Mendoza en el Financial Times y la Folha de San Pablo
Adelantados y retrasados
Por Mauricio Runno
El sábado pasado, en Londres, apareció un extenso artículo acerca de Mendoza, de algunas ventajas que encuentran los extranjeros que deciden vivir entre nosotros, de los precios de las tierras, de los agentes inmobiliarios y asesores en propiedades rurales, del centro mendocino, sus cafés, de un restaurante en particular, de los vinos aquí producidos. La nota se incluyó en la sección “Fin de semana” del diario inglés Financial Times, publicación que leen aquellos que deciden varios asuntos económicos y políticos, no sólo de Inglaterra, sino de otros varios países.
Son mayoría los que pagarían por salir en ese diario. Está considerado un referente. Es que también define un status. Y varios mendocinos y argentinos, reitero, pagarían por aparecer en esas páginas. Entre otras cosas porque lo que allí se dice marca tendencia e influye, y vaya cómo, entre los hombres y mujeres que toman decisiones importantes.
Hay que decir que la nota no fue una acción de prensa o comunicación de nadie, sino iniciativa de un periodista, Nick Foster. El mismo colocó el título: “Mendoza, paz y vino”. No he leído mayores comentarios sobre esta noticia, una buena noticia, que coloca a Mendoza entre los lugares más promisorios del mundo para invertir en una industria y vivir en una ciudad amigable. No discuto que esto sea, efectivamente, cierto o no, al fin y al cabo es una conclusión del autor de la nota: sólo que a veces nos tapan las malas noticias, las que nos quitan perspectiva, visión y análisis.
¿Qué discutimos, los mendocinos, cuando se trata de pensar el futuro? Es un interrogante más que interesante. ¿Discutimos el futuro? ¿Dónde, quiénes, cuándo?
El lunes pasado, en San Pablo, con justicia la llamada Nueva York del continente, se publicó otro artículo, en el también influyente diario Folha de São Paulo. Increíblemente, la nota de marras también se refería a Mendoza. No es normal que dos diarios de prestigio, de dos ciudades importantes del planeta, publiquen noticias acerca de nuestra provincia con esta frecuencia. De allí que encuentro cautivante el debate acerca de qué es lo que discutimos, puertas para adentro, que no reviste mayor importancia puertas para fuera, y viceversa. La noticia de la Folha se refería al Observatorio Pierre Auger, un proyecto sobre el cual, para ser sinceros, aquí nadie jerarquiza, salvo los involucrados.
Mendoza ha sido, en varios períodos de su historia, un lugar diseñado y planeado con sentido visionario. No es original anotar aquello de la lucha contra el desierto, aunque no es malo recordarlo: las ciudades y el desarrollo han logrado efectivizarse al calor de la lucha contra la naturaleza. Y también de algunos hombres que han sabido pensar ese progreso, anticiparse a distintas realidades, ofrecer mejores armas para enfrentar nuevos escenarios, paradigmas o liderazgos.
Incluso más: solíamos distinguirnos en el resto del país por ser previsibles, oportunos en la visión estratégica, innovadores, promotores del respeto y del debate, generadores de talento, por referirse a algunas de las cualidades del ser mendocino.
La indiferencia ante lo que desde algunos lugares del mundo se percibe de y en Mendoza no es un descuido. Parece más bien una suerte de metáfora desgraciada sobre aquello del árbol que tapó al bosque. Alguien está pensando la Mendoza del futuro. La sensación, a veces, es que no hay muchos mendocinos involucrados en ese plan.
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