"Para mí la empresa es un ser vivo"

Entrevista con Luis Chirino, empresario



Por Mauricio Runno

Muchos argentinos, a su edad, sueñan con ser vendidos al fútbol europeo. Otros intentan ser estrellas del mundo de la música, el cine o el teatro (la televisión, en cambio, es una reunión de estrellados). Pero los destinos son insondables para cualquier persona de 26 años. Y esta es la historia de Luis Víctor Chirino, un empresario más que singular.

Podría, entonces, tratarse de una historia de la economía doméstica. Sí, pero no. No del todo. Junto a su hermano Luis Alberto, el entrevistado del día se encarga de los negocios del Grupo Chirino en Mendoza, un conglomerado que el mismo entrevistado explicará más adelante. Lo cierto es que estamos a semanas de la inauguración de una nueva empresa del grupo: el Hawthorn Suites, un hotel cuatro estrellas que ya está levantando en Federico Moreno, entre Lavalle y Catamarca. Es el primer complejo de la cadena americana en Latinoamérica.

La economía, sus recetas, las aplicaciones, los especialistas y algunos manuales sobre el tema parecieran estar más que desprestigiados por estas horas. Sólo asoman noticias de un futuro incierto y sombrío, como en los mejores cuentos del género de Adolfo Bioy Casares. De allí lo interesante de este testimonio: no sólo por la juventud de Luis Chirino, sino por su visión y su actitud ante eso que llamamos “el mundo económico”. Hay energía, optimismo y un modo de entender la realidad sobre el cual se pueden extraer varias conclusiones.

Como se ha dicho, la inauguración de este nuevo hotel en Mendoza consolida una inquietante tendencia de inversiones en el sector. Y este jovencísimo empresario ya es protagonista. Y para corroborar que se trata de un muchacho del siglo XXI, no sólo está preparado para enfrentar distintos escenarios, sino rubros: en días nomás viajará hacia Berlín para consolidar un negocio que a cualquier empresario mendocino le parecería un delirio, tanto que ninguno lo ha hecho y, peor aún, nadie transita ese rumbo. Lo cierto es que el Grupo Chirino posee una galería de arte en Berlín (la New York del siglo XXI, dicen no pocos entendidos), así como también una comercializadora de vinos. Sin mayores preámbulos la charla con un emprendedor nato:

- ¿Naciste en San Juan?

- Sí, soy sanjuanino. Nací el 2 de abril de 1982. Mi padre es puntano y mi madre sanjuanina, también.

- Tú padre es más sanjuanino que los propios sanjuaninos.

- (Sonríe) Sí, es cierto. Siente más propio a San Juan que muchos sanjuaninos. El apostó mucho a San Juan, quiere mucho a la provincia. Y está arraigado allí. Viene a Mendoza dos veces por semana, aunque siempre está en San Juan, siempre pensando y desarrollando emprendimientos. De modo que lo tenemos a él todas las semanas por acá, auditando todo lo que hacemos nosotros aquí, yo y mi hermano Luis Alberto.

- ¿El viene a Mendoza más seguido por los asuntos del hotel?

- Mi padre está en todos los temas. Desde el último tornillo que se ajusta en la rueda de un camión hasta el último spot de luces que se pueda llegar a colocar en este hotel (sonríe). El empezó muy de abajo. Nació en San Luis, recorrió toda esa provincia. Luego fue a Perú, donde siguió viajando. Volvió al país y recaló en San Juan. En ese entonces él comenzó a desarrollar maquinarias para empresas de construcción en general. Y cuando las desarrolló se le ocurrió por qué no usarlas en una empresa propia. Y allí comenzó con la fábrica, eligiendo a San Juan como lugar base. Lanzó toda la industria de pre-tensado y pre-moldeado en hormigón.

- ¿Esto comenzó en la década del 80?

- No, mucho antes. En los ochenta es cuando se expande a Mendoza para comercializar los productos. Pero él trabajó en el sector ya en la década del 70. Lo que nace a principios de los ochenta es Industrias Chirino. Pero los inicios están relacionados con el diseño de máquinas para la construcción.

- Sería larguísimo enumerar las obras que en San Juan llevan el sello Chirino.

- Sí, casi todas. Hasta hace poco éramos los únicos que teníamos hormigón elaborado allá. Luego se han ido sumando otras empresas. Pero en lo que respecta a pre-tensado y pre-moldeado prácticamente todo lo construido es de Industrias Chirino. Y en cuanto al rubro de cerámicas es más reciente. Incorporamos este sector no hace mucho tiempo.

- ¿Cómo llega la familia a ser parte del Banco San Juan?

