Elecciones 2010 onda verde en Brasil

Ayer domingo, casi al mediodía, abrí mi cuenta en Facebook, como suelo hacerlo todos los días. Y lo primero que apareció fue esta foto, etiquetada, en uno de los perfiles de mis contactos. Es una suerte de postal, no ya de la Argentina, o sí, un poco. La guardé pensando que podía ser un testimonio para alguna otra nota. No sabía que iba a usarla, menos de 24 horas después, para escribir sobre las elecciones en Brasil. Para quien no lo sabe o no reconoce los nombres de los hombres, la delantera de la fotografía nos muestra a punteros de otrora: Néstor Kirchner, joven, rozagante, al entonces presidente Carlos Menem, inconfundible por sus batidos, y a José Luis Manzano, cuando se divertía más como político que como empresario. Los de atrás, es decir, la línea de mediocampistas, muestra a otros peronistas, más o menos peleados con los punteros, los de esa época y los de ahora, según la vereda donde calienta el sol.

Onda verde. Eso es lo que básicamente la jornada electoral dejó en Brasil. El bipartidismo, pese al ballotage obligado entre la oficialista Dilma y el socialdemócrata José Serra, sintió un temblor. Es que millones de votos de brasileros (casi veinte) propusieron a una candidata sin infraestructura nacional para ocupar el centro de la escena, al modo de los árbitros.
Quienes siguen este blog saben quién es Marina Silva, lo que hizo y lo que viene haciendo. Post de agosto pasado, post de febrero pasado, post de hace un año.
Ella es la gran ganadora de esta elección, aún cuando no resultó elegida para ocupar ningún cargo. La formidable campaña de su Partido Verde quitó protagonismo al triunfo de Dilma, que casi conquistó el 50 % del impresionante mapa electoral brasilero (más de 46,5 millones de votos para la candidata del PT)
Para aquellos que no conocen sobre Marina Silva sugiero consultar estos post, de 2009 y 2010. Y también conocer a su compañero de fórmula, el empresario dueño de Natura
Más allá de los resultados, el Partido Verde de Brasil está a un paso de transformarse en referente mundial, no sólo por su gravitación electoral, sino por su responsabilidad en la protección del pulmón del mundo, esto es, el Amazonas. Posiblemente sea uno de los mayores efectos que podrán comprobarse en lo sucesivo en el mundo: no basta con el duro trabajo de las organizaciones sociales, ni las denuncias ni las acciones en contra. Los ecologistas brasileros parecen haber entendido que sin tener el poder no se tiene la decisión y que sin poder nada se puede cambiar, sino apenas corregir. La situación medioambiental del planeta pide a gritos más responsabilidad y acaso una lectura de estos resultados es que no hay vida posible sin vida natural. 
Onda bipartidismo. La no polarización, o la no tan severa polarización, no impidió que los representantes de las fuerzas mayoritarias consiguieran menos legisladores federales. El derecho democrático de elección pareció no ser valorada en la selección legislativa. Y los efectos de arrastre fueron inevitables. Tanto como que permiten grietas en su férreo sistema corporativo. 
El exponente es el caso del diputado federal más votado de San Pablo, un payaso, Tiririca, que rompió la barrera del millón de votos y no sólo aseguró su estadía en Brasilia, sino que permitió el ingreso de otros no tan payasos dentro de su lista. Tiririca parece representar la ironía de estas elecciones, la burla a un poder democrático, el Legislativo, que no encuentra mayor adhesión con los intereses y necesidades de la sociedad. Si el pueblo delibera a través de sus representantes, que al menos éste sea un payaso, sería uno de los mensajes. Y un payaso a la usanza tradicional: nada de corbatas Armani, 35 asesores, amante de lunes a jueves, iPhone y peajes y coimas. Nada de esa cursilería. No, queremos a un payaso, votamos a un payaso, para que se complete el circo, parecieran decir los paulistas.
Onda bipartidismo II. La conservadora y próspera Curitiba, la isla más europea de todo Brasil, ratificó su apego por las autoridades de centro derecha o derecha, según se lo mire. La dinámica Porto Alegre y el resto del estado Rio Grande do Sul ratificó los aires triunfales del presidente Lula. Bahia, uno de los estados más desiguales, entre el sur rico y el norte pobre, escogió al candidato de Lula. La poderosa San Pablo no varió en su rechazo al PT. Y en Río de Janeiro, mientras salga el sol, no hay revolución posible, pero lo más destacado allí fue la gran elección de Marina Silva. La recoleta Minas Gerais también le expresó a Lula que en otra oportunidad, quizá, pero por ahora no. De los 17 estados brasileros que definieron su elección en primer turno, 7 le corresponden a la oposición. Y de ellos algunos de los más importantes en la economía brasilera, dato no menor, por cierto.
Onda futuro. Hace menos de 24 horas las opiniones eran unánimes: Dilma vencía el primer turno, aplastaba a su rival, Lula se erigía en el Santo Padre de la democracia brasilera, al opositor José Serra se le decía que no era buen candidato, que su derrota sería histórica, y de Marina se hablaba sólo en las reuniones entre amigos, o en apoyos que recibía, como los de Caetano Veloso, por citar algunos.
De modo que saber lo que sucederá es más bien un riesgo, en tanto hasta los más prestigiosos encuestadores se han visto sorprendidos en sus cálculos. Lo que sí es innegable es que ya comenzó una nueva campaña, con vencedores no tan vencedores y vencidos no tan vencidos. 
Tengo la sensación que Brasil no va a dejar al PT de Lula sin el poder, pero que acotará su margen de maniobra, quizá para enterrar aquellos fatuos y otras clases de soberbias y brutalidades que desplegaron varios miembros conspicuos del oficialismo. Quizá hayan encontrado una fórmula de la felicidad para todos: que siga Lula, pero con mucho control, que Serra no sea denigrado por su desempeño electoral, y que Marina sea el fenómeno y la superación de viejas ideas. En esa hipótesis todos quedarían contentos. Y sin duda que cerrarían filas para seguir siendo uno de los países que más ha crecido en la última década. Y que, si se despierta de todo, puede dejar sin aire a más de uno.
Onda argentina. ¿Por qué colocar una foto de la política argentina para ilustrar un panorama sobre las elecciones en Brasil? Quizá por dos motivos:
1- Porque es ridículo oír que lo nuevo saldrá de lo viejo.
2- Porque mientras el mundo es diverso, abierto, tolerante, la política argentina, la de ayer, la de antes de ayer, la de hoy, y la de hace un  rato, sigue en las mismas 50 manos, en nombre de un líder al que, increíblemente, le faltan en su último lecho.
El 31 de octubre Brasil vota en segunda vuelta su próximo presidente.



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