Argentina doble: el país real de los sin tiempo y el televisado minuto a minuto


Por Mauricio Runno

"La realidad se había convertido en un concepto problemático o, cosa esta aún más grave, en un estado problemático. En un estado que carecía sobre todo de realidad. Cuando de algún modo lo obligaban a utilizar la palabra, siempre añadía en el acto: "la llamada realidad". Era, desde luego, una satisfacción bastante mísera, que, por supuesto, no lo resarcía". Imre Kertész, en "Liquidación", su primer libro luego de haber obtenido el Nobel de Literatura.

Y de esto se trata ahora: de las dos realidades dominantes en esta especie de dos Argentinas, en la que, emulando el paso de Kertész por Auschwitz, la solución final sería el exterminio de una a costa de la otra. Todo muy mediados de siglo XX. Otra de las tantas fantasías del pensamiento mágico nacional.

Argentina es un país antiguo, anquilosado, perdido y oxidado por el paso del tiempo. No se envejece bien aquí, sino que se resiste, como los estoicos, pero sin tanta filosofía. Es más caníbal el asunto. Y los que van cayendo poco importan pues se teme perder el lugar asignado en la fila camino al matadero. No sea cosa que el vecino muera cinco minutos después y no antes que uno.

El presidente Macri va imponiendo su impronta en lo positivo y en lo negativo. Si fuera un artista sería uno con características de disruptivo, lejos de los "emergentes", bien instalado en el mainstream, proponiendo en esa colocación nuevos paradigmas con modales suaves. Como empresario  también se caracterizó por la misma condición (Maradona y Riquelme pueden dar fe de sus épocas en Boca y de las dificultades para hacerse valer en una época de gloria deportiva como pocas). 

Y como político, el estilo Macri ha resultado un modelo distinto, desde su irrupción, entre la templanza del budista centenario y el estudiado nonsense del concheto canchero.

La política argentina se ha burlado sistemáticamente tanto de los modos budistas y hasta del sendero de Gandhi, para no ahondar en aristas religiosas, como de los conchetos "desnorteados". Allí se explica el desconcierto de los que serían sus pares, oficialistas como opositores. Macri ha aprendido rápidamente a desconfiar de todos ellos, más aún de los propios oficialistas. Y más aún de los oficialistas que atrasan y que viven en la "otra" Argentina.

Su tan polémica propuesta de reforma previsional, a casi dos años de gestión, encierra el toque Macri al frente de la Casa Rosada: un think tank elabora un plan en el encierro de la lógica de técnicos y especialistas, luego un portavoz intermedio y afín al área de la medida lo "deja" trascender en los medios de comunicación, siempre en cuotas, la sociedad acusa el impacto del programa, comienza el debate libre y abierto (casi de estudiantina). La fase siguiente es que el gobierno mide el punto en encuestas de opinión pública y, resultados en mano, posteriormente aparece el Jefe de Gabinete para explicar el plan. Y si hay que decir "nos equivocamos", se lo dice. Hasta ahora ha sido una metodología de innovación: no logran imponer todo lo que quieren, pero finalmente se van a dormir con más de lo que había. 

¿Democracia directísima? ¿Maquiavelo para principiantes? ¿Lógica empresarial? ¿Prueba y error, en modo deliberado? ¿Honestidad brutal? Escoge tu aventura, ciudadano/a.

Los presidentes suelen tener un norte, más allá de las coyunturas. En general, en este país, esos sueños terminan siendo delirios. Alfonsín imaginó el Tercer Movimiento Histórico y le sacaron dos amarillas antes que terminara el primer tiempo. Menem increíblemente abrevó en el sarmientismo más enfervorizado y terminamos peor que Puerto Rico. De la Rúa no soñó porque lo confundió con dormir. Duhalde nos sacó del infierno al purgatorio pero nos metió en otro averno. Néstor Kirchner pensó que ganaba el que tenía más dinero y no sólo perdió, sino que además nos la robó. Y su media naranja, Cristina Fernández, padeció el efecto Susana Giménez: creyó que lo de la televisión era una realidad.

El sueño macro de Macri es irse a su verdadera casa y dejarle la residencia de Olivos a uno de los suyos, sabiéndose ejecutor de la misión cumplida. Los únicos que no le creen son los de la corporación política. Los de la "otra" Argentina, digamos. El tiempo dirá si su retiro será en la calma del goteo zen o en la turbulencia de una economía a la que no pudo convencer ni dominar del todo. 

En un país, el senador Menem iza la bandera en la sesión de jura de mandato. No es el hermano ni el hijo ni el primo del que estuvo bajo arresto domiciliario por causas de corrupción. Es el mismo que afronta procesos judiciales, en general dominados por confusas tareas como presidente. En el otro país, impávidos, los verdaderos abanderados, los que izan la bandera por méritos, por esfuerzo, por vocación. Los que darían y dan la vida por esa bandera.