- Esa es una institución financiera con muchos años. Y se integró como parte del grupo de personas que aportaron capitales para su privatización. El gobierno se quedó con el 25 % de las acciones y el resto está en manos de inversores privados, dentro de los cuales mi padre es miembro del directorio. Ese grupo está compuesto por inversores sanjuaninos, ya que ésa condición era importante a la hora de su privatización.

- El crecimiento del banco ha sido formidable.

- Se desarrolló en un momento que no es comparable al actual, en relación con la absorción de bancos en EE.UU., pero también fue un momento financiero difícil para la Argentina, como lo fue el período 2000-2001. Por diversas situaciones se retiraron varios capitales y surgieron mayores probabilidades de crecimientos para bancos regionales, como el de San Juan, que luego adquirió el Banco de Santa Cruz, el de Entre Ríos y el de Misiones.

- ¿Cómo fue tu llegada a Mendoza?

- En realidad, a los 17 años, pensé que tenía toda mi vida proyectada hasta los 50. Ese plan comenzaba por irme a estudiar a Buenos Aires, Administración de Empresas, en la Universidad San Andrés. Después existió la posibilidad de adquirir una fábrica aquí, en Mendoza, una empresa con mucha historia. Y en gran medida por las gestiones de Luis Bustos, el actual gerente comercial, pudimos adueñarnos de una empresa, luego de un proceso complicado de negociaciones. Palmar, esa fue la empresa, tuvo varios dueños, incluso en una época se alquiló el establecimiento. Y fue desarrollando una gran deuda que pasó incluso al Banco de Mendoza. Cuando se declaró la quiebra de lo que era Cerámica Las Heras lo tomó el Ente Residual. Y allí comenzó un largo proceso de negociaciones para garantizar la fuente de trabajo a un montón de familias e invertir en una empresa que estaba quebrada. Finalmente competimos dos empresas y nosotros ganamos. Gracias a Julio, que trabajó en un contexto muy complicado.

- ¿Es en ése momento que se cambian los planes de tu vida?

- Mi padre necesitaba una persona. Desde el principio estuvo rodeado por mi tía y mi madre, que lo han acompañado en todo su desarrollo, María Santa Cruz y Azucena. Y supongo que le hacía falta un pilar masculino, o alguien que le ayudara más en sus cosas en el día a día, dada la expansión que estaba atravesando la empresa. Y aquí estaba Julio. Y dado que yo tenía la posibilidad de aprender, de personas como él, que conocen muy bien la empresa, decidí estudiar Administración de Empresas aquí, en la Universidad Nacional de Cuyo. En esa decisión sabía que quizá me desligaba de mis ambiciones académicas, pero que sin duda estando aquí iba a adquirir más práctica y más desarrollo en el ámbito laboral.

- ¿Y pudiste complementar la facultad con la empresa?

- En realidad el primer año me dediqué a estudiar. Y saqué todas las materias en diciembre. Cuando creí que por haber rendido todo bien tendría tres meses de vacaciones mi padre tenía otros planes para mí (risas). Y entonces me volvió a mandar a Mendoza, ya que Julio se iba de vacaciones el 1 de enero, por lo cual me dejó a cargo, diciéndome que le diera una mano en la fábrica. Me dio un par de actividades. Cuando volvió Julio de sus vacaciones me volvió a llamar y me dijo: “Fijate si podes repartir tu tiempo entre la facultad y la empresa. Necesito que estes conmigo”.

- O sea que a los estudios le sumaste una intensa “práctica” laboral.

- Eso es lo que más me gustó de hacer las dos cosas al mismo tiempo. Tenía la oportunidad de sentir, de alguna manera, que lo que estaba estudiando lo estaba viviendo. Y podía mirarlo de distintos ángulos y me dejaban apreciar una situación de una manera mucho más amplia que quizá algunos de mis compañeros, que sólo lo tenían en un libro. Es muy bueno relacionar lo teórico con la realidad, y por ahí darme cuenta que lo teórico era un poco maleable, y la realidad, más lo teórico, podía llegar a acomodar mejor las cosas. De modo que fui adaptando lo mejor de cada cosa para poder llegar a un buen objetivo. Igual, llegó un momento en que todo se saturó. Y sentí que la cantidad de cosas por delante, en la empresa, necesitaban de todo el tiempo. Ahí empecé a dejar un poco los estudios. El segundo año no fue tan bueno como el primero. Y luego por los horarios y la forma de cursar me cambié a la Facultad del Aconcagua, que me daba mayor permisividad horaria. La cuestión es que a mitad de tercer año desistí de continuar con los estudios y me aboqué a la empresa.

