Carlos Polimeni: "En Mendoza, los mejores se quedan en las inferiores"



Por Mauricio Runno

La gente marcha por Avenida de Mayo en busca de la plaza histórica. Es un crepúsculo más aunque el día no tanto: se cumple un nuevo aniversario que no festeja nada sino que lamenta la desaparición del señor López, Julio. La gente marcha mientras lo encuentro a Carlos Polimeni en una de las mesas de la mítica “London City Buenos Aires”, la confitería en la que Julio Cortázar escribió su novela “Los premios”. Ese texto comienza así: “Era en el London de Perú y Avenida…”.


Así empieza esta entrevista con un “mendocino en Buenos Aires y un porteño en Mendoza”, tal como el periodista a veces se piensa a modo de resumen. Polimeni ha trabajado en varios medios importantes, incluso actualmente lo hace en la mañana de América TV, junto a Carmen Barbieri. En gráfica pasó por diarios como Clarín, Página 12 y Sur. En radio hizo programas por Rock and Pop. Y en la TV ha tenido destinos insondables, que lo han llevado a acompañar a Mauro Viale, Jorge Rial o Luis Majul y a conducir un envío de cine nacional.


Aún más impresionante es su trayectoria como autor de libros, con trabajos acerca de Divididos, Luca Prodan, Antonio Tarrago Ross y el último, “Bailando entre los escombros” sobre los 40 años de rock argentino.Pero nada de eso se hablará con él. Mientras los grupos de izquierda marchan y desde la pecera vaporosa de la "London" los vemos pasar, el deporte y algunos recuerdos de la Mendoza de otrora, si cabe el término, ocupan el tiempo, que no disimula a unos manifestantes a la usanza del carnaval de Oruro, aunque esto pueda parecer una metáfora que no lo es.


Polimeni habla sobre el extraño destino de dos amigos de su tierna juventud: “A los hermanos Campos yo los conocí en la edad del secundario. Ibamos a colegios distintos, jugando campeonatos de papi fútbol. Ellos jugaban muy bien, Mario Campos era re calentón y Carlos era muy buen jugador. Estoy hablando de 35 años atrás. Uno terminó siendo jefe de policía de Mendoza y el otro haciendo periodismo de Futsal en España. Hemos tenido relaciones casi familiares, muy amistosas", cuenta.


- Hay cantidad de jugadores excepcionales que por no pensar como jugadores de fútbol dejaron de desarrollar sus talentos.


- Incluso hay jugadores de fútbol profesional que a veces parecen no pensar como jugadores de fútbol.


- ¿Quién, por ejemplo?


- El Burrito Ortega. Es un tipo dotado con una capacidad extraordinaria para jugar al fútbol pero con una cabeza que no parece la de un jugador de fútbol. Ni afuera ni adentro de la cancha. Me parece que es un pibe que tiene todo lo que debería tener para ser una estrella de fútbol. Y que ha quemado cada una de sus etapas. Ortega jugó mundiales, jugó en la selección en su mejor nivel, jugó en Italia, España. Tiene todo y sistemáticamente ha boicoteado su carrera, pero además es un tipo que lo hace visible en la cancha: siempre hace una de más. El tipo se comporta como amateur pudiendo ser un gran profesional. Y hay tipos que con muchísimo menos piensan como jugadores de fútbol: simplifican la jugada, exprimen al máximo lo poco que tienen.


- ¿Palermo?


- Sería un caso, sí.


- ¿Por qué el fútbol de Mendoza cayó en desgracia luego de una época, si bien no dorada, al menos competitiva?


- Ahora repuntó con Godoy Cruz, aunque haya vuelto a Primera B. Es complejo pensar el asunto... Siempre se ha hablado de los dirigentes, la mala calidad de ellos. Mendoza, como plaza de fútbol, y como lo demostró Godoy Cruz, es una plaza interesante. Le interesa a los jugadores, a los profesionales, porque hay negocio, pero me parece que la capacidad de los dirigentes es muy baja. Y puedo decirlo por mi pequeña experiencia de jugador de fútbol: siempre vi en Mendoza que los mejores jugadores de los clubes se quedaban en las inferiores. Y que aquellos que jugaban en primera era porque tenían papás influyentes.


