Guillermo Roux sobre la muerte de Coco Romairone
Franca y yo quedamos muy tristes, más que tristes, un poco solos.
Hoy por la noche, tarde, pienso que no deberíamos estarlo. A él no le gustaría o quizás no le guste.
Por eso prefiero imaginarlo, sorprendido, lleno de curiosidad por el mundo que está descubriendo y no puedo menos que imaginarlo encantado por esto.
Escribiendo cosas que oye, cuentos, relatos, poemas.
Es posible que en algún momento inesperado nos lleguen a nosotros. Tenemos que estar atentos a las señales que de tanto en tanto aparecerán.
Hasta que llegue el momento en que estaremos todos juntos diciendo lo que se nos ocurra sobre cualquier cosa, porque seremos sabios en un presente eterno y porque no, hasta discutiendo sobre esos asuntos.
Lo imagino así, ojos azules sorprendidos, quizás rodeado de verduleritos.
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