- Siendo tan joven, y no teniendo planeado vivir aquí, ¿cómo fue la adaptación a Mendoza?

- En verdad siempre he estado muy cerca de Mendoza. Cuando era niño venía aquí y me deleitaba con la famosa tortita “raspada” mendocina (ríe). Siempre he sentido una tentación particular por ellas. Y con mi hermano hemos jugado en la empresa, molestando a Julio ya desde chicos (más risas). O sea que siempre hemos palpado Mendoza.

- ¿Pero nunca habías vivido aquí?

- No. Y es una sociedad muy especial. Es muy diferente y al mismo tiempo parecida a la sanjuanina. Son pueblos bastantes cerrados. He encontrado a grandes y muy buenas personas en ambos lugares. Pero lo que cuesta mucho en ambas ciudades es abrirse, abrirse (repite). Pero con el tiempo he desarrollado una vida muy linda aquí. Mi mejor amiga es mendocina y mi mejor amigo es sanrafaelino. Y obviamente en San Juan tengo un grupo de gente muy importante. Y gracias a Dios he encontrado gente que desde el primer día ha sido muy importante en la gestión, como Paola Montes de Oca, que a diferencia mía se ha dado el tiempo para estudiar y trabajar. Implementamos con ella una gestión más exacta, más ajustada. Pero insisto que hemos tenido mucha suerte en encontrar un grupo de gente excepcional aquí. Porque nosotros, mi hermano y yo, hemos venido muy jóvenes aquí, con muchas ganas, quizá un poco engreídos por ahí (sonríe), pero por fortuna tenemos un equipo que ha sabido respetar nuestros tiempos, nos supo aceptar, nos han dado lugar y apreciar lo que hacemos. El objetivo siempre ha sido contar con un muy nivel de recursos humanos. Para mí una empresa es un ser vivo. Y gracias a todos los seres vivos logramos estabilizar, a nivel contable, la empresa, que había crecido muy de golpe.

- ¿El concepto de la empresa como ser vivo es una visión más integral de la economía?

- No sé si será lo que yo percibo cuando leo entrevistas a otros empresarios pero siento que todo está muy personalizado. Es como si ellos se sintiesen que son los creadores de todo y que son realmente lo único que importan. Yo no les quito mérito, porque, obviamente, hay muchos que han logrado grandes conquistas y triunfos. Pero estoy seguro que sin buena gente al lado tuyo, hoy por hoy, es imposible alcanzar ningún objetivo. Se puede tener una visión, una idea de lo que se quiere lograr, hasta se puede estar muy seguro de que sé es capaz de hacerlo, pero si vos no sos capaz de aglutinar el pensamiento de gente importante, con motivación y optimismo, es imposible construir nada.

- ¿Confiar en el recurso humano como garantía de evolución?

- Sí, es un tema de confianza. Y creo que es una relación simbiótica. En una empresa se viven muchas cosas, entre ellas sentimientos, enojos, tensiones por malos momentos. Por ejemplo con las ventas. Cuando decaen a veces es responsabilidad del recurso humano. O no. Pero hay una serie de instancias para encontrar las causas, hasta dónde se puede presionar. Pero lo importante es dar lugar, dar cabida, a gente que con motivación, con ganas, con perfiles de liderazgo, que se hagan cargo de unidades para desarrollar soluciones.

- Hay una pregunta que también le hice al gobernador de San Juan e incluso a ministros relacionados con asuntos económicos. ¿Será posible complementar las economías regionales y dejar atrás una larga historia de disputas y competencias?

- Yo tengo una percepción muy particular. No sé cuál es la experiencia de cada empresario en este sentido, o de alguien que maneje más la macro y no la micro-economía, como es mi caso. Nosotros prácticamente tenemos raíces en Mendoza. Y para mí existe la región Cuyo. Yo creo en una política mucho más regional, que va a ir desarrollándose en la medida que vayamos evolucionando a nivel económico y creciendo a nivel industrial. Cada lugar va a tener su fortaleza, pero deberíamos pensar en la sinergia: actuar todos en conjunto, formando cada uno un engranaje que nos va a potenciar. Porque llegará el momento en que Mendoza no será sólo la capital del vino, sino que también está la referencia de la buena y calificada producción de vinos sanjuaninos. Tal vez se regionalice en este asunto y el malbec sea la insignia de Mendoza y el syrah la de San Juan. Pero es claro que juntos se potencian. Lo mismo para la sinergia en recursos humanos.

- Hasta ahora el escenario siempre está marcado por la disputa y hasta por la mezquindad.

