Roland Garros, de René Lacoste a Serena y Venus Williams
Es uno de los torneos más tradicionales del que comenzó siendo el deporte blanco y ha devenido en una nueva ventana para la moda. Es que Roland Garros, a su manera, parece a esta altura una pasarela. Y no extraña que la indumentaria sea motivo de interés, muchas veces más que lo estrictamente deportivo. La serie comienza en 1929, con René Lacoste. Es el jugador que lleva un cocodrilo exhuberante en su saco, y que desde 1933 es un ícono que tomó prestado el apellido de una de las primeras glorias francesas del tenis.
Final de dobles mixtos, edición de 1932. La norteamericana Helen Wills, pese al esfuerzo, porta una falda que normalmente se utilizaba debajo de la rodilla, además de una enagua. Todo un detalle.
La clase del jugador Arthur Ashe, una perla negra en el deporte blanco. Nótese la indumentaria, apoyada por gafas de sol. Esto sucedía en Roland Garros 1978.
El sueco Bjorn Borg, en la vanguardia, anunciaba el comienzo de los años 80: remera a rayas, de dos colores. Su tenis de extraordinaria factura paseaba por Roland Garros en 1979.
Andre Agassi irrumpe como torbellino. Y se permite innovar en la arcilla como una estrella pop: pantalones cortos de jeans y el pelo teñido. Nada pareció importar demasiado. Roland Garros aplaudió de pie su potencia en 1991.
Roland Garros 2010. Venus Williams diseñó su marca Once: Corsé de encaje negro con costuras rojas. "Durante mucho tiempo he querido hacer esto. Encaje nunca se ha utilizado en el tenis. Es divertido de usar y es algo que parece tener éxito", dijo.
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