Les Luthiers: flamantes ciudadanos ilustres
Hoy se declarará a Les Luthier, Ciudadanos Ilustres de Buenos Aires, aunque bien podrían serlo del país entero. Una muestra en el Centro Cultural Recoleta rinde homenaje a un grupo excepcional. Breve estatuto luthier y comentarios acerca de los mendocinos que fueron parte de este aniversario.
Por Mauricio Runno
Cuando cada uno de los que componen Les Luthiers tenga en sus manos el diploma de ciudadanos ilustres, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Carlos López Puccio, aunque sea de la ciudad de Buenos Aires, el país más profundo podrá suspirar, devolver en el aliento una dosis de justicia a esta atmósfera tan cargada de injusticia que a veces se respira. Entre tanto ciudadano de a pie cada vez más a pata, ciudadano republicano confundido y ciudadano cuestionado, ser ilustre no es cosa menor. Y tratándose de Les Luthiers es lógico: nada puede ser menor.
Hace 40 años que vienen dando una lección de argentinidad: la grandeza y el prestigio se relaciona con la inteligencia, el gusto popular y el humor refinado. Los flamantes ciudadanos ilustres de una ciudad que casi siempre se confunde con la realidad del país entero son argentinos que hacen honor y gala de ese rasgo, y que aún nos distingue en el mundo hispanoamericano: reírse es cosa seria, aunque pueda parecer fácil o sencillo.
No importa el rating, las preferencias del minuto a minuto, las dictaduras de la mediocridad. Les Luthiers es un colectivo creativo que ha perdurado en el tiempo justamente por desafiarlo, o mejor expresado, por superarlo. Hasta el gág menos elaborado de este grupo continúa hoy vigente, en muchos casos como un registro inolvidable. En cambio, ¿quiénes recuerdan cómo eran los inicios de Tinelli? Seguramente muy pocos, aunque siempre hay estadísticas en manos de los estadistas. Y así nos va, claro.
Varios difusores del mal gusto, la desesperanza (es decir, la esperanza berreta), el malhumor (o los malos humoristas, en todo caso), una pléyade de conformistas, voluntariosos y otras razas similares, se han visto derrotados, de momento, frente a este acto que honra la memoria histórica de nuestro país: Ciudadanos Ilustres, sí, esos mismos señores, hoy son ilustres en una ciudad de célebres. Y ahí está una de las diferencias más importantes: la fama es puro cuento, por eso la verdadera novela de la vida está fuera de los falsos neones, las luminarias que enceguecen y esos reflectores que siempre dependen de la voluntad de un director de iluminación.
Todo empezó en los años 60, como casi todo. En un grupo coral en el se destacó al que todos reconocen como el creador, Gerardo Masana, en 1967. La historia y sus sucesivas alternativas son muy recomendables de seguir en el propio sitio del grupo. Varias cosas han pasado en los últimos 40 años como para intentar resumir en cifras una trayectoria que también es un estilo y un legado.
Y a propósito del legado, en la muestra de estas cuatro décadas de Les Luthiers que puede verse en el Centro Cultural Recoleta, hay dos textos pequeños que han sido seleccionados como Estatuto Luthier. Leerlos es algo así como un instructivo sencillo de lo que significa el espíritu de este grupo. Dividido en dos capítulos (lo artístico y lo personal), bien se puede parecer a un breve manifiesto:
“Querer hacer música y humor, humor y música a toda costa. Y mantener vivo ese género”.
“Honrar a Johan Sebastián Mastropiero por sobre todos los demás compositores”.
“Creer en los OMNIS, Objetos Musicales No Identificados, antes que en los OVNIS. Suponer que cualquier objeto puede estar disponible para convertirlo en un instrumento”.
“Tener probado gusto por la buena música; contar con experiencia y formación coral y musical; demostrar fascinación por la cultura y el arte y ser gente inteligente y con muchas ganas de divertirse”.
“Gozar con hacer bien el trabajo en el escenario o escribiendo y tratar siempre de mejorar lo anterior”.
“Tener claro que lo principal es agotar las localidades antes que a los espectadores”.
Por último, y hasta como preludio y presentación del acto que se realizará en la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires, estos Ciudadanos Ilustres de un país que invita a la esperanza, afirman que, en lo personal, el estatuto dice:
“No coincidir casi nunca en nada, pero respetar en todo lo posible las opiniones, pensamientos, ideas y creaciones del otro. Y aceptar las decisiones de la mayoría”.
“No hacer más de lo indispensable y necesario”.
