Spinetta y Mendoza, en el relato de Oscar Sayavedra
Parece una cuenta pendiente aquella que debe saldar la relación que existió entre Spinetta y Mendoza. Es un vínculo de larga data, y a veces más profundo de lo que se piensa. El testimonio de uno de los más intensos protagonistas de este capítulo, y un amigo del poeta mayor del rock hecho en Argentina. Aparecen polaroids de Andes Talleres, Villavicencio, Tupungato. Crónicas de giras mágicas y misteriosas.
Spinetta en Tupungato, 1981. Finca de los Gabrielli.
Oscar Sayavedra es uno de los pocos mendocinos que integra ese extenso y profundo libro llamado rock argentino. No sólo por su pasión musical, inocultable, sino por décadas de trabajo junto a varios de los máximos íconos del rock nacional. Charly García, Soda Stereo, Andrés Calamaro, entre varios. Y Luis Alberto Spinetta, obvio. Oscar es también Oski, quien ha sido escriba, prensero, productor, mánager, es decir, una carrera que no ha esquivado ni lo dulce ni lo agrio.
Hoy vive en Santiago de Chile. Y desde allí, o en realidad, en una escala de la gira por la costa chilena del grupo Gondwana, de la cual es manager, refresca un relato acerca del poeta mayor y su relación con Mendoza y algunos otros grandes recuerdos. Oscar, apenas sucedió la muerte del músico, fue el gran consultado por los medios chilenos acerca de la noticia. Mientras aún hoy innumerables voces dan cuenta del vacío que deja Spinetta, las palabras de Sayavedra traen vitalidad y frescura, y alguna intimidad, discreta y prudente, como corresponde.
Con Carlos “Peluca” Goldsack, otro de los mendocinos abrazados al mito. Y también dueño de todas las imágenes que se reproducen.
Con Carlos “Peluca” Goldsack, otro de los mendocinos abrazados al mito. Y también dueño de todas las imágenes que se reproducen.
- ¿Cómo fue tu bautismo con Spinetta? Supongo que en Mendoza y supongo que en los 80. ¿Cómo era todo aquel panorama y cómo entró a tu vida?
- En mi caso personal comencé a dedicarme a la música a los 16 años, organizando conciertos de Altablanca. Eran épocas de milicos, muy oscuras, en las que el arte, y el rock en especial, eran un refugio de resistencia. El único espacio para la belleza en un país durísimo. Y en todo ese clima, Spinetta era la luz más potente. Toda su obra me inspiró y de esa forma fui dejando de lado la arquitectura, la publicidad y el periodismo, para dedicarme profesionalmente al rock. Primero en Mendoza y luego en Buenos Aires.
- Como buen poeta, Spinetta sedujo siempre a los poetas. ¿Cómo fue aquella relación con algunos mendocinos, que, además, se incorporaban a una poética decididamente más rock que de otros géneros.
- Efectivamente, la poesía de Spinetta y su propuesta estética (y ética) lo llevaban más allá del rock en particular. Y en el under artístico mendocino su palabra calaba hondo. No hay rock argentino sin Spinetta. Un rock en donde las palabras están a la altura de la música. Y eso, los poetas mendocinos, lo tienen marcado a fuego.
- ¿Cuál fue tu primer concierto de Spinetta en Mendoza?
- El primer contacto que tuve con él fue como simple fan, en el 76, a la salida de un pequeño show de Invisible, en Floresta. Allí lo esperé a la salida del show y me firmó el disco “Durazno Sangrando”. Ya de vuelta en Mendoza, me tocó organizar el segundo concierto de Almendra en Andes Talleres, que fue la presentación del disco “El valle interior”. Y allí comenzó una relación personal con él, que duró para siempre. Y al mismo tiempo inicié una relación laboral con Alberto Ohanian, quien me terminó llevando a Buenos Aires, primero como Jefe de Prensa, y luego como socio. El primer concierto de Spinetta en Mendoza fue en Pacífico, en el invierno del 76, con el grupo Invisible. Tremendo concierto. No hubo bandas soportes. Solo ellos 4 (ya estaba Tommy Gubitz). Luego vino la vuelta de Almendra, en el 80. Y posteriormente el regreso de Almendra, con “El valle interior”, donde yo ya paso a ser su productor en Mendoza. Luego organicé recitales de Spinetta Jade, con shows en el Gran Rex, e incluso un show en San Rafael.
Almendra en Andes Talleres, enero de 1981. La presentación del disco “El valle interior”.
Almendra en Andes Talleres, enero de 1981. La presentación del disco “El valle interior”.
