Guía de Hoteles según Fitzgerald

En  el Cecil de Londres fueron respetuosos, disciplinados por los interminables crepúsculos majestuosos sobre el río y éramo jóvenes, aunque de todos modos estábamos impresionados por los hindúes y los desfiles reales.

En el St. James and Albany de Paris apestamos la habitación con una piel de cabra armenia sin curar y sacamos el "helado sin derretir" a la ventana y había tarjetas postales obscenas, pero estábamos en estado.

El Royal Danieli de Venecia tenía una máquina tragaperras y cera de siglos en la repisa de la ventana y había unos agradables oficiales del destructor norteamericano. Lo pasamos bien en una góndola sintiéndonos como una blanda canción italiana.

Cortinas de bambú y un asmático quejándose de la felpa verde y un piano de ébano, todo estaba igual de perfumado en los solemnes salones del Hotel D´Italie en Florencia.

Pero había pulgas en la filigrana dorada del Grand Hotel de Roma; tipos de la embajada inglesa se rascaban tras las palmeras, los empleados decían que estábamos en la temporada de las pulgas.

En el Claridge de Londres servían fresas en platos de oro, pero la habitación era interior y estaba oscura el día entero y al camarero no le importaba si nos íbamos o no y era nuestro único contacto.

En otoño nos instalamos en el Commodore, de St. Paul, y mientras las hojas cubrían las calles, esperábamos a que naciera nuestra hija.

Este es el resumen del año 1921 de Francis Scott Fitzgerald y su mujer. El ensayo entero se llama "Lleva al señor y la señora F. al número..." y fue publicado en 1934.  



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