El Huerto del Sol, la inauguración


"Los memoriosos recuerdan que en la zona de La Puntilla donde actualmente están ubicados los barrios Huerto del Sol y El Pinar los viñedos se extendían generosos y sólo había una construcción: una casa de té", apunta un más que impreciso artículo de mayo de 2010. Sin embargo recoge otro dato, el de una vecina, Silvia Hoffmann: "no ha habido tanto recambio con respecto a los propietarios, es decir que las viviendas siguen en manos de los primeros dueños, cuyos hijos ya han formado sus propias familias".
Para ir precisando debe anotarse que la famosa casa de té se inauguró en la primavera de 1969. Y que aquellos pioneros no eran mendocinos, ni mucho menos, sino suizos: Marti y Chistian Dupertuis. Una nota de la época describía el lugar por ellos elegidos como “El camino de la felicidad”.

La casa, "donde se puede apreciar una buena parte de los beneficios de la conocida hospitalidad suiza", se ubicaba muy cerca de Chacras de Coria, en La Puntilla, sobre la calle Alzaga (a cuadra y media de Ugarte). El cronista transmitía cierta emoción: "Allí han logrado trasladar parte de la verde campiña suiza a Mendoza. Sin que uno llegue a darse cuenta, de pronto puede estar viviendo en el bucólico Cantón de Berna probando sus afamadas comidas y descanso a la hora del té cuando todo parece tener una dimensión diferente y tranquila".
Era posible alojarse allí. Y sentarse frente a una fondue de queso o la especialidad, el pollo a la cazadora, con un postre, el Ananá Hawaii, "cuya receta permanece misteriosamente guardada por su inventora Marti". Había canasta de naranjas para los de paladar menos exótico. Pero el punto alto de la gastronomía de El Huerto del Sol era llegar a las cinco en punto de a tarde para el tradicional té a la suiza. "Su descripción alcanza cumbres de repostería: tostadas, manteca y dos tipos diferentes de mermelada (damascos o ciruelas), sándwiches de miga, medialunas de hojaldre rellenas con queso, queso cepillado, una especialidad suiza desconocida en Mendoza, quebradizo, tortas de frutas y masitas secas". En eso consistía el “five o´clock tea” en La Puntilla.
Las advertencias del cronista son consejos de viajero, casi:


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