María Kodama presenta la muestra de Pablo Corletti
Recuerdo a un adolescente dibujando aplicadamente sobre una mesa, con crayones, rostros, manos, torsos. Pensé en el epílogo de El Hacedor en el que Borges dice: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo”. Me pregunto ¿qué mundo, el “real” o el que logrará transformar y expresar, sublimándolo, a través de su creación? Recuerdo el trazado de las líneas que transmitían una delicada fortaleza y su mirada un poco perdida mientras me decía que no sabía si ser actor o pintor, mientras afirmaba con la ignorancia de la inexperiencia que no era necesario estudiar. Hablamos, traté de transmitirle lo que había aprendido en mi adolescencia junto a Borges. El estudio, que posibilitará el desarrollo de nuestra vocación, no es solo acudir a un instituto o a una universidad, es éso y mucho más, es dedicación, concentración, disciplina y tener una meta, la perfección, aunque sepamos que es imposible alcanzarla. Esto solo es posible si sentimos el placer que da trabajar sobre el imperativo de nuestra vida, la vocación. Pasaron algunos años, el adolescente de la historia, Pablo Corletti, creció, comprendió y estudió. Innovar a partir de lo que está establecido, del profundo conocimiento de lo anterior es la forma más perfecta de avanzar en el arte y en la vida. Saludo con alegría a esta promesa, que está conviertiéndose en un valor, y espero que la vida le depare lo que Borges dijo: “A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir descubre que ese paciente laberinto de líneas, traza la imagen de su cara”. |
Presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges |
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