veces con ella.

- Aún así, has hablado temas importantes, la conocés en negociaciones.

- Sí, pero fue duro. Fue muy duro.

- ¿Cómo casi todas las mujeres?

- (Risas) Son difíciles casi todas las mujeres, no duras.

- ¿Ésta es difícil y dura?

- Difícil y dura, sí.

Mendoza, sin dirigentes

- ¿Qué se hace con Mendoza? Mi sensación es que no existe un modelo y tampoco una visión ni siquiera de mediano plazo. Nuestro destino es como el de un bombero, todo el tiempo.

- Lo que pasa es que los mendocinos nos hemos quedado sin clase dirigente. En todos los ámbitos. Por supuesto, los empresarios, pero también la política, la dirigencia social, la sindical, en la deportiva. Nos hemos quedado sin dirigentes. Y los dirigentes son fundamentales en la formación de la sociedad.

- ¿Y eso por qué sucedió?

- Hay varios motivos. Pero no contamos hoy con una clase dirigente como la que tenía Mendoza, que era muy fuerte, con formación intelectual, universitaria. Lo digo en la política, pero que también existía en el resto de los ámbitos. Mendoza dio grandes políticos. Y eso desapareció. Y no se regeneró. Y ha perdido mucho terreno la política, con las provincias cercanas, vecinas, y también en el contexto nacional.

- ¿En qué fallamos? Recuerdo el gabinete nacional del menemismo, fuertemente influenciado y protagonizado por mendocinos, varios brillantes, por otra parte.

- Sí. No sé cuáles serán todas las causas, pero hay una que seguramente si influenció. Y que me parece que fue lo que hizo (Arturo) Lafalla. Cuando fue gobernador Lafalla y armó todo ese escándalo y destruyó los bancos provinciales, nos dejó, a los mendocinos, sin clases dirigentes; o con una clase dirigente muy asustada. Metió presos a empresarios, a políticos, para llegar a nada. Llegamos a un Banco Mendoza y de Previsión, cerrados. Así Mendoza quedó sin una herramienta, mejor, sin dos herramientas financieras fundamentales para el crecimiento. Y ese fue el único caso en la historia del sistema financiero argentino en donde se cerraron 2 bancos y no quedó un solo acreedor por cobrar. Fue un daño enorme.

- ¿El anti-negocio?

- Un daño enorme que hizo el tipo a la Provincia. Enorme. Estamos hablando todavía de esto, que pasó ¿hace cuánto? ¿20 años?

- ¿Perdiste mucha plata con esos cierres de los bancos provinciales?

- No, yo no. Mi participación en los bancos… fui uno de los últimos que entró. Cuando se privatizaron los bancos yo no estuve. Entré como 2 o 3 años después. Y mi participación era ínfima. Tenía el 0,03%, no era nada. Y cuando se cerraron tenía, no sé, 100 mil pesos de capital.

- Una de las preguntas que quería hacerte era, justamente, si tenemos que crear un banco provincial.

- Sí, claro, deberíamos. Fijate que la mayoría de las provincias tienen su herramienta financiera. Santa Fe tiene su banco, San Juan, la Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires. Todos tienen su banco. Córdoba. Todas las provincias pujantes poseen esta herramienta. Acá en Mendoza, para conseguir un crédito tenés que hablar con el gerente de sucursal, y de acá te refiere al que está en Buenos Aires, y tiene que pedir permiso y 72 autorizaciones. O sea, no hay una herramienta que ayude al desarrollo provincial.

- ¿De dónde sacamos al mago para que...

- (Interrumpe) Y no, magia no hay en esto. Hay que trabajar. Mendoza lo que tiene que hacer es tener un proyecto. Lo tuvo, en otra época, y creció. Después se desdibujó ese proyecto. Hoy la provincia no tiene un rumbo industrial, no tiene un rumbo económico definido, ¿no? En la medida en que no tengamos primero definido eso va a ser difícil encontrar una Mendoza pujante.

- ¿Tenés algún favorito para las elecciones del próximo domingo?

- No, no. No, la verdad que no.

- No es que vamos a hacer campaña, pero quisiera...

- (Ríe) Primero, yo no voto en Mendoza.

- Estás hablando como un abogado y no como un empresario.

- (Más risas) Yo no voto acá.

- Armamos un quilombo importante si me decís que tal candidato tendría que ganar.

