Khibula, la película de "magnífica épica política y humana"


Otra vez el cineasta nacido en Georgia logra buenas críticas, esta vez con "Khibula". George Ovashvili, director también de "The Ephemeral Earth", presenta "el vagabundeo de un jefe de Estado depuesto por sus oponentes, que busca recuperar el poder. Una magnífica epopeya política y humana", para el diario Le Figaro.

La historia remite a 1991, cuando Georgia proclamó su independencia tras un referéndum, y Zviad Gamasakhourdia, un estudiante universitario disidente que finalmente se convierte en líder del movimiento de independencia hasta que es elegido presidente de la República. 

La trama se complica cuando "la Unión Soviética se niega a reconocerlo y los comunistas siguen siendo poderosos. El Kremlin impone a Edouard Shevardnadze, que rastrea a los separatistas. Se desata una guerra civil y Gamasakhurdia, después de escapar a Chechenia, regresa a Georgia ilegalmente. Espera recuperar el poder, pero el levantamiento fracasa y el presidente muere el 31 de diciembre de 1993 en la aldea de Khibula, perdido en el corazón de las montañas del oeste de Georgia".

El pueblo Khibula, que da título a la película, marca la culminación de un viaje político y humano. Él es "el presidente" en el momento en que aparece caminando en las montañas nevadas del Cáucaso, en medio de un puñado de seguidores. Es recibido clandestinamente en una casa de pueblo aunque con todos los honores presidenciales. La sombra y el silencio que reina allí no impiden la cálida solemnidad de la cena. En los brindis se canta por el país con el contraste de hombres armados vistos en la cercanía de la casa.

En los planes inmediatos se debe encontrar un nuevo refugio para desarrollar planes gubernamentales. "El pequeño grupo cruza arroyos mientras un helicóptero trae al presidente, un coronel ruso amenazante que acusa a Gamasakhurdia de poner en peligro a su país. Extraña entrevista en la cima de una montaña, tan lejos de los palacios oficiales. En el transcurso de las etapas y las estaciones, los partidarios son más raros, los refugios más pobres, los habitantes más hostiles. El presidente nunca ha estado tan profundamente conectado con su país, nunca ha saboreado los sabores de su tierra, la belleza de sus canciones, la personalidad de la gente. Pero todo su viaje lo lleva al fracaso, al abandono, al despojo. Sus seguidores le ofrecen una pistola".

"Khibula es una magnífica epopeya soñadora sobre el destino de un líder político. Atormentado por la tragedia georgiana de la década de 1990, Ovashvili no intenta decirlo de manera realista. Ya en sus dos primeras películas notables, The Other Bank y The Ephemeral Earth, se liberó de las circunstancias para tocar directamente la humanidad esencial. Su puesta en escena muy concreta y muy simbólica sigue una acción precisa y al mismo tiempo busca una meditación íntima sobre el desencanto del poder. Hay risa homérica, cuando los hombres perciben su trivialidad, emociones líricas, silencios con cuchillos desenvainados. Para hacer política necesitas una guitarra y el cielo estrellado. Khibula es una gran película política".

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