Malas noticias si usted ha sido o es presidente de algún país en Latinoamérica
Por Mauricio Runno
En buena parte del mundo de especialistas económicos se canta maravillas sobre los progresos innegables de la economía peruana, sin embargo, este semana será crucial para conocer si el actual mandatario Pedro Pablo Kuczynski será otra de las víctimas de los sobornos descomunales de la brasilera Odebrecht. El presidente ha sido acusado de cobros de más de 4,8 millones de dólares a través de una de sus empresas vinculadas a la constructora brasileña. Está en juego su destitución.
El Congreso peruano fue categórico para llevar esta situación a una crisis política severa: de los 130 congresistas, 93 votaron a favor del juicio por "inhabilidad moral", pese a que solo se requería el voto de 48 de ellos.
El mayor disparate en Perú es que la conformación del Congreso posee amplia mayoría de los seguidores del ex mandatario Alberto Fujimori, quien, para no desentonar con la calidad institucional de la política latinoamericana, hoy está preso cumpliendo una condena de 25 años por violaciones a los derechos humanos pero también por corrupción.
Hoy Chile elegirá entre dos candidatos opuestos a uno para encabezar un nuevo período presidencial, en el que estaría en juego el fracaso socialista o el fracaso liberal ortodoxo.
Piñera no fue memorable en su pasó por la Casa de la Moneda, pero Bachelet lo superó en la nadería y la imposibilidad de impulsar cambios estructurales. Pero, a diferencia del resto de los países, acaso junto con Uruguay, en Chile nada cambiará demasiado cualquiera sea el electo, en tanto se goza de una estabilidad económica que ni la izquierda ni la derecha alteran en su esencia. Un dato de Bachelet: el declinio de su gestión comenzó cuando se destapó una corruptela a cargo de su hijo.
Es el secreto de un país que ha garantizado en el respeto a las políticas de Estado buena parte de su éxito. Pragmatismo, inteligencia y foco en lo importante, enseña el Chile de las últimas décadas.
Brasil es otro de los volcanes de la corrupción en la región y por su magnitud no sólo alteró la vida política allí, sino a países vecinos. Este martes y luego de 914 días en prisión saldrá Marcelo Odebrecht, en calidad de testigo arrepentido. Le aguardan otros varios años de arresto domiciliario, reducidos a 10 por el valor probado de sus confesiones sobre un esquema de coimas que se repartió desde Buenos Aires a Panamá, de Lima a Caracas.
Más allá de las limitaciones de la gestión Temer, propias y ajenas, la expectativa está puesta en el 24 de enero de 2018. Ese día Lula afronta en el tribunal de segunda instancia una condena a nueve años y medio de prisión, efectuada en julio pasado, por corrupción pasiva y lavado de dinero. La octava sala del Tribunal Regional de la 4ª Región de Porto Alegre decidirá si ratifica o no la condena.
Si la decisión judicial fuera contraria a Lula esto le impediría automáticamente presentarse como candidato presidencial. Además de efectivizar su prisión.
Evo Morales, sentado sobre el respaldo intelectual de su vice, Álvaro García Linera, se encamina a gestionar por cuarta vez Bolivia, apelando a un trámite judicial sentenciado en tiempo record. De hecho el actual presidente ya ha sido habilitado para presentarse en las presidenciales de 2019. La Constitución apenas permite dos mandatos consecutivos, lo que claramente ha sido intrascendente para las ambiciones de Morales. El suyo podría configurarse como un caso de democracia perpetua, al mejor estilo de los caudillos argentinos en provincias tan dispares, como Formosa o San Luis.
La agónica Venezuela, el prototipo más exacto del populismo for export, ha sufrido en estas horas dos embates que rompen el corazón caritativo de sus máximos líderes. En principio, dos familiares de Maduro, presos acusados por narcotráfico en Estados Unidos, fueron condenados a 18 años de cárcel.
Se trata de Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas. Se los halló culpables de distribuir 800 kilos de cocaína en Estados Unidos.
Pero lo más impactante remite a las épocas de gloria de Hugo Chávez. Esta semana se conoció que varios de sus ministros ocultaron 2.000 millones de euros en Andorra.
Se trata de dirigentes venezolanos, empresarios y testaferros que cobraban coimas para facilitar contratos de la petrolera estatal.
Otro país de la órbita bolivariana, Ecuador, no anda en mejores condiciones. Ni mucho menos. El pasado miércoles, su vicepresidente Jorge Glas (con igual responsabilidad durante la presidencia de Rafael Correa) fue condenado a seis años de prisión por su participación en la corrupción de Odebrecht.
El tribunal subrayó que la investigación configura al menos otros ocho delitos. Y reclama para el Estado una indemnización de 33,3 millones de dólares.
Finalmente, Mauricio Macri y sus horas más calientes desde que fuera el primero en la región en derrotar al populismo. Una serie de errores históricos, propios y los incendios de una oposición cada vez menos poderosa, protagonizaron una jornada innecesaria para la Argentina que se vive, máxime luego de las reciente elecciones que ratificaron el rumbo de la administración nacional.
Macri ha despilfarrado capital político demostrando que su costado empresarial es innato y visceral. Pero también como punto a su favor debe decirse que ha ido con la cara descubierta a enfrentar un sistema, el previsional, con algunas medidas que contribuyan a mejorar las cuentas públicas. No parece haberlo hecho con ideas superadoras, sino con fórmulas ya probadas y que son parte de la repetición de fracasos argentinos.
Pero el pasado también golpeó con sus fórmulas incendiarias, con escenas que dan la sensación que excitan a los universitarios afectos a las ideas de izquierda de principios del siglo XX. Ni hablar de los sindicalistas con abstinencia de privilegios, zonas liberadas y ausencia de controles o - paradójicamente- pagos al fisco por variados rubros.
Este lunes Macri aprobará su estética enmienda al régimen previsional. Es más una prueba personal que un logro colectivo.
Impopular o no, Macri entiende que la sanción de esta quita a los jubilados y a las AUH es crucial para retomar la autoridad conseguida en las últimas elecciones. Seguramente para no repetir el derrotero de la actual institucionalidad descrita en la región, el presidente deberá aceitar, repensar y darse opciones más creativas para afrontar una agenda. No hacerlo y proseguir con la visión tuerta sería volver a repetir lo que ya fracasó.
Por último, para el 2018 la apuesta y la tentación del populismo será puesta a prueba en 4 países: Brasil, Colombia, México y Paraguay. Podría ser una lápida o una nueva partida de nacimiento para este fenómeno que exportamos al mundo, al igual que las telenovelas y que el formato Netflix ha adoptado casi como propio.
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