- No, no voy a decir eso porque sería disruptivo (más risas).

Cornejo

- Vamos a votar por alguien que más o menos sabemos  lo que ha hecho, por la experiencia que tiene Cornejo de gestión, hasta su estilo. Y entre lo que ya está, que sería una continuidad de los últimos 8 años, en los que me parece no nos ha ido muy bien que digamos.

- A Mendoza hace muchos años que no le va bien, no es de 8 años. Es más largo. Bueno, esperemos que la gestión que viene sea mejor. En realidad, lo que pasa que cada una de las gestiones ha ido superando, en sentido negativo, a la anterior.

- ¿Mendoza se resiste a entrar al siglo XXI?

- Los mendocinos todavía estamos... Es para un análisis sociológico. Los mendocinos todavía estamos resentidos, enojados, nos hemos quedado encerrados en una pelea muy chiquita entre nosotros y no nos hemos dado cuenta que el mundo cambió. Y para cambiar eso hace falta una clase dirigente que nos mueva las neuronas, que nos haga pensar y darnos cuenta que estamos perdiendo oportunidades, todos los días.

- Es importante tu visión y sospecho que tendrá mucha repercusión favorable. ¿La Universidad de Congreso es una herramienta que has utilizado  como plataforma para generar conocimiento?

- Mirá, en el pasado, si vos te fijás, y lo que me estás diciendo no es menor, la Universidad Nacional de Cuyo fue una gran herramienta para el desarrollo de la provincia. La mayoría de los dirigentes de los que hablamos antes salieron de ahí. Tuvieron formación universitaria en la Universidad Nacional de Cuyo. Entonces yo creo que el rol de la universidad es muy importante. La de Congreso, la de Cuyo. Hace falta la formación. Y no la formación al estilo clásico. Hoy para terminar de completar tu formación, si tenés aspiraciones en la vida, y tenés posibilidades, es muy importante poder salir a terminar tu formación profesional e intelectual afuera. A Europa, a Estados Unidos, o cualquier otro lugar que te ayude a abrir la cabeza. Los mendocinos tenemos muy cerrada la cabeza.

- A veces da miedo tanta cerrazón.

- ¡Una lástima! Una lástima porque esta es una provincia maravillosa. Con gente muy capaz. Y el mendocino tiene una característica, que por ahí no se da en otro lugar. Yo ando en el país por mi actividad, conozco varios lugares. Pero el mendocino tiene la particularidad de que es un peleador. Y es un ser abnegado, porque todo lo que tiene le cuesta. Entonces, sabe pelearlo, sabe defenderlo. Sin embargo hoy siento que hemos perdido la iniciativa.

- ¿Qué nos ganó? ¿Hacer la más fácil?

- No sé. Habría que estudiarlo sociológicamente. Creo que en algún momento perdimos el camino, por ahí a fines de los 90. Y después no hemos sabido retomarlo. También es cierto que los tiempos en la sociedad y en los países no se miden igual que los tiempos en los seres humanos.

Visión empresarial

- Has sido visionario en muchos aspectos. Creo que por esa cualidad sos el segundo empresario de medios más importantes de Argentina. ¿Cómo es desempeñarte exitosamente en un lugar como Mendoza, donde, justamente, sucede todo esto que estás diciendo?

- Yo soy mendocino. No por tener actividades en distintos puntos del país dejé de volver a mi casa. Mi casa es ésta, acá. Aquí en Mendoza están parte de mis hijos. Vengo los fines de semana y, además, trabajo en la provincia. Y cuando vuelvo, y lo he notado últimamente, siento que se ha profundizado la tristeza. Miro otros lugares, del país, cómo se vienen desarrollando, cómo vienen creciendo, y veo que eso no nos está pasando a los mendocinos. Entonces me da una mezcla de bronca y pesar, por la pérdida de la oportunidad.

- ¿Estamos rifando todas las oportunidades?

- Sí, pero no es porque el mendocino haya perdido su idiosincracia. El mendocino siendo trabajador, sigue siendo una persona que lucha por todo lo que quiere conseguir, aunque le cueste; pero me parece que nos falta eso: liderazgos, dirigentes. Siempre toda organización social tuvo o un cacique o un líder. Eso nos falta a los mendocinos.

- ¿Falta mística también?

