¿Podemos cerrar el “punto ciego en internet” para regular las campañas políticas?


Por Mauricio Runno

En días electorales, pero no necesariamente debemos tener una elección por delante, se produce un nuevo fenómeno. Poco estudiado y hasta naturalizado, como tantos otros excesos de la vida cotidiana, por parte de gobiernos y empresas o grupos de poder.

Uno de los pocos que no solamente ha reparado, sino que está denunciando este fenómeno, el de colocar una regulación a las campañas políticas y electorales, es ni más ni menos que el llamado padre de la web, sir Tim Berners-Lee. 

Fue el responsable de la primera comunicación entre un cliente y un servidor usando el protocolo HTTP, en noviembre de 1989. En octubre de 1994 fundó el Consorcio de la World Wide Web (W3C) con sede en el MIT, para supervisar y estandarizar el desarrollo de las tecnologías sobre las que se fundamenta la Web y que permiten el funcionamiento de Internet.

Tim Berners-Lee ha dicho que cuando soñaba con la creación de esta red que definitivamente quebró el destino del mundo, más o menos vislumbraba este panorama. Desde luego que su testimonio es indispensable para actuar allí donde el propio científico inglés no reparó. Es decir, en las fallas del sistema.

En marzo pasado, en su carácter de pionero y al celebrarse los 28 años de funcionamiento de Internet, Tim Berners-Lee redactó una carta en la que justamente advertía sobre lo que en su consideración eran los actuales errores y los abusos existentes para mejorar la red. Fue bastante categórico:

“Debemos encontrar un equilibrio que a partir de criterios de justicia le devuelva un grado de control sobre información a las personas, incluido el desarrollo de nueva tecnología como “data pods” personales de ser necesario y explorar modelos alternativos de ingresos como suscripciones y micropagos. Debemos luchar contra los excesos gubernamentales en leyes de vigilancia, incluso a través de los tribunales, de ser necesario. Debemos rechazar la información errónea exhortando a gatekeepers como Google y Facebook a continuar los esfuerzos por combatir el problema, y también evitando la creación de cualquier órgano central para decidir qué es “verdadero” o no. Necesitamos más transparencia algorítmica para entender cómo se toman decisiones que afectan nuestra vida, y tal vez un conjunto de principios comunes a seguir. Necesitamos con urgencia cerrar el “punto ciego en internet” en la regulación de las campañas políticas”.

Entre los 3 puntos que más preocupan al creador de la WWW hay uno que salta en cada computadora, cada celular o dispositivo que se sube a la ola digital, y a todo minuto. Tal vez por eso habría que adherir a lo cuestionado por Tim Berners-Lee: “La publicidad política en línea necesita transparencia”. ¿Por qué?

“Se ha convertido rápidamente en una industria sofisticada. El hecho  que la mayoría obtenga su información de apenas un puñado de plataformas y la creciente sofisticación de los algoritmos que sacan provecho de abundantes reservas de información personal, significa que ahora las campañas políticas están elaborando anuncios individuales dirigidos directamente a los usuarios.

"Una fuente sugiere que durante el período electoral estadounidense de 2016, diariamente se presentaban hasta 50 mil variaciones de anuncios en Facebook, situación a la que es casi imposible dar seguimiento. Y hay sugerencias de que algunos anuncios políticos –en Estados Unidos y alrededor del mundo- se están usando de maneras poco éticas –para dirigir a los votantes a sitios de noticias falsas, por ejemplo, o para hacer que potenciales votantes se mantengan alejados de las urnas. La publicidad dirigida permite que una campaña comunique cosas completamente diferentes, posiblemente contradictorias, a diferentes grupos. ¿Es eso democrático?”.

Definitivamente, no.

Vinculado a esta necesidad de abrir, transparentar y regular ciertas condiciones en la red hay otro de los puntos señalados por Tim Berners-Lee como errores centrales a corregir, que preocupa cada vez a más personas en todo el planeta: las noticia falsas, que ya tiene su género y apelativo (“fake news).

El concepto vale para un hecho que no existió o tanto para la deformación interesada de un elemento noticioso. En Mendoza, por poner un caso que conozco al extremo, ni siquiera hay que pensar en “llenadores” de contenidos falsos maliciosos, pues prevalece la cultura del copy paste, que es una manera elegante de llamar ahora a la pereza y a la incompetencia profesional. Salvo algún buchón a sueldo de fondos reservados (y existen y los nombraré en el momento adecuado), la realidad nos enfrenta a legiones de “periodistas” que pegan y copian hasta los errores.

Este viernes se conocieron los resultados de The State of Technology in Global Newsrooms, un estudio realizado por el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ). Se mostró, por regiones del mundo, los líderes y rezagados en la adopción de tecnología digital. Sin embargo, lo más interesante del estudio es que se centró en un eslabón perdido: cómo los periodistas en todo el mundo están utilizando la tecnología. Participaron 2700 directores de redacción y periodistas de 130 países, quienes proporcionaron respuestas en 12 idiomas.

Las conclusiones resultan elocuentes: “En una era de noticias falsas, las amenazas de seguridad digital y la competencia por la atención del público, los periodistas y las salas de redacción carecen de las habilidades tecnológicas necesarias para afrontar los desafíos que enfrentan”.

"A pesar de las ganancias en el uso de la tecnología, los periodistas simplemente no están siguiendo el ritmo de las transformaciones que barren con la industria", dijo Joyce Barnathan, presidenta de ICFJ. “Los periodistas carecen de habilidades digitales esenciales para la misión de llegar al público con información oportuna y precisa sin poner sus fuentes o ellos mismos en un riesgo innecesario”.

Un dato confirma una realidad que debería preocupar a los “periodistas” que taponan el surgimiento de innovación en sus trabajos. “Aunque la mayoría de ellos usan las redes sociales para encontrar ideas de historias, sólo el 11 % usa herramientas de verificación de medios sociales”.

En el documento encandilan muchísimos datos para entender por qué nos enfrentamos a un periodismo de siglo XX con uno del XXI, que ni siquiera se arroga tanta pompa ni cachivacheo. Por ejemplo: la mayoría de las salas de redacción usan sólo datos analíticos básicos para tomar decisiones editoriales. Es un indicador que apenas ayuda a generar tráfico a los sitios web de las noticias. “Esto puede ponerlos en una desventaja competitiva, ya que las empresas de medios sociales, empresas de entretenimiento y otras empresas de tecnología impulsada por la ciencia de datos, están ganando la batalla debido a que analizan el comportamiento del consumidor y optimizan la participación de los usuarios”.

Mentirosos ha habido siempre. Burócratas que impiden el talento y la innovación desde sus masturbatorias Torre de Babel, también. Acaso de lo que se trata es de darles la última oportunidad para no morir en lo intrascendente. Ya tenemos demasiadas momias en nuestros museos.

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