Breviario del dolor, por Ricardo Tudela (texto inédito de 1920)

Tudela, de abrigo oscuro, junto a Pablo Neruda, aún joven y en ascendente carrera literaria. Estación de trenes, Mendoza

Hay un Ricardo Tudela, en el centro de la ciudad, en el centro de Plaza Independencia. Es un hombre de letras, ése, postergado. Apenas el nombre y apellido de una biblioteca, más postergada y tan inmóvil como una estatua.
Hay un Ricardo Tudela más protagónico, aquel hombre de letras, radical pero partidario de Hipólito Yrigoyen, de los días previos a la Década Infame. Tudela está ese día de noviembre de 1929 en el Club de Armas, en Mendoza. Y de repente una balacera lo obliga a esquivar la muerte, que, sin embargo, alcanza al gobernador Carlos Washington Lencinas.
Hay un Ricardo Tudela que se vincula de muy joven con el luego premio Nobel, el poeta Pablo Neruda. Hay cartas, visitas, fotografías, y más aún: hace dos años encontraron accidentalmente un epistolario inédito, que refuerza esa relación.
Hay un Ricardo Tudela disputado, por herederos naturales y empleadas domésticas, lo que hasta parece borgeano.
Hay un Ricardo Tudela por conocer aun más, descubrir y reubicar entre los hombres más interesantes del siglo XX en Mendoza.
Transcribo aquí un texto suyo, inédito en Internet.



Breviario del dolor, por Ricardo Tudela
Publicado en La quincena social, 
15 de octubre de 1920



Pregunto y me pregunto yo:  ¿vale la pena denigrar la vida con nuestras quejas y lamentaciones? Ciertamente que no.  La vida es bella y persistente, a pesar de todo, y hay que santificarla con la santidad de nuestro dolor y el lenguaje divino de nuestro silencio, jardín maravilloso donde florecen las más preciosas flores de nuestras luminosas meditaciones.
Esto verdaderamente es cultivar amor y esparcirlo donde los huertos del corazón están agotados y resecos, o son ya solo eriales.
Además, ¿podemos santificar el corazón ajeno, quitándole su sequedad y aridez con las aguas de vida de nuestro dolor, sin santificar y reverdecer al mismo tiempo nuestro propio corazón?
Aunque ilusoriamente separados, el sístole y diástole de ambos corazones es uno, y desde lo infinito cesa la separatividad
¡Y si pudiendo hacerlo, así no lo hacemos, si somos hombres, ni tenemos dignidad, ni nos hemos hecho merecedores tampoco a la divina gloria del dolor!
Si me preguntaran qué cuál es la gran fuente del optimismo, es casi seguro que respondería que el dolor
El dolor, el verdadero dolor, trabaja en el interior de cada uno, ayudado por nuestro silencio y soledad. Por eso el dolor trabaja para nuestro bien más que nosotros mismos.
El alto significado que tiene para nuestra vida, nunca lo comprendemos por completo, así como nunca tampoco creemos deberle todo lo que en realidad le debemos.
Pero el dolor es persistente y trabaja fervorosamente para cumplir con la alta misión que le ha encomendado la Voluntad Divina.
¡Y pensar que el miserable miedo de sufrir priva al hombre tantas y tantas veces de la noble y santa compañía del dolor!
Si no quieres ir solo en tu peregrinación por el mundo, da la mano valientemente al dolor, y podrás estar seguro de que siempre estará a tu lado un compañero divino.
Enamorate del dolor, que estoy completamente seguro que nunca te arrepentirás de ello.
Todos los hombres son mis hermanos, pero el que sufre es más hermano mío, y yo me honro en conocerlo.
Llora sangre, corazón, llora sangre, a ver si tus lágrimas te purifican tanto que te hagan digno de volver a tu Creador.
No te descuides, buen dolor, y hiere, hiere hasta el fin, haber si haces de esta pobre alma doliente y rebelde, un alto ser divino que ostente la excelsa santidad de Dios.
Cuando el dolor y la desgracia se enamoran y resuelven convivir en el seno de un alma superior, los dioses se regocijan y están de fiesta, pues está próximo el día en que un nuevo compañero y amigo vendrá a aumentar el reino de los grandes y los fuertes.
Cuando más fuerte y profundo es el dolor, mayor fortaleza y profundidad nos comunica después de haberlo sufrido.
El dolor te hará sufrir, pero el mismo dolor te consolará
Por muy amantes que seamos del optimismo y por mucho que pensemos con Voltaire que “la esencia de la Naturaleza es la alegría”, no podemos negar que el alma gusta de vez en cuando de esa serena melancolía, mezcla de contento y de tristeza, que nos adormece como si fuera un divino narcótico y nos hace “sufrir soñando” en un dulce recogimiento de intimidad interior.
En la dulce intimidad del dolor empezarás a vivir tu vida íntima; porque cuando el dolor se ha hecho íntimo, nuestra vida empieza también a hacerse íntima.
También el dolor puede ser un ideal, y quizá el más grande y verdadero.
Hacer del dolor un ideal y amarlo con serena resignación, es lo más hermoso y noble que puede hacer el alma para alcanzar su grandeza y plenitud.
Hay naturalezas que necesitan sufrir tanto continuamente para posesionarse por completo de todas sus potencias y así entrar en acción, que bien podría decirse que el dolor es su verdadera voluntad.


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