- Bueno, una cosa trae la otra. El líder es el que contagia la mística. El dirigente es el que te marca, el que diseña el camino. Y ayuda a que la gente se junte en pos de un objetivo común. Esa es la tarea del dirigente.

- Me dijeron -y me dicen tantas pelotudeces, que a lo mejor ésta es una más-. Pregunto: ¿es cierto que Sergio Massa te tentó alguna vez para que fueras su candidato a gobernador aquí?

- No. Es mentira, no. (Riendo) No, nunca. Nunca, nunca.

- No hace falta que te lo pida Massa. Podrías, si quisieras, ser candidato a gobernador de Mendoza.

- ¿Te parece? ¿Sabés qué pasa? Yo, en Mendoza...

- ¿Lo has pensado?

- No. Jamás. Y sería un pésimo gobernador. Pésimo, pésimo. Estoy acostumbrado a la actividad privada, manejo las cosas con otros tiempos, con otros ritmos. No me imagino en la función pública. ¡Me muero en la función pública! (risas). Pero, además, yo soy una persona muy resistida en Mendoza. Muy, muy resistida. Habrá motivos, obviamente. Y yo creo que esos motivos tienen que ver con que siempre me tocó pelear. Siempre. Desde que tengo, qué sé yo, desde que empecé a trabajar siempre me tocó pelear.

- ¿Armar quilombos?

- A ver… Empresarialmente hablando, tuve un crecimiento importante y después siempre a las piñas, siempre. Desde que arranqué, en el 83 con Radio Nihuil siempre fue a las piñas. Y siempre peleándome, o con "Los Andes" o con "Clarín". Eso te genera un desgaste.

- ¿Y qué, ahora no estás peleando más?

- Siempre (risas). Pero ahora ya estoy más cansado. Tengo que cuidar los golpes porque me quedan pocos (más risas).

Menemismo

- ¿Te fue mejor con el menemismo o con el kirchnerismo?

- No sé. Con el menemismo nosotros tuvimos un crecimiento muy importante, porque había afluencia de capitales, llegaban inversiones del extranjero. Ahí tuvimos la posibilidad de tomar dinero del exterior y crecer. Con el gobierno de De La Rúa tuvimos que concursar algunas compañías, fruto de la crisis mundial. Y con el kirchnerismo nos pasó que con mucho trabajo, mucho esfuerzo, pudimos terminar ese proceso de crisis empresarial. Así que con los dos me fue bien, pero me fue bien porque trabajé. Me tuve que acomodar a distintas reglas en el mundo de los negocios ¿no? Porque en los '90 pertenecíamos a la globalización, entonces llovían los inversores sobre Argentina. Había mucha posibilidad de crecimiento e inversión. Y después con el kirchnerismo, esta última década y pico, vivimos un país más cerrado donde no había inversión, donde había que arreglarse con lo nuestro, pero también nos vino bien.

- Habla muy bien de vos, ya que más allá de cualquier sistema político, le encontras la manija a la pelota.

- Es que a mí me toca vivir en este país. Y tengo que adecuarme a las reglas que hay y que cambian siempre.

- Te ha ido bien con ambas administraciones.

- Bien es un decir. Las he pasado durísimas también.

- Sí, claro, pero hay gente que la ha pasado durísimo y le ha ido mal.

- Todo nos ha sido difícil en los últimos 20 años. Te diría que exactamente en los últimos 15 años ha sido muy duro. Muy duro. Nosotros arrancamos concursando Supercanal en el 2000. Y terminamos el concurso en el 2015. Debe ser el concurso más largo de la historia argentina.

Resistido

- Siempre pensé que te gustaba ser una persona resistida.

- ¡No, para nada! ¿Cómo me va a gustar? No.

- En un punto, cuando uno modifica y produce y genera y gestiona y se mete, afecta intereses.

- Eso sí. Te diría que hasta por tradición familiar. A nosotros siempre nos ha tocado hacer cosas distintas. Desde mi viejo, que hizo esto, donde estamos, Dalvian. Estos eran los basurales de Mendoza. Y mi viejo fue una persona disruptiva en el negocio inmobiliario. Generó esto, que también hubo que pelearlo muchísimo para hacerlo. Convencer a los mendocinos que iban a poder vivir acá fue muy duro. Igual que tener la primera empresa de televisión por cable, hacerle entender a la gente que había un nuevo sistema y que se podían ver más canales y que tenían que pagar una cuota para poder ver televisión. Eso también fue una cosa novedosa, innovadora en materia de medios. Poner un diario para competir con Los Andes, cuando Los Andes había cerrado 26 diarios en su historia, también fue materia difícil. Y emigrar desde Mendoza, para salir a pelear el mercado nacional en Buenos Aires, tampoco es fácil. Más con un gigante como Clarín. Entonces, siempre me ha tocado pelear en la vida. No es que me guste, es lo que me ha tocado.