- ¿Cómo es la historia de aquella tapa del disco de Almendra, con la postal de Villavicencio?
- La portada de “El valle interior” fue anterior a la presentación del disco en Mendoza. La tomó el artista Eduardo Santillán, directamente de la etiqueta del agua mineral Villavicencio. Un acierto total. Aquella vez, y luego de tocar en Andes Talleres, partimos todos a la casa de los Gabrielli en Tupungato, invitados por Andrés, quien era mi socio en esos años, en los que inventábamos espacios para el rock. Hay unas fotos geniales de ese día, una de ellas tomando agua de la pileta. ¡No lo podían creer los porteños! ¡Agua de la montaña en la pileta! (risas).
- ¿Cómo fue haber trabajado con Spinetta? Eso sucedió cuando comenzaste a trabajar con el “armenio” Ohanian, uno de sus amigos históricos.
- Cuando Alberto Ohanian me contactó para hacer Almendra fue porque yo era el corresponsal mendocino de su revista, Expreso Imaginario. Me dijo: “¿conocés a alguien para organizar el recital de Almendra en Mendoza?”. Le respondí: “¡Yo!”. Cuando hablamos de plata, le dije: “Mirá, yo por Spinetta, no cobro”. Y él me dijo: “Nunca trabajes gratis”. Es así que comenzamos nuestra relación laboral, que terminó siendo una sociedad, a los pocos años. Me mudé a Buenos Aires y trabajamos juntos nueve años, los dos primeros con Spinetta en la agencia. Luego ellos se separaron y yo me quedé con Ohanian.
- Estuviste en varios de los famosos recitales de Spinetta en el Auditorio Belgrano, donde se organizaban varios recitales en plena primavera democrática.
- Sí, claro. Ya instalado en Buenos Aires participé de muchos conciertos y giras con Spinetta Jade. Y estuve en la grabación de los discos “Bajo Belgrano” y “Mondo di Cromo”, que se hicieron y publicaron el mismo año. Terminamos en el Teatro Coliseo presentando ambos discos. El clima de la primavera alfonsinista era alucinante, una nueva Argentina florecía y tipos como Spinetta habían sido la llama para llegar a esa felicidad general.
- ¿Cuáles son los recuerdos del capítulo Chile? Hay una historia de Spinetta con vos y un recital en La Batuta, célebre reducto al que le has hecho fama en la Ñuñoa profunda.
- Sí, es verdad, pero antes, y ya viviendo en Chile, me tocó acompañar a Luis como amigo en su debut aquí. Fue en el Café del Cerro, en el año 89. Fueron una serie de 5 conciertos. Tocaba el solo, con la guitarra. Fue una semana entera comiendo mariscos y hablando hasta por los codos. Largas conversas, inolvidables, sobre todo cuando él y su amigo Dylan (el fotógrafo Eduardo Martí) se lanzaban en diálogos de otro planeta. Tiempo después, y ya trabajando para la EMI, en el 92, me tocó organizar su primer show completo. Era una banda de lujo (Cardone, Jota Morelli, Javier Malosetti), que tocó una lista de Luis que fue un regalo único: en ese show se tocaron todos los temas de todas las épocas: Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Jade. Era la presentación del disco “Pelusón of Milk”. Y no miento: esa noche vi muchas lágrimas en el público. Y como las entradas para ese recital se agotaron una semana antes, Luis me pidió que tocáramos en un lugar de rock. Llamé a La Batuta y la fiesta siguió. Nadie lo podía creer.
- Has trabajado con muchos de los mejores músicos de Argentina. ¿Qué es lo que opinaban varios de ellos sobre Spinetta?
- He tenido la suerte de trabajar con los más grossos: Spinetta, David Lebón, los Enanos, Andrés Calamaro, León Gieco, Soda Stereo, Richard Coleman, Charly García. Pero haberme decidido por trabajar en este mundo fue únicamente por Spinetta. Y claramente todos ellos, de alguna u otra forma, toman a Spinetta como referente, ético y estético. Va a ser imposible que volvamos a ver a alguien de ese calibre dentro del rock.
Viña del mar, Agosto de 2005, Hotel O'Higgins. La mañana siguiente al recital después de haber llenado el Teatro Municipal. Oscar Sayavedra (de rojo).
Tupungato, Casa de los Gabrielli, el día después del show de Almendra en Talleres. Marciano Cantero, uno de los tantos anfitriones mendocinos de Spinetta.
Esta nota es parte de la edición dominical de diario Los Andes. Para revisarla en su versión completa click en el siguiente link: Las huellas del Flaco en Mendoza
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