- ¿Hay potrero en Mendoza, como institución informal?


- Siempre existió y existe. Digamos que hay otros lugares de Argentina que tienen por su ubicación geográfica la ventaja de recibir jugadores o aspirantes a jugadores de sitios próximos. Y hacen de canalizadores. Rosario y Córdoba están en el medio de territorios con tránsito también de jugadores. Mendoza está más aislada geográficamente. Pero siempre hubo tradición de buenos jugadores de fútbol, buenos equipos, potrero. A mí me parece que no pasa por aquí el asunto del desarrollo, sino más bien en cómo se administra el talento y eso tiene que ver más con los dirigentes.


- Pocos saben que tus comienzos profesionales fueron como cronista deportivo.


- Empecé así. Luego de jugar algunos "partiditos" en Primera para Andes Talleres conseguí trabajo en el diario “Mendoza”. Golpeé la puerta, pedí trabajo, me atendió un jefe de redacción, que me preguntó si sabía escribir a máquina. Le dije que no. No se me había ocurrido hasta entonces que para ser periodista había que saber eso (risas). Y este señor me mandó a la Academia Pittman, en Catamarca y San Martín. Así aprendí a escribir a máquina. Era un trabajo no pago pero así entré a la redacción, a la sección Deportes. Trabajé como cronista volante, cubriendo partidos de básquet, por teléfono. Y después me dijeron: “Che, ya que jugaste al fútbol, escribí de fútbol”. Y así fue desde el 79 hasta el 83, en que me vine a Buenos Aires. Fui volante, colaborador, redactor y subjefe de sección, cuando Cacho Cortéz era el jefe. Y cuando vine acá, e incluso hasta 1989, trabajé en Deportes en la agencia Noticias Argentinas, durante una década. Y alternaba, claro, con la sección Espectáculos. Para mí siempre fueron carreras en simultáneo y parecidas, sólo que en Deportes viajaba mucho, por la cobertura de partidos, más aún cuando comencé a cubrir partidos de la selección: conocí 25, 30 países. Viajé mucho, sí. Y cuando me convertí en padre por primera vez, en 1989, dije: “Bueno, no viajo más”.


- ¿Por qué el periodismo deportivo está visto como una especie de subclase del periodismo en general?


- Es que es una vía fácil de acesso a un medio. Deportes suele ser menos exigente con la calidad de escritura y además siempre necesitan mucha gente. Es bastante más fácil entrar ahí en comparación con la sección Política. No es como ese sueño que tienen los estudiantes de Periodismo de entrar como editorialista, donde resulta que hay uno, en un solo diario. Deportes es un lugar más permeable para ingresar y además otorga una dinámica profesional muy importante. Si el fútbol es la dinámica de lo impensado, la cobertura de deportes no es menos impensada. El relato de radio o de televisión da capacidad de resolver situaciones, de improvisar, de narrar lo que va ocurriendo, que siempre es cambiante. Grandes periodistas de Argentina han empezado en las secciones deportivas.


- Bastante amargo el clásico rosarino con la ausencia de Fontanarrosa.


- Raro, sí. Porque uno tiene simpatías por otros equipos por la simpatía que otras personas tienen por esos equipos. No tengo ninguna interna rosarina. Pero me ponía alegre y me pongo alegre por Central porque Fontanarrosa era de Central. Así también fue que revisé mi visión de los equipos de Madrid porque Sabina es del Atlético, y no del Real Madrid. El fútbol produce una serie de asociaciones raras. Por ejemplo, uno sabe de Henderson, el pueblo, porque allí nació Caniggia, o de Chacabuco, por Passarella (risas). Recién ahora se está entendiendo en las escuelas, a la hora de los mundiales, que el fútbol es una oportunidad bárbara de despertar el interés de la gente por determinadas cosas, que sería muy difícil por otros medios. Lo que puede saber y aprender un pibe acerca de países como Nigeria o Camerún, en época de un mundial, difícilmente lo pueda saber salvo que sea su interés.