- Es que ha habido situaciones como la de los diferimientos impostivos, que Mendoza ha sufrido, no sólo de San Juan sino de San Luis. Pero, bueno, esto se ha dado en un contexto nacional. Y supongo que esas medidas se han tomado para dar impulso a zonas sin tantos recursos como los que tiene Mendoza.

- De cualquier modo esto de pelearse con los vecinos parece ir en el sentido inverso a lo que sucede en todo el mundo, cuando lo que domina son las asociaciones, el uso de redes, la integración como actitud fundante.

- Creo que estas relaciones de tensión con el tiempo se van a ir tranquilizando, apaciguando. Es al menos lo que yo espero. Porque lo importante sería consensuar una estabilidad regional y formar así una conciencia regional. Eso nos daría más posibilidades a todos. Por ejemplo: tener buenas rutas, integradas, para que el flujo comercial desde Brasil se haga efectivo. Creo que en el fondo lo que hay que entender es algo muy básico: la idea de ayudarnos entre nosotros. Si Mendoza hace una promoción de sus vinos en Europa debería darle una posibilidad al gobierno sanjuanino para integrar esa comitiva.

- ¿Cómo surgió la incursión del Grupo Chirino en la hotelería y el turismo?

- Activamos la empresa constructora después de muchos años aquí en Mendoza. Lo último que habíamos hecho fueron obras para dos barrios en 1986. Y este proyecto del hotel tiene una historia graciosa. Mi prima vivía en el edificio vecino. Estudiaba Odontología, hace bastantes años, en 1989. Y ella fue quien le dijo a la familia que vendían este terreno. Se compró por entonces y luego se anexaron otros dos terrenos más.

- Vos tenías 7 años en ese momento.

- (Ríe) Sí. El asunto es que mi padre tenía estos terrenos para desarrollar un consorcio o un edificio. Y por distintas razones nunca comenzó. Y hace unos años el arquitecto Santaella le acercó dos propuestas de desarrollo, ya que él tenía varias franquicias de cadenas hoteleras americanas, entre ellas Hawthorn. Y mi padre optó por esta. La decisión tiene 4 años y comenzamos a construirlo hace dos. Nosotros siempre hemos trabajado con los materiales, pero con la Antigua Bodega, en San Juan, comenzó a diversificarse. Ahí hizo un click mi padre. El compró allí, en un lugar muy céntrico, con la idea de construir edificios para viviendas. Y él cuenta que un día, caminando por allí, la recorría, la miraba. Y veía que el edificio estaba maltratado por los dos terremotos, el edificio es de 1929, y encontró un cariño especial. Y dijo: “¡No puedo tirar esto!”. Decidió restaurarla y crear un lugar más social, para eventos, desarrollo cultural. Y así concibió un proyecto que salía de lo industrial. Y hoy es un lugar de servicios culturales y turísticos. Recientemente hemos inaugurado un restó. Y a partir de esta experiencia nace el Hawthorn Suites Mendoza.

- ¿Esta cadena tiene otras franquicias en el país?

- No. Y más aún: es el primer Hawthorn en Latinoamérica. Por eso el desafío es increíble. Y así lo estamos viviendo. El hotel tendrá estacionamiento para 40 coches y tendrá 86 cuartos, repartidos en los 6 pisos. Cada piso tiene 4 suites, 4 lofts y 3 habitaciones estándar. El nivel de comodidad y servicio es de muy buen nivel, con tecnología de última generación. Realmente es un hotel 4 estrellas según los índices internacionales. Tendrá restaurante, wine bar, salas de conferencias y una galería de arte, por supuesto.

- Aún muchos mendocinos desconocen la construcción, más aún porque se trata de una zona escasamente desarrollada de la ciudad. ¿Cuál es tu impresión al ver esta obra que comenzó hace poco más de dos años? Hasta no hace mucho era un baldío.

- Todo este cemento que ves lo elaboramos nosotros mismos, con una máquina que hizo mi padre especialmente para este hotel. Lo que a mí me impacta muchísimo es el empuje y el cambio que estamos dando a una parte de la ciudad. De alguna manera estamos “alterando” un contexto urbano e inclusive la vida de una zona. Esta zona ha estado bastante dejada de lado y está muy cercana a la avenida principal de la ciudad. El acesso al aeropuerto es más que directo. Y creo que esta zona va a revivir. Es inevitable. Porque deberá abrirse a nivel comercial. Y esto es el principio de una sinergia que se va a generar en la zona para desarrollar nuevos comercios, nuevos restaurantes, viviendas. Y estamos contentos de impulsar una parte de Mendoza para jerarquizarla desde varios aspectos.

- La última pregunta es inevitable: ¿te quedas a vivir en Mendoza?

- Yo tengo desarrollada una gran conciencia regional.

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