- Sos un raro empresario periodístico. Casi no existen empresarios periodísticos en Argentina.

- Hay varios empresarios periodísticos. Magneto, Fontevecchia. En esto hay un tema de convicción. Yo creo que una de las cosas que debería haber hecho la Ley de Medios, que no lo hizo, fue haber limitado la actividad del empresario periodístico. Es decir, si vos querés ser un empresario de medios, tenés que tener medios. Y nada más. Y eso la ley lo limitó, pero no lo prohibió. Yo creo en la especificidad de la actividad. Porque es lo que permite mantener más sano el sector. No me parece bueno que el empresario periodístico tenga otras actividades económicas.

- ¿Estarías dispuesto a desprenderte de todas tus otras empresas, las que están fuera del rubro periodístico?

- Por supuesto que sí. Lo haría porque sería bueno para la actividad.

América TV

- ¿Te metés mucho en el formato y la programación de América?

- Sí.

- ¿Mucho cómo cuánto?

- Y todos los días.

- ¿Todo el tiempo?

- Todo el tiempo. Estoy trabajando de nuevo de gerente, después de viejo (risas). Cuando estoy para jubilarme debo estar trabajando de gerente.

- Gran Hermano en América ¿Fue un fracaso?

- ¡¿Un fracaso?!

- Es una pregunta.

- No, al canal le está yendo espectacular con Gran Hermano. Es impresionante. Te muestro el número de anoche (se refiere a las mediciones de IBOPE). América estuvo segundo en el Prime Time (se refiere a la noche del viernes pasado). Igual no le doy mucha bola a los números, a Ibope. (Sale a buscar la planilla. Vuelve). Esto es lo que anoche me mandó mi mujer, mientras estaba haciendo el debate. Y esto es el debate. El día de la gala, que son los miércoles, se va mucho más arriba. Gran Hermano es un éxito comercial y un éxito en términos de rating. Además tiró todo el canal para arriba. Estamos muy contentos.

- América aporta cierta diversidad que no se ve en el resto de la televisión argentina ¿Eso también es algo pautado y decidido por vos?

- Sí. Decidido por mí y por el directorio de la empresa. La línea editorial la mandamos nosotros, en ese sentido. Hoy está como de moda hacer o periodismo militante o periodismo opositor a ultranza. Y yo creo que el periodismo no tiene que ser ni militante ni opositor a ultranza. El periodismo tiene que hacer periodismo, que es narrar los hechos, contarlos, en algún momento dar su opinión, editorializar. Pero cuando vos tomás partido en una de las veredas, como es el caso de lo que pasa hoy, me parece que se pierde la esencia de la actividad periodística. América lo que hace es eso, ¿no?

Periodistas

- Estás acostumbrado a manejar periodistas desde hace muchos años, pero, ahora...

- (Interrumpe) Los periodistas no se manejan. Son inmanejables.

- Esa es una frase para la popular.

- (Risas) Son inmanejables. Yo siempre digo que me ha tocado tratar con las tres peores actividades que hay en el mundo: periodistas, artistas y jugadores de fútbol. Son las tres peores (carcajadas).

- Me refería al periodista televisivo, que ya es como otro sub-género...

- Sí, el que se pinta la cara es más complicado (risas). Hablando en serio, hemos logrado en el canal, después de muchos años de trabajo, un clima de trabajo muy armonioso. Cuando yo llegué  era muy conflictivo. Hay un clima de armonía fantástico. Y no todos son amigos. Hay conductores que no son amigos. Pero, sin embargo, al momento de trabajar, trabajan coordinadamente. Y no solamente es América, sino también A24 y La Red.

- Has apostado por varios periodistas jóvenes. Tenés como un instinto especial, un cazatalentos más de conductores de televisión que de jugadores de fútbol, sin duda.

