Calamaro escribe sobre la grabación de su nuevo disco
Seguimos progresando en los interesantes estadios de una grabación; un disco siempre es artesanal y técnico, las grabaciones se parecen un poco a los rodajes, a las películas.
Grabamos un disco y mi particular inquietud es dejar unos “tracks” vocales sólidos, sensibles pero… ¡con un buen par! Compartimos las canciones con nuestros compadres, que le ponen arte, que le ponen compás, que le ponen guitarra y vox, vox, vox…
Ya sabes que no quiero anticipar mucho, que prefiero no contar la música; es más justo escucharla.
Próximamente sí me gustaría comentar los contenidos, de momento todavía quiero seguir cantando, estamos con los diseños de música y portada. En los laberintos de la grabación de canciones de rock (ya no estamos en el siglo XX y no dejo de sentir que el modelo de canción de rock podría… terminarse. Concluir como ocurrió con el “tango canción”, que tiene principio y tiene final, ‘La ultima curda’, creo que del año 1956, es “oficialmente” el último de los mohicanos del tango hecho canción, así como las grabaciones de Beatles terminan en “Abbey Road”)… tratar de hacer las cosas bien, mejores, es un tránsito que algunos artistas resuelven con resultados de auténtica epifanía, son aquellos que nos recuerdan que existe lo divino, que es humano también, los que cantan una canción y la firman… “Picasso”.
No es mi caso, yo aquí sigo, en el estudio que alguna vez fue escenario de muchas noches interminables de grabaciones anteriores, ¡del siglo pasado! Aquel siglo de canciones.
Cuando corresponda, será entretenido escribir y hablar “a propósito de canciones”, qué hay en los textos… ¡y cómo ocurre esta grabación!
El texto apareció en la versión digital de la revista española Efe Eme
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