- ¿Cuál es tu equipo en Mendoza?


- Unicamente, y para siempre, Talleres. Allí transcurrió buena parte de mi infancia. No sé si todos se acordarán, pero la cancha de Talleres, que era una de las más lindas del centro de Mendoza, cuando había partidos adelantados, casi siempre se jugaba ahí. Yo vivía a 12, 13 cuadras e iba a la cancha, claro. Y en esa cancha se jugó el primer partido en la historia de los campeonatos nacionales: septiembre, 1967. Había viento zonda. San Martín de Mendoza perdió 3 a 2 con Independiente de Avellaneda, que tenía un equipazo. Hizo dos goles Savoy, de media distancia. Independiente saldría campeón del torneo. Bernao, Pastoriza, Savoy, Santoro, Pavón, Tarabini… Empezaron perdiendo 2 a 0 contra San Martín. Y cuando vino el zonda a favor hicieron los 3 goles.


- ¿Firmaste contrato en Talleres, como jugador?


- No, no. Jugábamos por el sanguche de mortadela, el yerbiao o la coca. No cobré nada (risas). Puede ser unos pequeños viáticos. Sólo jugué 3 partidos en Primera. Además era menor de edad. No, jamás cobré.


- Aquí sos de River y en España del Atlético.


- En España revisé el tema. Siempre me gustó el Real por la calidad de juego. Mis amigos decían: “Pero ése es un equipo del franquismo. Tenes que ser del Barcelona”. Y aunque el Barça tenga los mismos colores de Talleres soy del Real Madrid. Una vez lo escuché a Sabina explicando por qué había que ser del Atlético. Y decía que era el equipo más chico, el de los díscolos de la burguesía madrileña. Ahí revisé mis preferencias pero me gusta el Real Madrid. Pero es muy loco esto del fútbol. En los mundiales los argentinos somos hinchas de nuestra selección, por ende, queremos que a Brasil le vaya mal. Pero si quedamos eliminados queremos que le vaya bien a Brasil.


- ¿Te parece?


- ¿Querés que le vaya bien a Alemania? Nunca sos hincha de Alemania, que además representa al poder. ¿Y a Estados Unidos, durante un mundial? ¿Querés que le vaya bien? No, ni a palos, aunque no represente el poder en el fútbol. Entonces queda poco. No creo que nos hagamos hinchas de Inglaterra (risas).


- En realidad sería bueno que el campeón fuera otra vez Uruguay.


- ¡Claro! Salvo que después hay que bancarse a los uruguayos después cuando vas a jugar contra ellos.


- Que le ganen otra final a Brasil.


- Eso no va a ocurrir nunca más (más risas).


- Y en Italia, ¿sos del Inter?


- Me gusta, sí. Pero me gustaba más el Nápoli cuando estaba Maradona. Tuve la oportunidad de estar ahí en el período Diego, con Diego, y de ver lo que pasaba allí, que dejaba chico cualquier relato que se hiciera sobre el romance de Maradona con Nápoles. Era absolutamente extraordinario, paranormal y argentinísimo. A mí me bajó del taxi el chofer porque le dije que me parecía que Michel Platini era mejor jugador que Maradona. Lo dije en broma, para ver cuál era su reacción. Bueno, nunca entendió el chiste. Y su reacción fue bajarme del taxi en medio de la autopista yendo a la cancha del Napoli. Me dijo: “Guarda conmigo que yo te mato”. Y frenó el taxi, me echó. Maradona allí era una deidad como supongo ningún otro argentino lo ha sido en ningún lugar del mundo. A tal punto que en la catedral de Nápoli, cuyo santo es San Genaro, la iglesia napolitana, católica, había hecho poner a su lado a Maradona. Viví ese fenómeno, de modo que es imposible que no despierte un cariño extraordinario. Además de las otras lecturas: el sur contra el norte, los negros contra los rubios, el equipo que nunca salió campeón contra los poderosos.