“Cuidar la imagen”.
“Gustar de los viajes”.
“Comer y beber (siempre) un poco de más”.
“Ser una buena persona”.
Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/5216
Por Mauricio Runno
Cuando cada uno de los que componen Les Luthiers tenga en sus manos el diploma de ciudadanos ilustres, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés, Daniel Rabinovich, Jorge Maronna y Carlos López Puccio, aunque sea de la ciudad de Buenos Aires, el país más profundo podrá suspirar, devolver en el aliento una dosis de justicia a esta atmósfera tan cargada de injusticia que a veces se respira. Entre tanto ciudadano de a pie cada vez más a pata, ciudadano republicano confundido y ciudadano cuestionado, ser ilustre no es cosa menor. Y tratándose de Les Luthiers es lógico: nada puede ser menor.
Hace 40 años que vienen dando una lección de argentinidad: la grandeza y el prestigio se relaciona con la inteligencia, el gusto popular y el humor refinado. Los flamantes ciudadanos ilustres de una ciudad que casi siempre se confunde con la realidad del país entero son argentinos que hacen honor y gala de ese rasgo, y que aún nos distingue en el mundo hispanoamericano: reírse es cosa seria, aunque pueda parecer fácil o sencillo.
No importa el rating, las preferencias del minuto a minuto, las dictaduras de la mediocridad. Les Luthiers es un colectivo creativo que ha perdurado en el tiempo justamente por desafiarlo, o mejor expresado, por superarlo. Hasta el gág menos elaborado de este grupo continúa hoy vigente, en muchos casos como un registro inolvidable. En cambio, ¿quiénes recuerdan cómo eran los inicios de Tinelli? Seguramente muy pocos, aunque siempre hay estadísticas en manos de los estadistas. Y así nos va, claro.
Varios difusores del mal gusto, la desesperanza (es decir, la esperanza berreta), el malhumor (o los malos humoristas, en todo caso), una pléyade de conformistas, voluntariosos y otras razas similares, se han visto derrotados, de momento, frente a este acto que honra la memoria histórica de nuestro país: Ciudadanos Ilustres, sí, esos mismos señores, hoy son ilustres en una ciudad de célebres. Y ahí está una de las diferencias más importantes: la fama es puro cuento, por eso la verdadera novela de la vida está fuera de los falsos neones, las luminarias que enceguecen y esos reflectores que siempre dependen de la voluntad de un director de iluminación.
Todo empezó en los años 60, como casi todo. En un grupo coral en el se destacó al que todos reconocen como el creador, Gerardo Masana, en 1967. La historia y sus sucesivas alternativas son muy recomendables de seguir en el propio sitio del grupo. Varias cosas han pasado en los últimos 40 años como para intentar resumir en cifras una trayectoria que también es un estilo y un legado.
Y a propósito del legado, en la muestra de estas cuatro décadas de Les Luthiers que puede verse en el Centro Cultural Recoleta, hay dos textos pequeños que han sido seleccionados como Estatuto Luthier. Leerlos es algo así como un instructivo sencillo de lo que significa el espíritu de este grupo. Dividido en dos capítulos (lo artístico y lo personal), bien se puede parecer a un breve manifiesto:
“Querer hacer música y humor, humor y música a toda costa. Y mantener vivo ese género”.
“Honrar a Johan Sebastián Mastropiero por sobre todos los demás compositores”.
“Creer en los OMNIS, Objetos Musicales No Identificados, antes que en los OVNIS. Suponer que cualquier objeto puede estar disponible para convertirlo en un instrumento”.
“Tener probado gusto por la buena música; contar con experiencia y formación coral y musical; demostrar fascinación por la cultura y el arte y ser gente inteligente y con muchas ganas de divertirse”.
“Gozar con hacer bien el trabajo en el escenario o escribiendo y tratar siempre de mejorar lo anterior”.
“Tener claro que lo principal es agotar las localidades antes que a los espectadores”.
Por último, y hasta como preludio y presentación del acto que se realizará en la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires, estos Ciudadanos Ilustres de un país que invita a la esperanza, afirman que, en lo personal, el estatuto dice:
“No coincidir casi nunca en nada, pero respetar en todo lo posible las opiniones, pensamientos, ideas y creaciones del otro. Y aceptar las decisiones de la mayoría”.
“No hacer más de lo indispensable y necesario”.
“Cuidar la imagen”.
“Gustar de los viajes”.
“Comer y beber (siempre) un poco de más”.
“Ser una buena persona”.
Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/5216
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