Reina de la Vendimia 1969 o cómo aún es imposible encontrarle explicación al rubro



La reina de la vendimia en su viaje por Alemania, título de la nota aparecida en noviembre de 1969. Cualquier similitud con la actualidad no parece tan casual. 

Nadie sabe muy bien para qué están las llamadas reinas de la vendimia. Se le asignan roles disímiles, se las discute, se las apoya, se las pasea. Pero, en verdad, nadie sabe cuál es su papel dentro de una fiesta cultural que, es indiscutible, las tiene como protagonistas. Pareciera toda una definición, a veces, esta no asignación ni rol específico. Lo cierto es que las tiradas de los diarios en los días que son elegidas consiguen agotarse, y que miles de personas las promueven a lengua suelta como en cualquier feria. Este artículo, visto a cuatro décadas, también confirma que por un lado se pasea lo cosmopolita, lo dinámico, lo actual, y por otro, muy distinto, el rubro "reina vendimial". La transcripción casi taquigráfica:

“Para la fiesta central de la Vendimia estuvieron presentes empresarios de Guedelfi, una compañía alemana importadora de productos argentinos: carnes, conservas, vinos. Cuando vieron en la lista de las candidatas al reinado el apellido Baumgartner, se les ocurrió la idea de dar el nombre de Reina Cecilia al vino rosado que acababan de comprar”, comienza diciendo Cecilia I, rubia Reina de la Vendimia. 


"Lo que más extrañé fue el mate", reza el epígrafe. Luego de diez días en Alemania, de visitar el muro de Berlin, recorrer ciudades y conocer el teatro hippie en la Alemania del flower power, la muchacha sólo pensaba en lo amargo. Nada como volver a casa. Toda una metáfora.

Este proyecto que tuvo lugar en marzo comenzó a concretarse en septiembre, el 25, cuando “en un vuelo de Aerolíneas Argentinas partimos hacia Alemania”. Cecilia viajó con una de sus hermanas. A la llegada al aeropuerto de Frankfurt la esperaba toda una recepción; estaban allí miembros de la compañía Guedelfi, el gerente de Aerolíneas y el personal de una agencia de publicidad encargada de esta tarea para la colocación de los vinos argentinos. 
“A los pocos días de llegar una gran fiesta de gala, a la que fui acompañada por el embajador argentino, el señor Irigoyen, que está allí hace veinte años”. 

Fiesta del Vino 
“En Alemania no se festeja la Vendimia de la manera que lo hacemos nosotros. Allí los viñateros celebran una fiesta íntima adonde están invitados sus amigos y personas que están interesadas en la compra de vinos. Es decir que tiene un carácter comercial. No es una fiesta del pueblo como ocurre entre nosotros. Se hace una comida campestre típica y luego que los invitados han cortado los primeros racimos, hay música y baile”. 
“Estuve viviendo en el hotel Excelsior de Colonia. De allí viajaba a los distintos lugares en que debía presentar el nuevo vino. Recorrí en diez días muchísimas ciudades del sur: Sieguer, Schmader, Hagen, Frankfurt, Ulm, zona de Baviera, que es de donde proviene mi familia, Ausburgo y varias más. Los viajes los hacía en autobann, acompañada por gente de la agencia publicitaria y de Guedelfi. En los supermercados que visitábamos teníamos stands donde ofrecíamos los vinos. También tuve oportunidad de conocer la Feria Internacional Alimenticia, algo maravilloso que reúne a todos los países del mundo, en una presentación de sus productos típicos. Son seis días de colorido y alegría. Es increíble la cantidad de gente que concurre. El stand argentino tenía productos como la yerba mate, que fue de gran aceptación, al igual que los vinos, un semillón blanco, un tinto Puente del Castillo y el clarete San Juan. Estos dos están a la venta desde hace dos años y medio y la gente alemana los ha recibido magníficamente”. 
Luego, Cecilia vivió con la familia del agregado militar de la Embajada argentina, coronel Paladino; pudo recorrer parte del país germánico como una turista más, interesada en comprender al pueblo y ver de todo. 

La juventud 
“Es algo distinta de la nuestra. Hay allí más libertad en todo sentido. Los jóvenes se alejan de su hogar para hacer su propia vida a muy temprana edad. Viven en otras ciudades donde trabajan o estudian. 

Teatro hippie 
Cecilia estuvo en la muralla de Berlin. “Comprobé que la vida del otro lado es muy similar a la que uno lleva. Todo parece tétrico cuando se lee o según lo presentan las informaciones, pero esa impresión no es la misma al estar cerca y verlo en los propios ojos. En Berlin hay gran preocupación por la vida turística. Son incontables los lugares que se pueden conocer: castillo, teatros, cines, salas de concierto, cines, el teatro hippie que es muy original y donde se encuentran las personas más variadas. En general los hippies viven sin que los molesten en su continua protesta contra la violencia, la guerra, la falta de amor”. 
Nuestra reina regresó el 14 y desde ya piensa seriamente en regresar: “Son muchos los amigos que tengo ahora allí y estoy planeando conocer otros países europeos. Por ahora me preparo para los primeros días de diciembre en que iré a Miami”.

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