- ¿Qué es lo que ocurre con la selección nacional de fútbol?


- Soy hincha desde siempre, irrefrenablemente, desde que soy chico.


- Pero es lo mismo Bilardo, Bielsa…


-No, no. Quiero decir que como hincha de fútbol lo soy de la selección argentina, sin contradicciones, y en momentos graves, como en 1978, cuando mi viejo estaba fuera del país, exiliado, y me decía: “¡Pero cómo vas a festejar los goles de la selección de Videla!”. Para mí los goles de Argentina eran los míos y así salí a festejar a la calle San Martín cuando salimos campeones. Y mi viejo en el exilio se amargaba la vida. Por eso digo que soy hincha de la selección sin contradicción. Además cubrí el mundial del 86, estuve en México. Sigo sufriendo por los partidos de la selección…


- Contra Noruega, por ejemplo, uno de los últimos, ¿te gustó la selección?


- De estos partidos no hablo. La verdad de la selección argentina es que hoy es una entidad que se constituye para los mundiales y nada más. Que es también lo que está pasando en todo el mundo. Han diluido los orgullos nacionales y son todos jugadores profesionales. Ganan mucha plata y juegan para sus países únicamente en los mundiales y lo demás son compromisos comerciales. Esto dicho pensando en Holanda, país al cual no le importa demasiado ganar o no una Copa del Mundo. Pero resulta que hoy cada vez más jugadores argentinos pertenecen a grupos empresariales, tal vez holandeses (risas), como Messi.


- O el caso de Manu Ginóbili.


- Claro, que directamente no fue, no participó de la última competencia internacional. Y no puede porque cobra varios millones de dólares por año. Y es como una obligación de profesionales cuidarse para rendir al máximo. Y a Manu tal vez no le interesó jugar como le interesaba antes, no lo sé. A Messi, otro ejemplo, no sé cuánto le interesa realmente –pese a ser el más joven y el más virgen- lucirse en un mundial con la selección argentina. Mirando el mundial por televisión no parecía tan tan tannnnn preocupado por la eliminación. Y cuando entraba no parecía tannnn enchufado.- No es menos cierto que Messi tampoco tuvo tanto protagonismo.- Pero uno recuerda a Passarella, a Gallego o a Maradona o Kempes, jugando para la selección, o Ruggeri, y son tipos que dejaban la vida. Tengo la sensación que ni para Gago ni para Messi un partido con la selección les cambia la vida.


- ¿Sirve jugar el mejor partido, haber desplegado el mejor fútbol, y haber quedado fuera del podio en el mundial? ¿Cuál es la gloria?


- Yo el otro día pensaba. Y lo dije por radio. Daría 5 años de mi vida, los últimos cinco, por haber jugado el partido que Los Pumas le ganaron a Francia en el mundial de rugby. Haber tenido el orgullo y la emoción de haber jugado y ganado ese partido, contra un equipazo, de visitante, con huevo, con clase. No soy jugador de rugby. Y pueden salir últimos o quedar eliminados. Pero el orgullo de haber ganado ese partido… Entonces muchas veces no importa lo que pase después. Hay tipos que jugaron un Mundial y ganaron la final, Bochini en el 86, y no se considera campeón del mundo. Lo pusieron para que figurara pero el tipo no se siente campeón del mundo. Y cualquiera de nosotros hubiera pagado lo que no tiene por jugar esos minutos. Entonces a veces la gloria es rara. Me acuerdo de un partido de Víctor Legrotaglie, jugando en el gran equipo de Gimnasia y Esgrima de principios de los 70, en el que le dieron un paseo al San Lorenzo de Almagro que luego sería dos veces campeón en el año. El Bambino Veira, Doval, Rendo, ¡un equipazo! Y en Mendoza, en el 71, en la cancha de Godoy Cruz, se comieron una goleada y un toque que la gente terminó gritando “ole, ole”. Y Legrotaglie tocando para atrás, para el costado. Y ese equipo de Gimnasia no salió campeón del Nacional, pero el Víctor se dio unos gustos como jugador que lo acercaron a la gloria. Incluso ese gusto bien provinciano, de cagarse de la risa de los porteños profesionales, de tocar para atrás, de no querer meter más goles. Y a lo mejor eso es superior a la gloria de ser campeón.


