Nació en Mendoza y hoy es Rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

Enrique Dussel es un filósofo nacido en La Paz, en el límite entre Mendoza y San Luis. Hoy, uno de los intelectuales más destacados del continente, es el rector interino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de Mexico. 
Es que en medio de protestas de estudiantes afines a Esther Orozco, el rector interino Enrique Dussel inauguró el semestre 2013 en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
En un evento llevado a cabo en el plantel San Lorenzo Tezonco, integrantes de la Red de Estudiantes por el Derecho a la Educación, encabezado por Alejandro del Moral, Romina Mejía y Pedro Moya, se presentaron con pancartas y consignas contra Dussel Ambrosini, señalando la ilegalidad de su nombramiento, lo cual derivó en algunos empujones.
Durante su discurso, el rector interino llamó a la fraternidad entre toda la comunidad de la UACM. De igual manera, exhortó a los estudiantes a poner todo su empeño en sus estudios y aspirar a niveles académicos como los de la Universidad de Harvard. “No tengo ninguna ambición en el cargo, sólo arreglar esa ingobernabilidad que se ha creado por otras personas”, dijo.
Dussel es académico. Tiene doctorados en Filosofía por la Universidad de Madrid y la Universidad de París, además de haber recibido un Honoris Causa en Suiza y la Medalla Aristóteles de la UNESCO.
Nada mejor que recurrir a su propia biografía, que en este caso surge de su propia pluma, sobre el principio de una vida intensa, donde el exilio no es detalle menor.
"Nací en un pueblo del que García Márquez hubiera podido escribir de nuevo Cien años de soledad. Se llamaba La Paz (en la época colonial Colocorto), de la provincia de Mendoza en Argentina. Había sido un próspero pueblo por su producción de trigo en el siglo XVII, pero habiéndose secado el río Mendoza en nuestra región (las lagunas de Guanacache tenían en otra época abundantes pescados; mientras que en mi niñez mi padre cazaba sólo algunos patos en los restos de efímeros barriales) la zona se había transformado en una estepa desértica que dependía del agua que por porosos canales de tierra llegaba desde las lejanas montañas. Por ello, toda la producción era de riego. Las frescas aguas marrones arcillosas corrían por «acequias» y canales donde nos bañábamos y nadábamos a escondidas. Comíamos las turgentes uvas de las viñas, los duraznos todavía cálidos de los frutales, las frutillas (fresas) que escarbábamos de la tierra con las manos. Años felices de una infancia entre caballos, bodegas con olor a vino, campesinos tostados por el sol".

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