En un país, Cristina Fernández jurando por Dios, por la Patria y por la sarasa por la cual, justamente, evita ser juzgada como cualquier ciudadana. No es la prima ni la madre de la que siendo presidente coleccionó procesamientos y causas de todos los colores. Es la misma que condujo a una serie de funcionarios, muchos de los cuales hoy deben irse a dormir a las 22, de lunes a lunes, y enfrentar acusaciones, privados de la libertad, con pruebas evidentes de conductas fraudulentas. En general, todas ligadas con dineros públicos. En el otro país, millones de argentinos fuera del sistema, hambreados, condenados por nacer a vivir un destino esquivo e inmerecido, forjando un relato que les sostenga el sentido explícito de la vida.

En un país, cientos de irrespetuosos hablando de los outsiders, en sus nombres y haciendo de cuenta que en verdad estos les preocupan, pero sin dejar de vaciar sus heladeras para llevarles siquiera una mínima gratificación (al menos como forma de intercambio, en el rol de "portavoces"). En el otro país, se amontonan los irrespetados, los desolados, los animales más pequeños a la deriva en la poco metafórica jungla de la vida. 

En un país, Laura Alonso, la titular de la Oficina Anticorrupción recorre la capital del Reino Unido (¿?). Y nos avisa: "Semana de intercambio y cooperación institucional en Londres. Programa súper intenso. Desde la National Crime Agency hasta la National Audit Office pasando por LSE y la International Chamber of Commerce". Da risa intentar un comentario serio sobre lo que la funcionaria entiende como "intenso". En el otro país, semanas y semanas, meses y meses, años y años, más que intensos, densos, re densos, viste.

En un país, Independiente de Avellaneda protagoniza un partido histórico, a la altura de su tradición y se reencuentra con la alegría de una final deportiva merecida. En el otro país, apenas horas después, una veintena de barras bravas de ese club son detenidos en un mega operativo, acusados de delitos variopintos, con el vicepresidente del club encabezando la expedición de una asociación no justamente reunida alrededor del bien común o el fomento del deporte.

En un país, el surgimiento importantísimo en el G20. En el otro país, el hundimiento de un submarino y la tragedia.

En un país, periodistas militantes criticando a los periodistas militantes. En el otro país, periodistas militantes criticando a los periodistas militantes. Mientras tanto, los medios no son más los medios, pero a nadie le importa demasiado en Argentina, porque, si algo hacemos con talento es refregarnos como perros sarnosos en el pasado, en lo que ya sucedió, en lo que fue, en lo que de tanto volver, termina siendo.

Vivir en una sociedad con miedo al futuro, a lo nuevo, a lo que se desconoce, también califica como subdesarrollo. Principalmente, arriesgo, es subdesarrollo en bruto. El miedo del empresario a tomar riesgos sin la teta del Estado atrás, el miedo de los jueces a no gozar de vacaciones al estilo del siglo XIX, de legisladores más tribuneros que Maradona. La innovación no pregunta ¿por qué?, sino ¿y por qué no?

Esta semana culminó el Imperial Springs International Forum 2017 en China. La reunión congregó a líderes internacionales que cotejaron enfoques innovadores frente a la gobernanza mundial. Y la mayor joda del asunto es que esta reunión se amparó conceptualmente en un valor que promueve la sabiduría, legado oriental que aquí sería satirizado.

Ese mundo que enfrenta y desafía y se sube al futuro discute el nuevo patrón de gobernanza global, desde, precisamente, la sabiduría. Participó Ban Ki-moon, ex secretario general de Naciones Unidas, Vaira Vike Freiberga, ex presidente de la República de Letonia y presidente de World Leadership Alliance-Club de Madrid y Philip Michael Jeffery, ex gobernador de Australia, entre varios.

Concluyeron que el equilibrio actual de las potencias mundiales ha cambiado y los desafíos globales aumentan con velocidad espacial. De allí la necesidad de fortalecer reformas dinámicas al sistema de gobernanza. Ban Ki-moon, por ejemplo, dijo que se debe mejorar el liderazgo internacional de las potencias. Y dijo más:

"El mundo está en transición, pero el proyecto de un mundo mejor no se ha realizado. El desafío y el obstáculo del populismo han obstaculizado el plan. El terrorismo se está extendiendo. El extremismo violento sigue siendo un tumor. Necesitamos cambiar el sistema de gobernanza internacional".

Jenny Shipley, ex primera ministra de Nueva Zelanda, dijo que China juega un papel cada vez más importante y que los países y economías emergentes van a sufrir cambios importantes. Las 5 naciones que integran los BRICS tendrán una proporción cada vez mayor en la economía internacional. Y finalizó afirmando: "la comunidad internacional no debería volver al antiguo camino antagónico entre Oriente y Occidente".

¿Hablaron en chino? Supongo que varios sí, aunque, si lo hubieran hecho en español, tampoco aquí sus opiniones serían consideradas como importantes. No generan "polémica", nadie discute a los gritos y, mal indicador para Ibope, no repiten lo mismo que se ideó hace 20 o 30 años atrás.

No hay caso: aquí tenemos mucho pasado para compartir, amigos del mundo. Pueden quedarse con su futuro y, de paso, con el nuestro. Por ahora, los dos países que somos, están pasados de pasado.


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