- ¿Es verdad, como dice Fernando Niembro, que el torneo argentino está entre los tres mejores del mundo?


- Casi nada de lo que dice Niembro me parece criterioso. Lo que dice es típico patrioterismo argentino. ¿Fernando Niembro ve otros torneos? ¿La liga española, la italiana, la inglesa, la holandesa? Yo sospecho que no. Es un arranque de entusiasmo patriotero.


- Cuando lo dice habla de los espacios reducidos, que se mete mucho, que la capacidad atlética de los jugadores es excepcional…


- Sí, claro, por eso los goleadores del fútbol argentino son Denis y Palermo (ríe). No creo eso. Me parece que el campeonato argentino, como lo prueba el actual, es desparejo, cualquiera le gana a cualquiera. Y sin embargo está montado todo para que los más poderosos se perpetúen. Alguna vez en este país salieron campeones Chacarita, Estudiantes de La Plata, Quilmes, Ferro, algunos que ni siquiera están en primera división. Hoy está cada vez más cantado que va a salir campeón River, Boca, Independiente o San Lorenzo y Vélez. Hoy es muy difícil que Argentinos Juniors salga campeón. No me parece que éste sea el mejor fútbol del mundo. Incluso los mejores jugadores están todos afuera.


- ¿Víctor Hugo sigue siendo el periodista deportivo más completo?


- A mí me parece el mejor relator de fútbol que yo he escuchado en toda mi vida. Creó una escuela en la que el relato dejó de ser sólo relato de fútbol, e involucra un modo de ver la vida. No sólo para narrar el mundo sino para comprometerse con cosas que están más allá del fútbol. Porque el fútbol, aunque les pese a los futboleros, es parte de un contexto político, social, económico, determinado a sus épocas. Orson Welles tiene una frase muy buena: “Si hablamos de cine, y a los diez minutos no hablamos de plata, no estamos hablando de cine”. Porque el cine es un negocio gigantesco. Y si hablamos de fútbol y a los diez minutos no estamos hablando del entorno, no estamos hablando de fútbol. Se juega como se vive. Se me ocurre que hay que saber eso para entender el fútbol. El fútbol no es solamente narrar bien la jugada, saber la historia o conocer las estadísticas. Es ver el contexto. ¿Por qué surge Messi, ahora, y no antes? ¿Por qué Tévez? ¿O qué representa Maradona como jugador de fútbol? Y Víctor Hugo me parece fenomenal en lo suyo, el relato radial.


- ¿Y en el periodismo gráfico?


- Nací leyendo a Osvaldo Ardizzone en “El Gráfico”. Hoy no hay equivalente porque se ha depreciado el valor del periodismo gráfico deportivo, a tal punto que hoy los diarios y revistas de deportes funcionan para un público infanto-juvenil. Basta leer “Olé”, que parece escrito para un público de 11, 12 años, coleccionador de figuritas de fútbol. Y los otros medios gráficos funcionan como complemento de la TV. Se supone que todo el mundo ve fútbol por TV entonces los medios tienen que contar todo aquello que no salió por TV. Hoy los diarios no te cuentan cómo fueron los goles.


- Pero hay opinadores, bastantes.


- Me gusta Horacio Pagani cuando lo leo en “Clarín”, pero no en TV. En general me gusta leer cuando escriben personas que no están obligadas a vivir del fútbol. Me ocurría con Osvaldo Soriano, me ocurre con Jorge Valdano. O cuando la gente que no es profesional de un medio deportivo escribe sobre fútbol.

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