"Derrumbe", nuevo libro de Daniel Guebel



Se trata de "Derrumbe", nouvelle de registro íntimo y revelador. Cruce entre la ficción y la no ficción. O sea, literatura que late, que late.

“Mi relación con la poesía es nula”, ha dicho su autor, y para quien lo ha leído, desde, digamos, sus “funciones” periodísticas en la revista Humor allá lejos y hace tiempo (componía una delantera temible, junto a Alan Pauls y Marcelo Figueras), no es ninguna novedad. Lo de Guebel, y su relación con la poesía, más allá de juicio, es también un mini declaración de principios. Soy narrador, soy narrador, pareciera decirnos en un mantra que su más reciente texto publicado,
“Derrumbe” (Mondadori), confirma. Y sí, él es un narrador.
Más que difícil es raro escribir acerca de esta nouvelle, en la que se vislumbra, más allá de la calidad estética, también una actitud. Si alguien no ha leído muchos libros puede asociar este trabajo al nombre de disco de Calamaro, “Honestidad brutal”. Y aunque parezca una locura comparar literatura con música no siempre es fallida la paralela. Somos tan poco habitués a la sinceridad que, cuando alguien escribe una verdad, siempre parece ser "brutal".
Los narradores narran muchas mentiras, que hasta se transforman en verdades: es parte de la religión (no, Charly García no sobrevuela en este libro). Ahora distinto registro se obtiene cuando los narradores narran verdades, que hasta pueden parecer mentiras. Y éste es el caso de “Derrumbe”, una pieza de formato ideal para este autor que también escribe y dirige teatro, y que ha dicho que terminar un guión de esas características a veces puede llevarle de uno a dos días.
Guebel se ha separado, y la época en que lo ha hecho no parece ser de las más felices (“Ayer fue Navidad. Son las nueve de la mañana y en la calle no hay nadie excepto una paseadora de perros que deja que sus animales ensucien en la puerta de mi casa…”). Y este es el motor de su nouvelle, la pérdida, el abandono, y bastante culpa por una hija que lo desvela y que se convierte en el personaje central del relato, a punto tal que cierra el libro, desplazando las hazañas de su padre, sus pensamientos, hasta sus gestos más amorosos.
Lo insólito de escribir la verdad es que parece mentira. Por eso existen tantos críticos diciendo mentiras que parecen verdades, y hasta escritores que mienten pero sólo son eso: malos escritores y peores mentirosos. No es el caso de Guebel, que va construyendo una historia que en manos de otros sería apenas una especie de diario íntimo ordinario, una suerte de larga carta que jamás se entrega, o sí, se entrega, pero con vergüenza.
Guebel es técnico y efectivo, inteligente y criterioso, económico pero pretencioso. Es un escritor malherido apostando a la literatura. Y “Derrumbe”, ya desde su título, es una obra que lo define como escritor, a pesar de sus numerosos textos (y aquí se recordará “Arnulfo o los infortunios del príncipe”, pero más exactamente la exacta “La perla del emperador”). Quien lea mis textos me estará leyendo, supo decir Montaigne. Y no es del todo caprichoso suponer que luego de leer este libro se conoce más a su autor. Un escritor que apuesta a escribir, hasta decir la verdad. Nada mal para un mercado de farsantes como el nuestro.

Comentarios

Lo más visto en la semana

Twitter