Magdalena Faillace, la feria de Frankfurt y ese humor que es un amor


Argentina se prepara  para la Feria del Libro de Frankfurt y en el pabellón destinado al país invitado de honor se montará un laberinto. La agencia oficial Télam tomó el testimonio de la responsable, Magdalena Faillace, en donde asoman ciertos deseos bastante dudosos. "Somos un país federal, orgulloso de serlo, y por eso queremos mostrar lo nuestro más allá de lo que ocurre en la ciudad de Buenos Aires", expresó. Loable aunque impracticable idea.
El Pabellón ocupará 2500 metros cuadrados y se podrá ver "una rayuela dibujada en el suelo antes de adentrarse en un espacio cortado por géneros transparentes que crean un clima muy especial, además de algunos objetos puntuales, como un bastón de Borges que nos prestó María Kodama", describe.
En la cosmovisión particular de Faillace asoma otra idea inquietante. Pero antes nos informamos que la Sociedad Argentina de Escritores (SADE)  "ha cedido una colección de escritos, entre ellos, textos de Sarmiento y cartas de Urquiza a Mitre", detalla la presidenta de Cofra (Comité para la presencia argentina en la Feria del Libro de Frankfurt).
El pasado, las cartas viejas, los manuscritos, los revoltosos de tierra adentro, responden al pasado, a esos escritores que están bajo tierra. El presente y el futuro, en cambio, lo representan aquellos creadores que acompañarán a la delegación oficial en la mayor feria de negocios del mundo editorial. El 80 % de ellos vive y escribe en Buenos Aires. ¿Por qué? Porque son el futuro, son el "exterior". 
Prosigue Faillace: "El laberinto de escritores ha resultado ser más cortazariano que borgeano, abierto y muy luminoso; el centro está dedicado a Martín Fierro y cada lado a Borges y a Cortázar".
Quien esto escribe admira la obra de ambos escritores y en cierto especial modo admira aún más el carácter lúdico en varios pasajes de sus obras. Sin embargo, hablar de laberintos en la literatura argentina remite ineludiblemente a Borges. Aún así, Faillace marcha contra la tradición: "ha resultado ser más cortariazano que borgeano", advierte. Ayer escribí un post sobre el laberinto más grande del mundo, pergeñado por el fino editor italiano Franco Maria Ricci. No encontré mención alguna con Cortázar aunque sí con Borges. No parece extraño que en todo el mundo los laberintos se asocien a Borges. Menos en Argentina, donde, insisto, "ha resultado ser más cortazariano que borgeano".
"Después se van intercalando distintos escritores en las paredes de ese gran ombligo -define- por medio de plasmas, fotos antiguas, tapas de revistas, afiches y primeras ediciones de las obras".
Ignoro si allí aparece Antonio Di Benedetto o Quino, por citar dos creadores literarios, en distintos géneros, que, lejos de representar el pasado, o el "interior", parecen cimentar parte importante de la literatura argentina. Que ambos hayan nacido en Mendoza tal vez sea un dato de los llamados menores.
El capítulo Frankfurt no podía dejar de contar con su "espacio de los Derechos Humanos". Allí la señora Faillace en buena hora nos dice que "va a tener grafitis con los títulos de libros prohibidos; esa pared va a estar dedicada a los escritores desaparecidos durante la última dictadura militar y, como contrapunto, otra para las abuelas y sus nietos recuperados en estos años".
No se duda de la inclusión de Paco Urondo allí, lo que haría justicia. Aunque es una lástima aprovechar oportunidad tan cosmopolita para no mostrar las primeras ediciones de libros que jamás tuvieron su reconocimiento en el mercado argentino, y que con los años y las décadas han conservado y potenciado su alto valor literario (podríamos hacer una lista y podríamos sorprendernos). Pero más bien es una cuestión estética: entre lo prohibido y lo no valorado, las autoridades prefieren lo prohibido. No pareciera ser el talento un atributo o un legado, sino más bien el carácter legal o ilegal de la literatura, lo que dominará el pabellón. Curioso canon literario, por cierto.
"En el piso azul se recorta un gran mapa de la Argentina que asemeja el océano, donde se proyectan paisajes como las Cataratas del Iguazú, los Andes, los glaciares", nombra Faillace.
Antonio Di Benedetto hubiera estado feliz con esta proyección, tan por el piso y tan azul. No lo dudo.
El informe nos vuelve aclarar que "un espacio será ocupado por bibliotecas con los libros donados por Alemania a cada país invitado de honor que, en ese caso, se han editado o escrito sobre la Argentina a lo largo de 2010".
A pesar de no corresponder ni con la temática quizá sería interesante hacer conocer al mundo que en la indómita Tandil existe la Biblioteca Cervantina privada más completa del continente, una perla para bibliófilos que llegan de todos los confines hasta aquel corner de la pampa húmeda. Allí sólo comprueban que Bartolomé José Ronco es un cabal héroe, apasionado inequívoco. Aunque quizá sea considerada de esas locuras que pasan en el "interior". 
Entre otras noticias, podemos enterarnos que "al lado -continúa la embajadora- se alza un gran auditorio en el que se realizarán mesas redondas durante la feria -cuarenta en total- y hemos reservado cuatro rincones para los íconos: de un lado Eva Perón y el Che y del otro Gardel (simboliza la pasión por el tango) y Maradona (la pasión por el fútbol)".
Sin comentarios, salvo el slang de Maradona, quizá un ejemplo educativo, hasta en sus expresiones gramaticales menos elaboradas. No olvidamos la reciente y última: LTA ("la tenés adentro", ícono deslumbrante, por cierto, especialmente para los visitantes alemanes).
Al finalizar, Télam destaca que "un lugar preponderante tendrá el espacio de Ciencia y Tecnología porque fue una iniciativa que tuvo la presidenta Fernández de Kirchner desde un primer momento, mostrar la Argentina como productora de innovación tecnológica, de cara hacia el futuro".
Se supone que no habrá auspicio de Fibertel, en este sentido.

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