- Con los jugadores de fútbol no nos fue muy bien (risas). También es un poco de suerte. Encontrar gente con ganas de trabajar y, como decís vos, con talento. Sí, hay varios periodistas-conductores que no solamente son una revelación, sino que tienen un gran futuro. Hemos apostado a la gente joven, pese a que, también el canal, mantuvo una política de conservar sus artistas tradicionales. En el caso de Mirtha, bueno, estuvo en el canal hasta que ella quiso irse. Pero el canal la quería retener. O Jorge Rial, que lleva muchos años trabajando en América.

- Iba a preguntarte por Rial. ¿Vos le pagás los juicios que él pierde o los paga él?

- Depende.

- ¿Depende de qué?

- Depende de cuál es el motivo del juicio que tiene. Si el canal tiene una línea y él dice “mirá, por acá no va”, y él insiste, y a causa de eso se hace un juicio, se hace cargo él. Y es al revés, si él interpreta una línea del canal, el responsable es el canal.

- O sea: la mitad de los juicios los pagás vos y la otra mitad la paga él.

- (Ríe) No, la mayoría las paga él.

- Hablamos de Mendoza, recién. IMPSA parece el símbolo de esa Mendoza que se cae, que tropieza. Incluso ahora salió a la venta el 25% de IMPSA. ¿Comprarías ese porcentaje?

- No es mi actividad, no conozco nada de esa actividad.

- Bueno, tampoco es el petróleo tu actividad y...

- Sí, bueno, pero es distinto, ahí en el tema del petróleo había una oportunidad para diversificarnos. Está claro que iba en contra de mi voluntad, pero bueno, yo soy uno más de los accionistas. Lo de diversificarnos es una actividad que está en expansión. Yo no conozco, te vuelvo a decir, el negocio específicamente de IMPSA, pero me parece que es un negocio complicado.

- ¿Hablamos primero de la AFA, de la FIFA, o de Independiente Rivadavia?

- Lo que vos quieras.

- Yo supongo que Independiente Rivadavia ha sido en tu historia una especie de enfermedad, que te pudiste sacar y que no quedó otra opción que extirpar.

- Sí. Y me costó ¿eh?

- ¿Fue tan así? 

- Una enfermedad, una pasión. Y me costó un año o un poco más hacer el duelo, el de haberme salido del juego. Porque la verdad que lo sentía pasionalmente. Me costó mucho. Te lo digo ahora y me emociono.

- Hiciste terapia?

- Sí, he hecho, pero no por Independiente.

- ¿Y cómo te sacaste a Independiente?

- Es como fumar, es una adicción. Yo un día dije “dejo de fumar” y dejé de fumar. Estuve 7 años sin probar un cigarrillo. Después volví. Y con Independiente hice lo mismo. Dije: “Dejo Independiente”. Jugamos el último partido, nos salvamos del descenso, salí por el vestuario y no volví más. No volví más. Hasta que no hice el duelo no pude volver a la cancha. Pero me estaba haciendo mal, me estaba haciendo mal a la salud. Había perdido mis amigos, mi tiempo, la familia, porque los fines de semana estaba en una ciudad distinta, adonde jugara Independiente. Era complicado, más viviendo en Buenos Aires.

- ¿Y qué aprendiste de toda esa experiencia?

- Mucho, aprendí muchísimo. Porque fue la primera vez en mi vida que me pasaban dos cosas: la primera vez es que tuve que manejar algo que no era mío, ya que el club no era mi patrimonio ni de mi propiedad. Y lo otro que aprendí fue a comerme muchas piñas. A resistirlas. Y empezar a tener más tolerancia, capacidad de aguante, escuchar la opinión de la gente. Y cuando se mete en el medio la pasión es muy difícil, porque no es racional. Aprendí a que me abofetearan, a que me pegaran, a que me insultaran. Y a mí no me quedaba nada por hacer. No había algo que yo dijera “me estoy guardando, estoy siendo mezquino”. No pienses en la plata solamente. Pensá en el tiempo, en el esfuerzo, en el sacrificio.

- En esa época se te ha visto en situaciones completamente delirantes.

- He estado debajo de la tribuna, cuando todavía no estaba el hotel. Y allí estaban metidos todos los barrabravas de Independiente. He hecho locuras. He entrado solo. Los he puteado y los he sacado, no te digo a las patadas, pero casi. Y no es que iba con custodios, no. Iba solo. Una locura. También he entrado al camarín, enojado, le he metido una patada a una puerta, y quebrado un dedo. Yo soy una persona pasional.

