Diez años sin la Maga Correas

Diario UNO, Mendoza 25 de julio 2008

Animadora de la vida cultural de Mendoza, y referente del mundo de la decoración y el arte, fue un personaje único. Uno de sus grandes amigos la evoca aquí como “un faro del conocimiento”.

Mauricio Runno
Especial para UNO

Hay amigos que fallecieron, según dicen los diarios, que aún hoy se me aparecen como pájaros y mariposas. Y es inevitable pensar en ellos cuando eso sucede, casi siempre con la sorpresa de un asalto. Y sentir esa presencia, que nadie puede explicar, sino aquellos que la viven, trae más emociones que razones.
Es genial referirse a la amistad fuera de las fechas que vulgarizan el vínculo, que, creo, lo desgastan para sólo reducirlo a una efeméride desgraciada, al borde del kitsch. Hay otra amiga, por ejemplo, que se me aparece desde el lugar más recóndito en que me encuentre, y se me presenta en forma de libros o bien de autores.
Antes de morir, y durante algunos años, ella me dijo que la literatura era como una gran familia de escritores. Y la oía, mientras leía, y nunca lograba entenderla del todo. Por entonces creía que se refería a una cofradía de seres humanos, dotados con la gracia de una escritura inteligente y reveladora, que formaban una suerte de tribu o secta creativa que no diferenciaba países ni lenguas ni épocas.
La casa de esta amiga, era, a su modo, una suerte de Torre de Babel, obligada posta de los viajeros que llegaban a este desierto, en busca de otros, nuevos desiertos o quizá playas. Ella era visitada por otros amigos, que venía recomendados por otros amigos o conocidos y algunos desconocidos que rápidamente se conocían. Y se presentaban ante ella y le rendían un extraño culto, trayéndole regalos, especies y nuevos modos, en un mundo que aún parecía ancho y ajeno.Ahora es fácil viajar y basta con observar a millones y millones de turistas, quizá una de las atrocidades más bárbaras de la globalización. La gente cree que viajar a un lugar es estar siete días, media pensión incluida. En fin.
Mi amiga me enseñó varios caminos que me llevaron a otros tantos, y que me han hecho escoger atajos, cul de sac, contramanos, desiertos, selvas. Era ella, en ese aspecto, un verdadero faro del conocimiento. Podría citar una enorme y amplia lista de autores y libros que ella me indicó. Y que ahora se me revelan debido a su presencia invisible. Pero todo lo que rodea a Martin Amis, Bertrand Russell, Lawrence Durrell, Bernard Shaw, James Joyce, Guillermo Enrique Hudson, por ejemplo, tiene que ver con ella, con sus insistencias, con su vigor para conseguir aquellos textos, que podían ser de esos autores, o no, pero que de algún modo los traía a cuento.
Aún no conozco una mujer que siquiera se parezca a ella. Que pueda estar a la altura de las circunstancias. Supo estar a la vanguardia, hizo del off side una posición más que lícita, y eso que ha dado una década de ventaja. Debe estar sonriendo, ahora mismo, donde sea que se haya escondido, conjugando las paradas del Dante, tal vez sorteando obstáculos, venciendo miedos o luchando contra fantasmas desdibujados.
He conocido mujeres vanas, orgullosas, ridículas, presumidas, maduras, adolescentes, rubias, morenas, pelirrojas, y, la verdad, ninguna ha sido la sombra de la sombra de Maga Correas. Varios sabemos que la debacle, permítase pronunciarlo en la fonética de Montaigne, es cruel y es mucha. Y aún así, en el deterioro, nada ni nadie ha podido acercarse a una figura imprescindible del siglo XX en Mendoza.Maga hace diez años hizo las valijas y se marchó a una vida tan desconocida e inquietante, tanto como la que le conocimos aquí, en el vértice de Patricias y Rivadavia, lo que era su casa, pero también el laboratorio, su negocio, la baticueva, su morada y un maravilloso altar pagano.
Estoy leyendo un libro desde hace unos días. Es indudable que recién ahora entiendo que se trata de una de esas apariciones que mencioné antes. Está firmado por Ignacio Ramonet y Ramón Chao: París Rebelde (Guía política y turística de una ciudad). Es la Maga, que me saluda, a través de un viaje sin viaje, como era una de sus especialidades, para derrotar a esa calamidad llamada turismo. “París se desarrolla en espiral”, leo. Y pienso que la Maga también. Sabemos que nació bajo el signo de Aries incubado. El resto es magia y fantasía, que se va abriendo, como la espiral, se va abriendo y abriendo. Es su legado para vivir y dejar vivir: open mind.
Merci pour la vie, notre Maga adoré.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Amigood, recuerdo cuando me llevaste a la casa de La Maga a conocerla. Recuerdo que nos atendió muy bien. Sacó unos sanguches de miga. Comimos. Me pareció un ser humano maravilloso. No por los sanguche sino por lo que hablamos. Por la manera en que te miraba: con mucho amor.
Aquella tarde lo confirmé: en San Juan, el rock and roll soy yo.

Simón
Roberto Cavallo ha dicho que…
Hola... Por 1975 vivía en Mendoza y fuí uno del "círculo rojo" de la Maga... Llegué a atender la "Tienda de affiches" que ella puso en una especie de mini shopping muy "jipi" (cuyo nombre no recuerdo)sobre Patricias Mendocinas, casi a la vuelta de su casona... Marvillosa persona, me dió una mano en épocas muy conflctivas para mí. Siempre la recordaré...

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