- Eso está clarísimo.

- Y en el fútbol, ni hablar. Pasión más pasión... explosión (Risas). Menos mal que me fui.

- Sentís que con todo lo que hiciste en Independiente, y con toda la línea que bajás hoy en el Show del Fútbol, ¿contribuís a que el fútbol argentino sea un poquito menos menos chamuyero, menos tramposo y menos negocio para unos pocos?

- Yo quise contribuir. Cuando me metí en el fútbol y empecé a ver de qué se trataba, quise contribuir. Organicé 6 congresos para tratar los problemas de fútbol. Acá, en Corrientes, en Córdoba, en Buenos Aires. Traté de concientizar. Pero después yo veía que todo eso caía en un callejón sin salida, que era Grondona. Cuando me di cuenta de todo eso que yo de buena fe intentaba aportarle al fútbol, no tenía ningún sentido, traté de cambiarlo desde otro lugar: ponerme en la vereda de enfrente. Entonces volví a recorrerme el país. Hice 17 charlas con dirigentes del interior, presenté un proyecto de ley en el Congreso y le di la batalla a Grondona. Y, bueno, perdí. Perdí. ¿Pero qué me quedó cómo resumen de todo eso? Por ahí la satisfacción personal de decir “ése es el camino, qué lástima que no nos dimos cuenta antes”. Qué lástima que la dirigencia no se dé cuenta porque es el camino. Porque cuando vos mirás que están llevando presos a dirigentes en Suiza...

- ¿Se abre un nuevo capítulo para el fútbol en Argentina?

- Transparentar, democratizarlo, salir de las viejas estructuras que tiene la AFA. Es una oportunidad que tiene el fútbol, vamos a ver si cambia.

- Hemos tenido la “mala” suerte de haber tenido buenos resultados.

- Yo no coincido que hayan sido buenos resultados. ¿Cuáles han sido los buenos resultados?

- Los deportivos, digo.

- ¿Cuáles?

- Bueno, la selección argentina es una de las más prestigiosas del mundo...

- (Interrumpe) De los tres jugadores mejores que han habido en el mundo y en la historia, tuviste a dos: Maradona y Messi. Con esos dos jugadores ganaste un campeonato. ¿En cuánto? ¿40, 20, 30 años? No sé cuánto. Sí, 30 años. Entonces, no sé si nos fue tan bien. Y si nos mirás cómo nos está yendo ahora... La mirada objetiva es que Brasil tiene cinco campeonatos del mundo y tuvo a uno de los tres mejores jugadores del mundo, que se llamó Pelé.

Violencia

- Afirmas que vivimos en una sociedad violenta. ¿Hay alguna forma de salir?

- Sí, seguro. Seguro, porque vos te vas, agarrás el auto, 4 horas, cruzás la cordillera, llegas a Chile, que no es muy lejos, no es Suiza, y la gente no es violenta. O estás en Buenos Aires, te tomás el ferry, cruzás a Montevideo, y la gente tampoco es violenta. Este es un problema argentino, nuestro. Y yo creo que en esto sí tiene la culpa el kirchnerismo. Yo siento que nos empuja todo el tiempo. No te deja tranquilo, siempre te está empujando por algo. Y no a todo el mundo le gusta que lo empujen. Y la posición es muy antagónica. Eso genera, genera violencia. Yo padezco la ira. Uno de los problemas que tengo es la ira. ¿Vos me preguntaste si iba a terapia? Fui a terapia por eso.

- ¿Ese era el problema?

- Así es. Pero no tengo odio. Por eso me he peleado con gente y después digo: “¿por qué me he peleado con este tipo?”. Rencor, odio, eso yo no lo tengo. ¡Está bárbaro! ¿Sabés lo livianito que vas de equipaje?

- ¿Cuánto tiempo hiciste terapia?

- Como 4 o 5 años. Y después volví a hacer otra vez. Hice como 2 años más.

- ¿Y cómo hacés para bajar después de tanto quilombo, y tanta adrenalina, a 45 minutos de sesión?

- Y no, son 45 minutos que son tuyos. Yo no creía en la terapia. Iba porque me había obligado a mí mismo a cumplir con eso. Recién al año de hacer terapia me di cuenta que me servía. Y que me servía mucho. Un día, en un instante, me di cuenta, como si me sacaran un velo de los ojos. Fue terrible. Pero sirve.

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